5/03/2016, 02:17
El chico de orbes azules pareció sorprendido sobre la procedencia de la kunoichi, realmente sorprendido, quizás demasiado. Si había algo que sacar en conclusión de el poco tiempo que llevaba conociéndolo, era que a parte de mono, era exagerado con ganas. Se le iba de las manos, y bastante. Tampoco era algo malo, pero se dejaba llevar por las sensaciones hasta niveles algo sobrehumanos. No entendía el porqué, la familia Sarutobi no era mas que otro apellido con historia, que quedaron en tan solo eso, historia.
Hasta él mismo se dio cuenta. No tardó en redimirse, se emocionaba con facilidad según decía. No, apenas lo había podido notar, notese la ironía. ¿Qué debía llorar o reír? ¿Por qué tanta emoción porque fuese Sarutobi?
—Jajajaja... no pasa nada.— Respondió con una tímida risa. —Si, pertenezco al clan Sarutobi.—
Sin demasiada demora, el chico avistó que la kunoichi se había cebado a golpes con un maltrecho saco de boxeo. De pronto, el joven comenzó un bombardeo masivo de preguntas. Primero le preguntó si estaba entrenando su forma física, luego preguntó si era por liberar estrés que lo había golpeado, luego vino un elogio, y terminó preguntándole si era experta en taijutsu. La peliblanco quedó por un instante en silencio, abrumada quizás ante tantas preguntas seguidas.
—La verdad, ésta semana me toca entrenar bajo temperaturas altas y calor. Me puse a golpear el saco porque es una de las cosas que peor llevo, los golpes físicos. Mi especialidad es el katon, las técnicas ígneas. Así que aproveché para matar a dos pájaros de un tiro al entrenar de éste modo.—
Simple, sencillo, y directa. La respuesta de la chica no podía dejar lugar a dudas. Quizás había sido hasta demasiado detallada, pues daba a entender que era parte de un planing de entrenamiento bien elaborado. Tan solo esperaba que no preguntase por él, no le gustaba para nada mentir, pero tampoco quería decirle sus modos de entrenamiento a un completo desconocido.
—¿Y tú qué hacías por aquí antes de llegar rodando?—
Su pregunta sin duda evadiría un poco el tema con un poco de suerte.
Hasta él mismo se dio cuenta. No tardó en redimirse, se emocionaba con facilidad según decía. No, apenas lo había podido notar, notese la ironía. ¿Qué debía llorar o reír? ¿Por qué tanta emoción porque fuese Sarutobi?
—Jajajaja... no pasa nada.— Respondió con una tímida risa. —Si, pertenezco al clan Sarutobi.—
Sin demasiada demora, el chico avistó que la kunoichi se había cebado a golpes con un maltrecho saco de boxeo. De pronto, el joven comenzó un bombardeo masivo de preguntas. Primero le preguntó si estaba entrenando su forma física, luego preguntó si era por liberar estrés que lo había golpeado, luego vino un elogio, y terminó preguntándole si era experta en taijutsu. La peliblanco quedó por un instante en silencio, abrumada quizás ante tantas preguntas seguidas.
—La verdad, ésta semana me toca entrenar bajo temperaturas altas y calor. Me puse a golpear el saco porque es una de las cosas que peor llevo, los golpes físicos. Mi especialidad es el katon, las técnicas ígneas. Así que aproveché para matar a dos pájaros de un tiro al entrenar de éste modo.—
Simple, sencillo, y directa. La respuesta de la chica no podía dejar lugar a dudas. Quizás había sido hasta demasiado detallada, pues daba a entender que era parte de un planing de entrenamiento bien elaborado. Tan solo esperaba que no preguntase por él, no le gustaba para nada mentir, pero tampoco quería decirle sus modos de entrenamiento a un completo desconocido.
—¿Y tú qué hacías por aquí antes de llegar rodando?—
Su pregunta sin duda evadiría un poco el tema con un poco de suerte.