2/03/2016, 02:48
En cuanto Riko comentó que el individuo estaba en una dirección, casi no hizo caso a todo aquello que le rodeaba. Se centró en su presa, y el resto perdió color, sonido, y casi textura. En un principio hasta pensó en realizarle una técnica de fuego, y dejar que ese cuerpo de viera envuelto en llamas. Carbonizarlo hasta la muerte le pareció una grandiosa idea, pero quizás el segundo grito por parte de Riko le salvó.
La chica volvió a la realidad, la que dejaba una silueta dando la vuelta a una esquina, y a su recién conocido amigo buscando atraer su atención. Sin mas, la chica alzó a la carrera tras el chico de Uzu. No era tan rápido como él, pero de seguro ambos serían mas rápidos a lo que el civil pudiese ser.
Ambos corrieron por la dirección en que ese supuesto camarero, aka ratero, había salido corriendo. Sin embargo, al girar, solo vieron a gente y mas gente. El chico parecía haber desaparecido.
—¿Pero qué...?—
La chica se quedó a cuadros, no había nadie chocando a otras personas para tomar la carrera, nadie se disgustaba o vociferaba, nadie se quejaba de otro golpe, y nadie huía. No comprendía eso, alguien debía haber visto algo, ¿qué coño estaba pasando?. Sin palabras, miró hacia Riko, a ver si éste sabía qué hacer en ese momento.
Pero antes de que lo pudiese llevar la palabra, un hombre con una guerrera holgada con capucha que le cubría la cara pasó por el lado del genin de Uzu. Se topó con él, y se disculpó de manera tosca.
—Perdona tio.—
Sin mediar palabra, la peliblanco le agarró del brazo y le puso la zancadilla. En un abrir y cerrar de ojos, el chico ese terminó en el suelo, con la cara sobre el asfalto.
—TE VAS A REÍR DE TU PADRE, IMBECIL!— vociferó a la par que elevaba su puño.
Se disponía para hundirle la cabeza en el suelo, pero se contuvo. Le quitó la capucha, y evidentemente era el chico de antes. Se había apresurado en tomar esa nueva vestimenta, realmente era ágil y escurridizo. Por otro lado, a poca distancia del chico se había caído un objeto, otra cartera.
A saber si era la cartera de Riko, lo único que sabía la chica era que éste tipo iba a terminar mal.
—¿Donde está mi cartera?—
Amenazó la chica con el puño aún en alto.
La chica volvió a la realidad, la que dejaba una silueta dando la vuelta a una esquina, y a su recién conocido amigo buscando atraer su atención. Sin mas, la chica alzó a la carrera tras el chico de Uzu. No era tan rápido como él, pero de seguro ambos serían mas rápidos a lo que el civil pudiese ser.
Ambos corrieron por la dirección en que ese supuesto camarero, aka ratero, había salido corriendo. Sin embargo, al girar, solo vieron a gente y mas gente. El chico parecía haber desaparecido.
—¿Pero qué...?—
La chica se quedó a cuadros, no había nadie chocando a otras personas para tomar la carrera, nadie se disgustaba o vociferaba, nadie se quejaba de otro golpe, y nadie huía. No comprendía eso, alguien debía haber visto algo, ¿qué coño estaba pasando?. Sin palabras, miró hacia Riko, a ver si éste sabía qué hacer en ese momento.
Pero antes de que lo pudiese llevar la palabra, un hombre con una guerrera holgada con capucha que le cubría la cara pasó por el lado del genin de Uzu. Se topó con él, y se disculpó de manera tosca.
—Perdona tio.—
Sin mediar palabra, la peliblanco le agarró del brazo y le puso la zancadilla. En un abrir y cerrar de ojos, el chico ese terminó en el suelo, con la cara sobre el asfalto.
—TE VAS A REÍR DE TU PADRE, IMBECIL!— vociferó a la par que elevaba su puño.
Se disponía para hundirle la cabeza en el suelo, pero se contuvo. Le quitó la capucha, y evidentemente era el chico de antes. Se había apresurado en tomar esa nueva vestimenta, realmente era ágil y escurridizo. Por otro lado, a poca distancia del chico se había caído un objeto, otra cartera.
A saber si era la cartera de Riko, lo único que sabía la chica era que éste tipo iba a terminar mal.
—¿Donde está mi cartera?—
Amenazó la chica con el puño aún en alto.