26/02/2016, 15:24
El pelado parecía ciertamente cortado, o meramente de pocas palabras. La kunoichi le intentó ofrecer un nuevo sustento alimenticio a causa de la perdida que le había provocado, pero éste parecía indispuesto. Quizás las pocas palabras se debiesen a que la chica había continuado hablando, como si fuese un monologo, pero en fin. Nadie es perfecto, eso todos lo sabemos.
Cuando Katomi terminó de hablar, quizás para respirar, el chico contestó audaz. Se presentó como Karamaru, ya le sonaba algo que su nombre tuviese una "k". Era genin, por lo tanto no se equivocaba, y corroboró lo que se temía. El calvete no quería que la chica le invitase a otra ronda del aperitivo que le acababa de fastidiar.
Lo primero que se le vino a la cabeza fue que era un gesto realmente descortés por su parte. ¿Rechazaba la invitación porque sí, o porque no quería ser invitado por una chica?
—No te diré mi nombre.— Contestó con un tono serio.
Se cruzó de brazos, y su cara mostró cierta inconformidad ante el gesto del chico.
—He tropezado contigo, y se te ha caído el aperitivo. Estoy intentando enmendar mi error invitándote a otro. ¿No entiendes que es una forma de disculparme? Al rechazar la invitación, me ofendes. ¿No quieres que te invite por alguna razón en especial? ¿Solo me odias?—
Lanzó las palabras como una lluvia de cuchillos, sin esperar que su antagonista tuviese un escudo para defenderse de esos metales, metafóricamente hablando. Su entrecejo estaba fruncido, y su mirada se clavaba en los orbes de Karamaru. Aún mantenía los brazos cruzados, evidentemente enfadada.
—O aceptas mi invitación, o dejo de respirar!— Amenazó al chico.
Entre tanto, tomó aire y lo contuvo, hinchando sus mofletes. Quizás pareciese la principio que estaba realmente enfadada, pero tan solo quería conseguir que el chico aceptase la invitación.
Cuando Katomi terminó de hablar, quizás para respirar, el chico contestó audaz. Se presentó como Karamaru, ya le sonaba algo que su nombre tuviese una "k". Era genin, por lo tanto no se equivocaba, y corroboró lo que se temía. El calvete no quería que la chica le invitase a otra ronda del aperitivo que le acababa de fastidiar.
Lo primero que se le vino a la cabeza fue que era un gesto realmente descortés por su parte. ¿Rechazaba la invitación porque sí, o porque no quería ser invitado por una chica?
—No te diré mi nombre.— Contestó con un tono serio.
Se cruzó de brazos, y su cara mostró cierta inconformidad ante el gesto del chico.
—He tropezado contigo, y se te ha caído el aperitivo. Estoy intentando enmendar mi error invitándote a otro. ¿No entiendes que es una forma de disculparme? Al rechazar la invitación, me ofendes. ¿No quieres que te invite por alguna razón en especial? ¿Solo me odias?—
Lanzó las palabras como una lluvia de cuchillos, sin esperar que su antagonista tuviese un escudo para defenderse de esos metales, metafóricamente hablando. Su entrecejo estaba fruncido, y su mirada se clavaba en los orbes de Karamaru. Aún mantenía los brazos cruzados, evidentemente enfadada.
—O aceptas mi invitación, o dejo de respirar!— Amenazó al chico.
Entre tanto, tomó aire y lo contuvo, hinchando sus mofletes. Quizás pareciese la principio que estaba realmente enfadada, pero tan solo quería conseguir que el chico aceptase la invitación.