28/02/2016, 17:29
Nabi, que se acababa de levantar, se estiró un poco a la vez que bostezaba. Se planteó volverse a dormir, pero dado que Eri se habia metido en un follon y que él tenia la cabeza fuera del sitio, probablemente, se desperezó y arrancó un trozo de la sabana para enrollarselo en la cabeza y que no dejara sangrando toda la cama y el suelo, y el techo, y toda la estancia que habia pasado a ocupar de forma abrupta.
Dejó a las mujeres hablar sin prestar demasiada atención, o eso parecia, solo se quedaba con las cosas importantes. Era increible como él dormido tenia más luces que su compañera de Uzushiogakure despues de haberle propinado un puñetazo potencialmente mortal y armamentisticamente hablando casi una bomba chakral. Esperó a que ambas acabaran y cuando la señora estaba a punto de irse, habló, como el salvador que se lanza al hambriento a darle pan cuando ya ha pedido a todos los vecinos de la localidad.
Espere. Seguramente nuestra villa se haga cargo de los gastos siempre que nosotros demos el visto bueno, así que el dinero no sera problema. No puede esperar que una kunoichi le haga una reparación. Así que tenga esto para agilizar el proceso y encarguese usted de todo. Esta muchacha esta ocupada con las semifinales de mañana.
Sacó un fajo de billetes importante e imponente de debajo de su almohada y se lo lanzó a la señora. A la que el discurso no le habia convencido, pero aquellos papeles de colorines sí que lo hicieron. Los ojos se le iluminaron incluso más que la luz que iluminaba la estancia.
Estos shinobis de Uzushiogakure, ¡siempre es un placer teneros en El Pony Dorado! Si me destrozais un par de habitaciones más podria poner una planta adicional.
Y desapareció con una sonrisa de oreja a oreja contando los papeles con una agilidad pasmosa. Eri suspiró a preguntó por el estado del shinobi.
-¿Estás bien?
Sí, aunque me duele un poco la cabeza.
Ese "poco" era para quedar como todo un macho dominante. Sentia que su cabeza era un coco que se acababa de partir y empezaba a sacar su fluidito cocotero. Ademas, el trozo de sabana empezaba a ser insuficiente para parar todo su liquidillo cocotero.
Dejó a las mujeres hablar sin prestar demasiada atención, o eso parecia, solo se quedaba con las cosas importantes. Era increible como él dormido tenia más luces que su compañera de Uzushiogakure despues de haberle propinado un puñetazo potencialmente mortal y armamentisticamente hablando casi una bomba chakral. Esperó a que ambas acabaran y cuando la señora estaba a punto de irse, habló, como el salvador que se lanza al hambriento a darle pan cuando ya ha pedido a todos los vecinos de la localidad.
Espere. Seguramente nuestra villa se haga cargo de los gastos siempre que nosotros demos el visto bueno, así que el dinero no sera problema. No puede esperar que una kunoichi le haga una reparación. Así que tenga esto para agilizar el proceso y encarguese usted de todo. Esta muchacha esta ocupada con las semifinales de mañana.
Sacó un fajo de billetes importante e imponente de debajo de su almohada y se lo lanzó a la señora. A la que el discurso no le habia convencido, pero aquellos papeles de colorines sí que lo hicieron. Los ojos se le iluminaron incluso más que la luz que iluminaba la estancia.
Estos shinobis de Uzushiogakure, ¡siempre es un placer teneros en El Pony Dorado! Si me destrozais un par de habitaciones más podria poner una planta adicional.
Y desapareció con una sonrisa de oreja a oreja contando los papeles con una agilidad pasmosa. Eri suspiró a preguntó por el estado del shinobi.
-¿Estás bien?
Sí, aunque me duele un poco la cabeza.
Ese "poco" era para quedar como todo un macho dominante. Sentia que su cabeza era un coco que se acababa de partir y empezaba a sacar su fluidito cocotero. Ademas, el trozo de sabana empezaba a ser insuficiente para parar todo su liquidillo cocotero.
—Nabi—