2/03/2016, 16:35
Zetsuo asintió y cerró la puerta tras de sí sin mediar palabra alguna. Por lo visto, para Kiroe aquello fue una señal inequívoca de que había aceptado su propuesta de cena. Daruu estaba escéptico. La actitud de Zetsuo le parecía soberbiamente irrespetuosa.
—¿Y ese tío es una buena persona? —preguntó Daruu, después de que madre e hijo cerraran la puerta tras de sí.
—Por el camino aprenderás —explicó Kiroe—. Que las apariencias suelen engañar. "Ese tío" es un capullo insufrible, muchas veces, pero nos ha ayudado también otras tantas. Incluso a tu padre, al que tanto dice odiar.
Kiroe suspiró.
¿Tú no tienes una rivalidad con nadie, Daruu? ¿Alguien con el que te pelees muy a menudo, con el que no compartes muchas cosas pero en el fondo no podrías dejar marchar de tu vida?
Daruu negó con la cabeza. Tampoco es que hubiera hecho muchos amigos en la academia. Con Ayame tenía lo más parecido a una rivalidad, y desde luego no se llevaba mal con ella, precisamente.
—Pues qué soso eres, hombre —bufó Kiroe, bromeando, y le revolvió el pelo a su hijo. Daruu bufó y se apartó—. Venga, dúchate y arréglate, no querrás causarle mala impresión a tu compañera.
Daruu sintió como los colores le subían desde las puntas de los dedos hasta la frente, y tuvo que darse la vuelta para que Kiroe no apreciara el rubor. Kiroe le guiñó un ojo aunque él no pudiera verlo, y dejó caer una risilla antes de desaparecer con las maletas hacia la habitación.
—¡Mamá! ¿No necesitas ayuda con el equipaje?
—¡Si hombre! Entonces no llegas a tiempo, no te jode. La última vez te pasaste una hora lavándote el pelo.
Kiroe y Daruu asistieron a la hora prevista al pasillo junto a la otra familia. La mujer iba vestida con un kimono largo y púrpura que hacía juego con sus ojos, y que llevaba unos bonitos estampados de flores de color rosa pálido. Daruu iba vestido con un uwagi de color negro. Acompañaba la vestimenta con unos pantalones del mismo color y unas sandalias de paja tradicionales.
Observó a los allí presentes analizando sus vestimentas. Zetsuo era elegante, pero serio. Kori era tan blanco como la nieve, poca novedad ahí. Ayame...
...estaba muy guapa. Pero esa cinta no le favorecía. «¿Por qué esa obsesión por cubrirse la frente?»
—¡Hola! Bueno, ya estamos todos aquí —anunció Kiroe, afirmando lo evidente—. Qué guapos vais todos.
Aunque le daba un poco de repelús, se alegraba de que Kiroe no hubiese excluído a Zetsuo de ese "todos" con algún comentario más satírico que procedente.
—¿Y ese tío es una buena persona? —preguntó Daruu, después de que madre e hijo cerraran la puerta tras de sí.
—Por el camino aprenderás —explicó Kiroe—. Que las apariencias suelen engañar. "Ese tío" es un capullo insufrible, muchas veces, pero nos ha ayudado también otras tantas. Incluso a tu padre, al que tanto dice odiar.
Kiroe suspiró.
¿Tú no tienes una rivalidad con nadie, Daruu? ¿Alguien con el que te pelees muy a menudo, con el que no compartes muchas cosas pero en el fondo no podrías dejar marchar de tu vida?
Daruu negó con la cabeza. Tampoco es que hubiera hecho muchos amigos en la academia. Con Ayame tenía lo más parecido a una rivalidad, y desde luego no se llevaba mal con ella, precisamente.
—Pues qué soso eres, hombre —bufó Kiroe, bromeando, y le revolvió el pelo a su hijo. Daruu bufó y se apartó—. Venga, dúchate y arréglate, no querrás causarle mala impresión a tu compañera.
Daruu sintió como los colores le subían desde las puntas de los dedos hasta la frente, y tuvo que darse la vuelta para que Kiroe no apreciara el rubor. Kiroe le guiñó un ojo aunque él no pudiera verlo, y dejó caer una risilla antes de desaparecer con las maletas hacia la habitación.
—¡Mamá! ¿No necesitas ayuda con el equipaje?
—¡Si hombre! Entonces no llegas a tiempo, no te jode. La última vez te pasaste una hora lavándote el pelo.
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Kiroe y Daruu asistieron a la hora prevista al pasillo junto a la otra familia. La mujer iba vestida con un kimono largo y púrpura que hacía juego con sus ojos, y que llevaba unos bonitos estampados de flores de color rosa pálido. Daruu iba vestido con un uwagi de color negro. Acompañaba la vestimenta con unos pantalones del mismo color y unas sandalias de paja tradicionales.
Observó a los allí presentes analizando sus vestimentas. Zetsuo era elegante, pero serio. Kori era tan blanco como la nieve, poca novedad ahí. Ayame...
...estaba muy guapa. Pero esa cinta no le favorecía. «¿Por qué esa obsesión por cubrirse la frente?»
—¡Hola! Bueno, ya estamos todos aquí —anunció Kiroe, afirmando lo evidente—. Qué guapos vais todos.
Aunque le daba un poco de repelús, se alegraba de que Kiroe no hubiese excluído a Zetsuo de ese "todos" con algún comentario más satírico que procedente.