1/03/2016, 08:05
Era una risa estrambótica, de aquellas que imaginas cuando se oye un cuento de terror. Y su efecto fue mucho más apropiado cuando la fuente de la misma se dejó ver tras el umbral, arrastrándose por el puente como quien acecha a su presa y está tan seguro de que va a atraparla que no le importa revelar su posición. Se encontraba sucio, esquelético; en condiciones evidentemente deplorables. El rostro se le veía cubierto por un solo muñón de pelo, grasiento; hecho que hacía juego con la atónita mirada que desplegaba sobre el tiburón y nadie más.
Kaido se sintió amenazado. Confuso por el hecho de que todo lo sucedido parecía, desde luego; una broma pesada. Hasta llegó a pensar que nada había ocurrido y que aún se encontraba dormido en las afueras del Valle, y que Yarou-dono nunca le dio permiso de visitar el famoso Bosque de Azur.
«O estoy soñando; o estos dos me están tomando el puto pelo» —Pero al pelliscar su brazo, nada pasó. Sólo consiguió humedecerse las manos con el agua generada por el apretón en su piel. Y al cuestionar a Datsue con una mirada inquisitiva, sólo recibió el abrupto gesto del desconocimiento.
La única persona capaz de darles una respuesta era Tenrai. Pero para su decepción, el rostro del viejo que había perdido a su hijo no le podía decir nada. Eso, o él no era lo suficientemente diestro leyendo a la gente como para sacar alguna conclusión aparente de su lenguaje corporal.
Sólo podía decir que, bajo su propia percepción, Tenrai lucía calmo. Aunque con la guardia en alto, no esperado para alguien que conoce las formas básicas de actuación de un shinobi.
—¿Y tú quien coño eres, puto energúmeno de los huevos? —su voz se quebró al final.
Joder, el pescado tenía miedo.
¡Ha… Ha… Ha…!
Kaido se sintió amenazado. Confuso por el hecho de que todo lo sucedido parecía, desde luego; una broma pesada. Hasta llegó a pensar que nada había ocurrido y que aún se encontraba dormido en las afueras del Valle, y que Yarou-dono nunca le dio permiso de visitar el famoso Bosque de Azur.
¡Ju… Ji… Ha… Ha…!
«O estoy soñando; o estos dos me están tomando el puto pelo» —Pero al pelliscar su brazo, nada pasó. Sólo consiguió humedecerse las manos con el agua generada por el apretón en su piel. Y al cuestionar a Datsue con una mirada inquisitiva, sólo recibió el abrupto gesto del desconocimiento.
La única persona capaz de darles una respuesta era Tenrai. Pero para su decepción, el rostro del viejo que había perdido a su hijo no le podía decir nada. Eso, o él no era lo suficientemente diestro leyendo a la gente como para sacar alguna conclusión aparente de su lenguaje corporal.
Sólo podía decir que, bajo su propia percepción, Tenrai lucía calmo. Aunque con la guardia en alto, no esperado para alguien que conoce las formas básicas de actuación de un shinobi.
—¿Y tú quien coño eres, puto energúmeno de los huevos? —su voz se quebró al final.
Joder, el pescado tenía miedo.