22/02/2016, 15:49
Como una brisa de verano que viaja tardía, tanto que ha llegado en primavera o que bien se ha adelantado demasiado, la tarde lucía calurosa. Curiosidades de la vida, pues el clima en sí no había cambiado. El cielo estaba tan nublado como de costumbre, y la lluvia no cesaba en absoluto. En la calle, el frío era la rutina.
¿Cómo va a ser entonces que hiciese calor si bien fuera hacía frío? Sencillo, el torreón de la academia se caracterizaba por servir de práctica a los genin en medios climáticos drásticos, lo cual le servía para endurecerlos. Igual que había tormentas, aguaceros, y vendavales, existían los polos opuestos ofreciendo tormentas de arena, calurosas dunas, e insoportables terrales.
Nada que un buen shinobi o kunoichi sea incapaz de soportar.
*PLUFF*
Un golpe seco resonó en una enorme sala que parecía desierta, a excepción de una chica de cabellera blanca como el mármol.
—Kyah!— Acompañó en un grito, a la par que una rápida exhalación.
La sala tenía las paredes de color grisáceo, y numerosos sacos de boxeo colgado de manera aleatoria por la superficie de ésta. A parte de eso, poco mas había en la sala. Una puerta de color marrón dando entrada, y una de color verde dando salida, y paso al nivel 2 del torreón. Eso sí, había unos conductos de ventilación que no paraban de soltar aire a temperatura infierno. Tan cálido era el aire, que a un dragón se daría hasta una ducha fría.
Pero allí estaba ella, una Sarutobi de pies a cabeza, adicta al calor o al entrenamiento, a saber.
Claramente lo era al entrenamiento, pues no paraba de golpear el saco. Marcaba los golpes con contundencia, haciendo que el saco de boxeo se moviese continuamente. A excepción de los golpes y las exhalaciones de aire, lo único que sonaba en la sala era el chirrido de la cadena desde la que colgaba el mencionado saco.
Derecha directo, izquierda croché, derecha gancho, rodillazo izquierdo, y terminó con un lowkick que desestabilizó por completo al saco de boxeo. Con un rápido movimiento, se separó la chica del saco, y mantuvo las distancias para evitar ser arrollada. Pasó la mano por su frente, y se secó el sudor que comenzaba a caer hacia sus ojos.
—Ufff....—
Realmente odiaba las semanas pares, que eran las semanas en que entrenaba bajo condiciones climáticas calurosas. Pero en fin, quien algo quiere, algo le cuesta. Éste era su camino hacia su objetivo, al menos parte de él.
¿Cómo va a ser entonces que hiciese calor si bien fuera hacía frío? Sencillo, el torreón de la academia se caracterizaba por servir de práctica a los genin en medios climáticos drásticos, lo cual le servía para endurecerlos. Igual que había tormentas, aguaceros, y vendavales, existían los polos opuestos ofreciendo tormentas de arena, calurosas dunas, e insoportables terrales.
Nada que un buen shinobi o kunoichi sea incapaz de soportar.
*PLUFF*
Un golpe seco resonó en una enorme sala que parecía desierta, a excepción de una chica de cabellera blanca como el mármol.
—Kyah!— Acompañó en un grito, a la par que una rápida exhalación.
La sala tenía las paredes de color grisáceo, y numerosos sacos de boxeo colgado de manera aleatoria por la superficie de ésta. A parte de eso, poco mas había en la sala. Una puerta de color marrón dando entrada, y una de color verde dando salida, y paso al nivel 2 del torreón. Eso sí, había unos conductos de ventilación que no paraban de soltar aire a temperatura infierno. Tan cálido era el aire, que a un dragón se daría hasta una ducha fría.
Pero allí estaba ella, una Sarutobi de pies a cabeza, adicta al calor o al entrenamiento, a saber.
Claramente lo era al entrenamiento, pues no paraba de golpear el saco. Marcaba los golpes con contundencia, haciendo que el saco de boxeo se moviese continuamente. A excepción de los golpes y las exhalaciones de aire, lo único que sonaba en la sala era el chirrido de la cadena desde la que colgaba el mencionado saco.
Derecha directo, izquierda croché, derecha gancho, rodillazo izquierdo, y terminó con un lowkick que desestabilizó por completo al saco de boxeo. Con un rápido movimiento, se separó la chica del saco, y mantuvo las distancias para evitar ser arrollada. Pasó la mano por su frente, y se secó el sudor que comenzaba a caer hacia sus ojos.
—Ufff....—
Realmente odiaba las semanas pares, que eran las semanas en que entrenaba bajo condiciones climáticas calurosas. Pero en fin, quien algo quiere, algo le cuesta. Éste era su camino hacia su objetivo, al menos parte de él.