2/03/2016, 22:29
Ante la rápida acción de la chica, el rasta quedó un tanto anonadado. Cuando vio en el suelo al sujeto, no tardó en entenderlo, se trataba del mismo ratero de poca monda, pero ágil reacción. Sin duda, su cambio de vestimenta, así como su tergiversado plan de robar a unos shinobis, era digna de elogio. Pero a cada cual le llega su momento de redención. Por mas que practiques siendo ratero, en algún momento te pillarán. Igual que siendo shinobi, en algún momento te pillarán por la espalda o distraído.
Riko amenazó al carterista, sugiriendo que le devolviese a Katomi la cartera antes de que ella se enfadase, ciertamente no le convenía. Por otro lado, se aseguró de que no era su cartera la que había caído a un lado. La tomó también, y sugirió que lo llevasen ante la seguridad de esa ciudadela. Un ratero seguro que estaba mal mirado.
El chico palideció mas de lo que jamás se hubiese podido imaginar en una persona. Hasta su cuerpo pareció comenzar a temblar. Realmente ahora si que tenía miedo.
—No, por favor! Dejadme libre y os daré todas las carteras que tengo! por favor!— Inquirió rápidamente.
Sin embargo, quizás ni pensó en lo que estaba sugiriendo. Les estaba diciendo a unos shinobis que se quedasen con unas cuantas carteras robadas a cambio de no delatarlo, ¿en serio?
—¿Por qué clase de personas nos has tomado? ¿Primero nos robas, y ahora nos pides que no te delatemos a cambio de parte de tu botín? ¿En serio?—
La peliblanco ni esperó respuesta. Le metió la mano en uno de los bolsillos de la chaqueta, y no encontró nada. Evidentemente, prosiguió su búsqueda palpando en los otros bolsillos. Cuando comenzó a sacar carteras, pudo llegar a contar un total de diez, además de la otra que había caído al suelo antes.
—Once personas a las que le has dado el día... Bueno, diez, porque a ésta no le has dado demasiada coba.—
La chica se puso en pie, soltando al chico. Éste no se movió siquiera, sabía que como se levantase tan solo le estaría dando un motivo para que lo golpeasen, o eso quería pensar Katomi.
—Entonces, ¿lo llevamos a las autoridades ya? Ésta es la mía.— Sugirió a Riko mostrando su cartera.
Realmente no había necesidad, pero dejar a un ratero libre tampoco era una grandiosa idea.
Riko amenazó al carterista, sugiriendo que le devolviese a Katomi la cartera antes de que ella se enfadase, ciertamente no le convenía. Por otro lado, se aseguró de que no era su cartera la que había caído a un lado. La tomó también, y sugirió que lo llevasen ante la seguridad de esa ciudadela. Un ratero seguro que estaba mal mirado.
El chico palideció mas de lo que jamás se hubiese podido imaginar en una persona. Hasta su cuerpo pareció comenzar a temblar. Realmente ahora si que tenía miedo.
—No, por favor! Dejadme libre y os daré todas las carteras que tengo! por favor!— Inquirió rápidamente.
Sin embargo, quizás ni pensó en lo que estaba sugiriendo. Les estaba diciendo a unos shinobis que se quedasen con unas cuantas carteras robadas a cambio de no delatarlo, ¿en serio?
—¿Por qué clase de personas nos has tomado? ¿Primero nos robas, y ahora nos pides que no te delatemos a cambio de parte de tu botín? ¿En serio?—
La peliblanco ni esperó respuesta. Le metió la mano en uno de los bolsillos de la chaqueta, y no encontró nada. Evidentemente, prosiguió su búsqueda palpando en los otros bolsillos. Cuando comenzó a sacar carteras, pudo llegar a contar un total de diez, además de la otra que había caído al suelo antes.
—Once personas a las que le has dado el día... Bueno, diez, porque a ésta no le has dado demasiada coba.—
La chica se puso en pie, soltando al chico. Éste no se movió siquiera, sabía que como se levantase tan solo le estaría dando un motivo para que lo golpeasen, o eso quería pensar Katomi.
—Entonces, ¿lo llevamos a las autoridades ya? Ésta es la mía.— Sugirió a Riko mostrando su cartera.
Realmente no había necesidad, pero dejar a un ratero libre tampoco era una grandiosa idea.