27/02/2016, 16:31
—Kajiya Anzu, de Takigakure
Inclinó levemente la espalda a modo de reverencia, pero también lo hizo para comprobar hasta qué punto le permitían moverse las vendas. Era un poco doloroso, pero ya hacía una semana que le habían dado el alta, y ahora sólo tenía que usar calmantes. ¿Podía luchar en ese estado?
«Moverme, quizás. Ninjutsu, sin problemas. Pero como me ensarte cualquier ataque ella, me va a hacer demasiado daño».
—Conozco esa mirada, Daruu-kun. Tienes los ojos de alguien... ¡que quiere combatir!
«Mierda, lo ha notado...»
Chasqueó la lengua, lo cual probablemente fue contraproducente. Ahora sí que le había pillado.
—No te voy a mentir, sí que tengo ganas. Pero me preocupan las heridas. ¿Qué pasa si me caigo o si me pegas tú, aunque acordemos que es sólo un sparring? No quiero saberlo —rió, y puso la mano derecha con la palma hacia arriba—. Bueno, lo prometido es deuda. Atenta.
Hubo un destello esmeralda y el viento a su alrededor se removió, como en un torbellino invisible. Análogamente, encima de su mano, múltiples hilillos brillantes de energía giraron, retozaron en una danza que formó una esfera perfecta del color de las hojas de la hierba de un día de verano.
Daruu cerró la mano, y la esfera se disolvió como por arte de magia, dejando en el aire un último suspiro de chakra que se elevó buscando el cielo.
—Eso es todo.
Inclinó levemente la espalda a modo de reverencia, pero también lo hizo para comprobar hasta qué punto le permitían moverse las vendas. Era un poco doloroso, pero ya hacía una semana que le habían dado el alta, y ahora sólo tenía que usar calmantes. ¿Podía luchar en ese estado?
«Moverme, quizás. Ninjutsu, sin problemas. Pero como me ensarte cualquier ataque ella, me va a hacer demasiado daño».
—Conozco esa mirada, Daruu-kun. Tienes los ojos de alguien... ¡que quiere combatir!
«Mierda, lo ha notado...»
Chasqueó la lengua, lo cual probablemente fue contraproducente. Ahora sí que le había pillado.
—No te voy a mentir, sí que tengo ganas. Pero me preocupan las heridas. ¿Qué pasa si me caigo o si me pegas tú, aunque acordemos que es sólo un sparring? No quiero saberlo —rió, y puso la mano derecha con la palma hacia arriba—. Bueno, lo prometido es deuda. Atenta.
Hubo un destello esmeralda y el viento a su alrededor se removió, como en un torbellino invisible. Análogamente, encima de su mano, múltiples hilillos brillantes de energía giraron, retozaron en una danza que formó una esfera perfecta del color de las hojas de la hierba de un día de verano.
Daruu cerró la mano, y la esfera se disolvió como por arte de magia, dejando en el aire un último suspiro de chakra que se elevó buscando el cielo.
—Eso es todo.