25/02/2016, 00:58
La chica caminó de un lado a otro sin cesar, continuaba haciendo cola en esa humilde charcutería, y moviéndose para no enfriarse. Lo último que deseaba era quedarse quieta, sería un completo suicidio, y bien lo sabía. Enfriar el cuerpo significaba al menos una semana resfriada, aunque por otro lado podría ser hasta bueno, lo que no te mata te hace mas fuerte.
Gesticuló un firme y rotundo sí de cabeza, y de pronto dejó de moverse. Quedó al son de la lluvia, esperando tranquilamente su turno en el comercio.
Tras no demasiado tiempo, comenzó a temblar como un gatito chico. El frío la había invadido. No era algo de extrañar, al fin y al cabo, era lo que esperaba. Por otro lado, ésto no la hizo perder la calma, seguía esperando su turno. Su firme mirada no apartaba de su actual objetivo, lástima que éste no fuese más épico que un simple embutido.
Bueno, ya queda poco.
Y así era, poco a poco había llegado hasta situarse en primera posición. No tardó en pedir los embutidos que quería, los metió en una bolsa, y continuó sus compras. No era lo mas divertido del mundo, pero estaba ejerciendo un entrenamiento a la par que realizaba sus labores, mataba dos pájaros de un solo tiro.
Bajo la luz de las tenues farolas, la peliblanco continuó su incursión.
Ésta vez buscaba algo de pan, quizás de molde. Era algo que no tenía claro, pero que ya terminaría de decidir conforme andaba. Observaba con detenimiento a su alrededor, prestando especial interés en los olores. Si buscaba un buen pan, era el detalle mas importante. Por un momento legó hasta a cerrar los ojos, así sin mas, en mitad de la calle.
Ésta acción no podía mas que traerle algún problema.
Lo peor, es que continuaba andando. En un principio no vio a nadie, pero al abrir los ojos, era tarde para reaccionar. Chocó sin reparos contra un chico de cabellera ausente. Si, se podría decir que ese chico no tenía un pelo de tonto.
—Ostras, p-perdón. Iba demasiado distraída.— Se disculpó ante el golpe.
El choque no había sido tan duro, pero si imprevisto, raro era que éste terminase en el suelo.
Gesticuló un firme y rotundo sí de cabeza, y de pronto dejó de moverse. Quedó al son de la lluvia, esperando tranquilamente su turno en el comercio.
Tras no demasiado tiempo, comenzó a temblar como un gatito chico. El frío la había invadido. No era algo de extrañar, al fin y al cabo, era lo que esperaba. Por otro lado, ésto no la hizo perder la calma, seguía esperando su turno. Su firme mirada no apartaba de su actual objetivo, lástima que éste no fuese más épico que un simple embutido.
Bueno, ya queda poco.
Y así era, poco a poco había llegado hasta situarse en primera posición. No tardó en pedir los embutidos que quería, los metió en una bolsa, y continuó sus compras. No era lo mas divertido del mundo, pero estaba ejerciendo un entrenamiento a la par que realizaba sus labores, mataba dos pájaros de un solo tiro.
Bajo la luz de las tenues farolas, la peliblanco continuó su incursión.
Ésta vez buscaba algo de pan, quizás de molde. Era algo que no tenía claro, pero que ya terminaría de decidir conforme andaba. Observaba con detenimiento a su alrededor, prestando especial interés en los olores. Si buscaba un buen pan, era el detalle mas importante. Por un momento legó hasta a cerrar los ojos, así sin mas, en mitad de la calle.
Ésta acción no podía mas que traerle algún problema.
Lo peor, es que continuaba andando. En un principio no vio a nadie, pero al abrir los ojos, era tarde para reaccionar. Chocó sin reparos contra un chico de cabellera ausente. Si, se podría decir que ese chico no tenía un pelo de tonto.
—Ostras, p-perdón. Iba demasiado distraída.— Se disculpó ante el golpe.
El choque no había sido tan duro, pero si imprevisto, raro era que éste terminase en el suelo.