29/02/2016, 14:26
Un agradable día en Amegakure como era cualquier otro, el cielo rodeado de nubes de lluvia hasta donde la vista alcanzaba, algo que era aceptado por todos aquellos que vivían en la aldea por cual sea la razón. Si te gustaba la lluvia este era un lugar donde o bien vivirías a pleno o cambiarías de gustos.
Amegakure no tenía una super cordillera para bloquear el paso de sus enemigos, tampoco parecía estar en una altura ventajosa con respecto a los territorios vecinos sino que lo tenía un grande y bonito lago repleto de un grupo de shinobi adeptos a las técnicas que eran favorecidas por esa masa de agua.
Para mala suerte de Mogura, él no era uno de ellos y por esa razón cargaba consigo un paraguas, la mayor parte del tiempo era muy útil pues mantenía su cabeza seca, pero cuando el clima se ponía un poco mas "alegre" ya no servía tanto tener el paraguas abierto y arriesgar a romperlo.
Es por eso que se encontraba ahí en un islote cercano a la aldea, debajo de una choza que a alguien se le habría dado por construir algún tiempo atrás, no parecía ser un edificio con todo un grupo de inversionistas dispuestos a dar dinero para fabricarlo, sino mas bien algo que estaba armado de rejuntes de chapas, maderas y mucha buena onda, incluso alguien había hecho un grabado en uno de los pilares metálicos que aguantaba el techo.
No era un lugar oculto ni nada del otro mundo donde se encontraba el joven shinobi, había una linea despejada de arboles hasta la orilla e incluso se podia ver la aldea tranquilamente. El espacio estaba forrado por una fina capa de pasto no muy contento con el clima, unas baldosas de piedra del ancho de una persona adulta o quizá un poco menos.
Con lo fuerte que está ahora mismo la lluvia no creo que sea conveniente entrenar... ¿debería esperar a que pare o simplemente me marcho?
Pensaba para si mismo el muchacho mientras asomaba ligeramente su cabeza para ver el cielo y estiraba su brazo para sentir con sus propias manos el agua.
Amegakure no tenía una super cordillera para bloquear el paso de sus enemigos, tampoco parecía estar en una altura ventajosa con respecto a los territorios vecinos sino que lo tenía un grande y bonito lago repleto de un grupo de shinobi adeptos a las técnicas que eran favorecidas por esa masa de agua.
Para mala suerte de Mogura, él no era uno de ellos y por esa razón cargaba consigo un paraguas, la mayor parte del tiempo era muy útil pues mantenía su cabeza seca, pero cuando el clima se ponía un poco mas "alegre" ya no servía tanto tener el paraguas abierto y arriesgar a romperlo.
Es por eso que se encontraba ahí en un islote cercano a la aldea, debajo de una choza que a alguien se le habría dado por construir algún tiempo atrás, no parecía ser un edificio con todo un grupo de inversionistas dispuestos a dar dinero para fabricarlo, sino mas bien algo que estaba armado de rejuntes de chapas, maderas y mucha buena onda, incluso alguien había hecho un grabado en uno de los pilares metálicos que aguantaba el techo.
No era un lugar oculto ni nada del otro mundo donde se encontraba el joven shinobi, había una linea despejada de arboles hasta la orilla e incluso se podia ver la aldea tranquilamente. El espacio estaba forrado por una fina capa de pasto no muy contento con el clima, unas baldosas de piedra del ancho de una persona adulta o quizá un poco menos.
Con lo fuerte que está ahora mismo la lluvia no creo que sea conveniente entrenar... ¿debería esperar a que pare o simplemente me marcho?
Pensaba para si mismo el muchacho mientras asomaba ligeramente su cabeza para ver el cielo y estiraba su brazo para sentir con sus propias manos el agua.