12/05/2015, 00:32
Cuando todavía se estaba reincorporado, Ayame se había disculpado por confundir su nombre. Daruu sonrió y giró el rostro, cerrando los ojos. Quizás su reacción había sido exagerada, pero es que estaba delirando por el batacazo.
—No te preocupes, Ayame. Mi nombre completo es Hanaiko Daruu, ¡mucho gusto! —le había contestado.
La muchacha entonces había sacado su cantimplora, que llevaba hasta ahora atada al obi negro de su cintura, para echar un trago de agua, mientras Daruu decía que no había estado allí nunca.
Ayame sostuvo que aquél era su especie de "rincón personal", un refugio ligeramente apartado del centro de la ciudad en el que el aire estaba más limpio y en el que podía encontrar la naturaleza que echaba de menos dentro de Amegakure. Se interrumpió, como si fuese malo hablar de aquello y dijo que no quería aburrirle con sus tonterías. Entonces actuó como si lo hubiese visto antes, y dijo que si era el chico con el que casi tropezaba al salir de clase.
—¿Eh? —Daruu abrió los ojos, confuso—. No lo sé, no lo sé, iba con tanta prisa porque creía que me iban a suspender que probablemente no te haya ni visto. —Dejó escapar una sonora carcajada, y se llevó la mano a la barbilla, pensativo.
—Oye, creo que les he gustado a los sauces. ¡Así que vamos a adoptar uno! —brincó de pronto, sacando un kunai del portaobjetos.
—No te preocupes, Ayame. Mi nombre completo es Hanaiko Daruu, ¡mucho gusto! —le había contestado.
La muchacha entonces había sacado su cantimplora, que llevaba hasta ahora atada al obi negro de su cintura, para echar un trago de agua, mientras Daruu decía que no había estado allí nunca.
Ayame sostuvo que aquél era su especie de "rincón personal", un refugio ligeramente apartado del centro de la ciudad en el que el aire estaba más limpio y en el que podía encontrar la naturaleza que echaba de menos dentro de Amegakure. Se interrumpió, como si fuese malo hablar de aquello y dijo que no quería aburrirle con sus tonterías. Entonces actuó como si lo hubiese visto antes, y dijo que si era el chico con el que casi tropezaba al salir de clase.
—¿Eh? —Daruu abrió los ojos, confuso—. No lo sé, no lo sé, iba con tanta prisa porque creía que me iban a suspender que probablemente no te haya ni visto. —Dejó escapar una sonora carcajada, y se llevó la mano a la barbilla, pensativo.
—Oye, creo que les he gustado a los sauces. ¡Así que vamos a adoptar uno! —brincó de pronto, sacando un kunai del portaobjetos.