25/02/2016, 12:49
Riko comprobó cómo, gracias a su pensada deliberación a la hora de escoger lo que iba a tomar, eligió algo que a la propia Katomi le pareció una mucho mejor elección que el batido de frutas salvajes, dado a la cara de impacto que puso la peliblanca al oír las palabras salir de la boca del pelinegro, cosa que afirmó la muchacha después, casi prácticamente a la vez que el rastas preguntaba de donde venía.
—Pues verás cuando un hombre y una mujer se gustan, pues se casan y tal. Al cabo de un tiempo, pueden dormir en la misma cama y eso, y cuando hacen eso, un pájaro gordo al que llaman cigüeña les trae un crío. Supongo que vengo de algún nido.—
Riko, que miraba atónito como la joven le explicaba todo el proceso, cuando ni si quiera era necesario, aunque, siendo sincero, al ojiazul se le escaparon algunas risas no muy sonoras, no solo por la explicación de la chica, si no por todo el paripé que la acompañó, gestos y caras que ponía mientras hablaba.
—Bueno, y después de eso me crié con unos padres normales en Amegakure hasta hoy día.—
Al final la pelibanca respondió a lo que el de Uzushio le había preguntado.
''Vaya... Así que es de Amegakure... Pero no lleva bandana, ¿acaso no es ninja?''
— Así que de Amegakure, ¿eh? ¿Es cierto eso que dicen de que no para de llover nunca? — La curiosidad podía con él y era algo que tenía que preguntar.
Poco después Riko se percató de que su acompañante miraba hacia alguna parte, y se dio cuenta de que el camarero había hecho acto de presencia, pero no para ellos, a ellos ni siquiera les había visto, simplemente se dedicó a descargar lo que llevaba en la bandeja en una de las mesas próximas y se marchó tal cual había venido, sin darse cuenta del gesto de la de ojos rojos, que había alzado la mano para llamarlo.
— No te preocupes, está muy lleno, es normal que estén muy ajetreados, no tardará mucho en pasarse por aquí... O eso espero... — Comentó el pequeño llevándose el dedo índice a la barbilla, en modo pensativo.
—Pues verás cuando un hombre y una mujer se gustan, pues se casan y tal. Al cabo de un tiempo, pueden dormir en la misma cama y eso, y cuando hacen eso, un pájaro gordo al que llaman cigüeña les trae un crío. Supongo que vengo de algún nido.—
Riko, que miraba atónito como la joven le explicaba todo el proceso, cuando ni si quiera era necesario, aunque, siendo sincero, al ojiazul se le escaparon algunas risas no muy sonoras, no solo por la explicación de la chica, si no por todo el paripé que la acompañó, gestos y caras que ponía mientras hablaba.
—Bueno, y después de eso me crié con unos padres normales en Amegakure hasta hoy día.—
Al final la pelibanca respondió a lo que el de Uzushio le había preguntado.
''Vaya... Así que es de Amegakure... Pero no lleva bandana, ¿acaso no es ninja?''
— Así que de Amegakure, ¿eh? ¿Es cierto eso que dicen de que no para de llover nunca? — La curiosidad podía con él y era algo que tenía que preguntar.
Poco después Riko se percató de que su acompañante miraba hacia alguna parte, y se dio cuenta de que el camarero había hecho acto de presencia, pero no para ellos, a ellos ni siquiera les había visto, simplemente se dedicó a descargar lo que llevaba en la bandeja en una de las mesas próximas y se marchó tal cual había venido, sin darse cuenta del gesto de la de ojos rojos, que había alzado la mano para llamarlo.
— No te preocupes, está muy lleno, es normal que estén muy ajetreados, no tardará mucho en pasarse por aquí... O eso espero... — Comentó el pequeño llevándose el dedo índice a la barbilla, en modo pensativo.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»