26/02/2016, 00:01
El pequeño golpe no parecía haber tenido mayor consecuencia. Sin embargo, no todo es lo que parece. El chico se disculpó de igual manera que había hecho anteriormente la peliblanco, e incluso preguntó si había sufrido algún daño mayor. A lo mejor se había excedido un poco en el hecho, pues el golpes apenas había sido duro, un simple tropezón que ni terminó en el suelo.
—N-no, tranquilo, tranquilo. Me encuentro bien.— Contestó rápidamente.
Sin embargo, como bien decía, si que hubo un afectado de todo ésto. El pobre chico había terminado afectado, su mirada lo había acusado. En el suelo reposaban en paz un palo con bolas de colores. Era un alimento muy popular, un aperitivo bastante sabroso, pero que reposaba en una improvisada tumba de agua.
Se llevó las manos a la cara, y puso un careto de horripilante arrepentimiento y abrumación. Se había quedado de piedra.
Ostras, cómo la he liado. Debería pagarle otra tanda, ¿qué mínimo? El pobrecito ni se ha enfadado.
Rápidamente se inclinó en un gesto de arrepentimiento. Lamentaba muchísimo el incidente.
—Lo siento muchísimo, de verdad. Ha sido sin querer. Permiteme comprarte otro, por favor.—
Sus disculpas eran sinceras, no le importaba perder un poco de dinero con tal de no fastidiar a alguien que no le había hecho daño alguno. Fue entonces que cayó en cuenta, ese tipo pelón le sonaba bastante, quizás hasta era de su promoción de genin. Estaba casi segura.
—Tu nombre era... ¿Makuramo?— Preguntó descaradamente. —Me suenas mucho, aunque puede que sea normal si vivimos en la misma aldea.—
Ahora le invadía la duda, ¿estaría en lo cierto? Bueno, al menos era suficiente para romper el hielo. Los dangos ya los habían roto, ahora el hielo.
—N-no, tranquilo, tranquilo. Me encuentro bien.— Contestó rápidamente.
Sin embargo, como bien decía, si que hubo un afectado de todo ésto. El pobre chico había terminado afectado, su mirada lo había acusado. En el suelo reposaban en paz un palo con bolas de colores. Era un alimento muy popular, un aperitivo bastante sabroso, pero que reposaba en una improvisada tumba de agua.
Se llevó las manos a la cara, y puso un careto de horripilante arrepentimiento y abrumación. Se había quedado de piedra.
Ostras, cómo la he liado. Debería pagarle otra tanda, ¿qué mínimo? El pobrecito ni se ha enfadado.
Rápidamente se inclinó en un gesto de arrepentimiento. Lamentaba muchísimo el incidente.
—Lo siento muchísimo, de verdad. Ha sido sin querer. Permiteme comprarte otro, por favor.—
Sus disculpas eran sinceras, no le importaba perder un poco de dinero con tal de no fastidiar a alguien que no le había hecho daño alguno. Fue entonces que cayó en cuenta, ese tipo pelón le sonaba bastante, quizás hasta era de su promoción de genin. Estaba casi segura.
—Tu nombre era... ¿Makuramo?— Preguntó descaradamente. —Me suenas mucho, aunque puede que sea normal si vivimos en la misma aldea.—
Ahora le invadía la duda, ¿estaría en lo cierto? Bueno, al menos era suficiente para romper el hielo. Los dangos ya los habían roto, ahora el hielo.