21/02/2016, 14:30
(Última modificación: 21/02/2016, 14:30 por Uchiha Akame.)
Mientras Kazuma relataba en qué consistía la tradición del Hanami, Anzu no hacía más que asentir con gesto ausente. Su imaginación estaba en aquel momento muy lejos de allí, hacia el Sureste, en las lejanas tierras de la Espiral. Se imaginaba a sí misma tumbada sobre la fresca hierba, bajo la sombra de un cerezo y el Sol de Primavera. Casi podía oler el suave aroma de la flor, sentir la brisa en su piel...
-¡Pues esto ya está! Menuda pinta tiene -las palabras de Hida la sacaron de sus pensamientos, y compuso una mueca de desagrado-.
El sensei tomó dos cuencos metálicos de su mochila y, con cuidado, los llenó hasta el borde de jugoso estofado. Le ofreció uno a Kazuma primero, y a su alumna después. Sacó tambien dos pares de cubiertos e hizo lo mismo. Anzu tomó su cuenco sin pensárselo, y se lo puso en el regazo, sobre las piernas cruzadas.
-Toma, come tú primero Kazuma-kun. Sólo tengo dos cuencos -admitió el Yotsuki con una risilla nerviosa-. Pero tranquilo, hay estofado de sobra. Yo usaré el de mi querida y educada alumna, que no ha esperado ni a que nuestro invitado tenga su plato listo.
Parecía evidente que a Anzu le importaba bien poco, en aquel momento, seguir el protocolo correctamente. Apenas Hida estaba hablando, ella ya devoraba con ansia su estofado.
-Por cierto, ¿qué les ha traído a un lugar como este? -preguntó el de Uzushio.
-Hemos venido a entrenar -respondió casi al momento Anzu, con la boca llena de carne y guiso-. Hida-sensei dice que aquí el aire es más limpio que en los bosques de Taki y no sé qué cosas más...
El nombrado esbozó una mueca de desaprobación, estaba claro que no le gustaba que su alumna se tomase tan a tontería sus palabras. Sin embargo, no dijo nada, y prefirió conducir el tema por otros derroteros.
-Así es, Kazuma-kun. No hay nada como pasar unos días en el Paraje del Bambú para pulir las habilidades de un shinobi. Aquí entrenaban antaño los poderosos ninjas de Kusagakure, y se dice que los troncos de bambú todavía vibran con el chakra de todo tipo de técnicas secretas.
-¡Pues esto ya está! Menuda pinta tiene -las palabras de Hida la sacaron de sus pensamientos, y compuso una mueca de desagrado-.
El sensei tomó dos cuencos metálicos de su mochila y, con cuidado, los llenó hasta el borde de jugoso estofado. Le ofreció uno a Kazuma primero, y a su alumna después. Sacó tambien dos pares de cubiertos e hizo lo mismo. Anzu tomó su cuenco sin pensárselo, y se lo puso en el regazo, sobre las piernas cruzadas.
-Toma, come tú primero Kazuma-kun. Sólo tengo dos cuencos -admitió el Yotsuki con una risilla nerviosa-. Pero tranquilo, hay estofado de sobra. Yo usaré el de mi querida y educada alumna, que no ha esperado ni a que nuestro invitado tenga su plato listo.
Parecía evidente que a Anzu le importaba bien poco, en aquel momento, seguir el protocolo correctamente. Apenas Hida estaba hablando, ella ya devoraba con ansia su estofado.
-Por cierto, ¿qué les ha traído a un lugar como este? -preguntó el de Uzushio.
-Hemos venido a entrenar -respondió casi al momento Anzu, con la boca llena de carne y guiso-. Hida-sensei dice que aquí el aire es más limpio que en los bosques de Taki y no sé qué cosas más...
El nombrado esbozó una mueca de desaprobación, estaba claro que no le gustaba que su alumna se tomase tan a tontería sus palabras. Sin embargo, no dijo nada, y prefirió conducir el tema por otros derroteros.
-Así es, Kazuma-kun. No hay nada como pasar unos días en el Paraje del Bambú para pulir las habilidades de un shinobi. Aquí entrenaban antaño los poderosos ninjas de Kusagakure, y se dice que los troncos de bambú todavía vibran con el chakra de todo tipo de técnicas secretas.