27/02/2016, 17:06
''Pues creo que la he cagado un poco... Bastante''
Después del capón de, al parecer, chakra, encima de la cabeza del shinobi rubio, no había sabido controlar su fuerza y por ella, ya no solo la cama en la que dormía en rubio se había roto, sino que ambos habían acabado debajo de la habitación de Nabi, en una habitación llena de electrodomésticos usados para limpiar sábanas y albornoces, los pocos que suelen quedar mientras que los demás desaparecen por algún cliente tacaño que se lleva hasta los champús.
Al menos Nabi se habría levantado con aquel espectáculo.
Ella, por otra parte, había acabado con la cabeza enterrada entre sábanas sucias y con el camisón caído, dejando ver su ropa interior. Rápidamente se incorporó al escuchar una tos, buscando con rapidez al dueño de ésta, pero una luz cegó sus ojos verdosos, haciendo a la chica llevarse ambas manos a la cara para aminorar tal abominable cantidad de luz.
-¿Pero... Qué narices ha pasado aquí? - Una voz chillona apareció por la puerta de la blanca sala en la que se encontraba, bueno, blanca grisácea por la humedad que se podía sentir en la habitación. -Vosotros dos, ¿qué narices habéis hecho? ¡Aunque seáis ninjas no tenéis derecho a hacer semejantes destrozos en mi preciado hotel! - comenzó a regañar mientras se subía las gafas una y otra vez debido a la posición de su nariz, se notaba que parecía alterada.
Eri parpadeó varias veces hasta acostumbrarse, ¿no era la recepcionista que le había atendido? Se mordió el labio inferior nerviosa y se levantó de un salto desde su posición. Sus manos temblaban ante la regañina que la estaban echando pero no podía quitarle razón, ella había sido la única culpable del destrozo y, como buena kunoichi de Uzushiogakure, repararía los daños con dinero y esfuerzo.
Pero eso no impedía que quisiese llorar.
Un puchero se alojó en su cara y la nariz comenzaba a picar. -L-lo siento muchísimo, n-no pretendía hacer este destrozo... - Comenzó a decir mientras se retorcía las manos, claramente presa del nerviosismo que se estaba instaurando en su cuerpo. -P-pero no se preocupe, señora, ¡y-yo me encargaré de repararlo y de pagar los destrozos! - Agilizó su discurso para decir aquello.
La mujer levantó su canosa ceja y en sus labios formó una sonrisa ladina. -Bien... Bueno... Si estás dispuesta a eso, ¿quién soy yo para quitarte la ilusión? Pero no creas que será barato niña, y el suelo lo arreglarás antes de esta semana - Se volvió a colocar las gafas y miró ahora al Uchiha - Ahora, idos de aquí, volved a vuestros cuartos o lo que sea, ¡y no volváis a hacer más desperdicios! Estos jóvenes...
Y se marchó por donde había venido.
Suspiró pesadamente mientras se giraba a ver a su compañero de villa, y lo único que atinó a preguntar fue:
-¿Estás bien?
Después del capón de, al parecer, chakra, encima de la cabeza del shinobi rubio, no había sabido controlar su fuerza y por ella, ya no solo la cama en la que dormía en rubio se había roto, sino que ambos habían acabado debajo de la habitación de Nabi, en una habitación llena de electrodomésticos usados para limpiar sábanas y albornoces, los pocos que suelen quedar mientras que los demás desaparecen por algún cliente tacaño que se lleva hasta los champús.
Al menos Nabi se habría levantado con aquel espectáculo.
Ella, por otra parte, había acabado con la cabeza enterrada entre sábanas sucias y con el camisón caído, dejando ver su ropa interior. Rápidamente se incorporó al escuchar una tos, buscando con rapidez al dueño de ésta, pero una luz cegó sus ojos verdosos, haciendo a la chica llevarse ambas manos a la cara para aminorar tal abominable cantidad de luz.
-¿Pero... Qué narices ha pasado aquí? - Una voz chillona apareció por la puerta de la blanca sala en la que se encontraba, bueno, blanca grisácea por la humedad que se podía sentir en la habitación. -Vosotros dos, ¿qué narices habéis hecho? ¡Aunque seáis ninjas no tenéis derecho a hacer semejantes destrozos en mi preciado hotel! - comenzó a regañar mientras se subía las gafas una y otra vez debido a la posición de su nariz, se notaba que parecía alterada.
Eri parpadeó varias veces hasta acostumbrarse, ¿no era la recepcionista que le había atendido? Se mordió el labio inferior nerviosa y se levantó de un salto desde su posición. Sus manos temblaban ante la regañina que la estaban echando pero no podía quitarle razón, ella había sido la única culpable del destrozo y, como buena kunoichi de Uzushiogakure, repararía los daños con dinero y esfuerzo.
Pero eso no impedía que quisiese llorar.
Un puchero se alojó en su cara y la nariz comenzaba a picar. -L-lo siento muchísimo, n-no pretendía hacer este destrozo... - Comenzó a decir mientras se retorcía las manos, claramente presa del nerviosismo que se estaba instaurando en su cuerpo. -P-pero no se preocupe, señora, ¡y-yo me encargaré de repararlo y de pagar los destrozos! - Agilizó su discurso para decir aquello.
La mujer levantó su canosa ceja y en sus labios formó una sonrisa ladina. -Bien... Bueno... Si estás dispuesta a eso, ¿quién soy yo para quitarte la ilusión? Pero no creas que será barato niña, y el suelo lo arreglarás antes de esta semana - Se volvió a colocar las gafas y miró ahora al Uchiha - Ahora, idos de aquí, volved a vuestros cuartos o lo que sea, ¡y no volváis a hacer más desperdicios! Estos jóvenes...
Y se marchó por donde había venido.
Suspiró pesadamente mientras se giraba a ver a su compañero de villa, y lo único que atinó a preguntar fue:
-¿Estás bien?