5/03/2016, 03:27
De alguna manera, después del combate, el aire del bosque se sentía especialmente fresco y la brisa con su arrullar esparcía cierta sensación de tranquilidad. Tanto verde y tanto silencio hacían difícil imaginar que hacía unos segundo un trueno desgarrador marco los movimientos finales de un “combate” entre Genins.
Después de caminar en silencio, uno junto al otro, por unos segundos se reencontraron con el sensei de la jovencita. Les recibió con amabilidad e interés, y con los trastes vacíos y limpios que habían utilizado para alimentarse hace poco. Anzu respondió con sencillez, asegurando que había aprendido cosas muy útiles.
«Supongo que puede que encuentre alguna utilidad en las artimañas que utilice —se aseguró a sí mismo—. Puede que las aplique o que aprenda a contrarrestarlas.»
Se encontraba observando a la Kunoichi cuando Hida se dirigió hacia él. Con cortesía le extendió su espada como con intención de mostrar que sentía cierto respeto por la misma. En aquel instante Kazuma no pudo reprimir una leve mueca de preocupación, como la de un chico que sabe que estará en problemas cuando llegue a casa.
—Gracias —dijo cuando la tomo con cierta precaución, como si fuera a quemarle—. Aunque no creo que exista forma en que pueda olvidarme de Bohimei.
Su actuar era un poco extraño, pero no era algo que pudiera explicar. Bohimei tenía una actitud difícil de sobrellevar, pues solía ser muy caprichosa en cuanto a cumplir los deseos inconscientes de su amo. De resto solía permanecer en silencio si no tenía nada importante que decir, a menos claro que se diera la casualidad de que alguien más le pusiera las manos encima. Por alguna razón se sentía ultrajada cuando un extraño la tocaba, como cuando un desconocido se atreve a rozar el cuerpo de una mujer casada. Eran poca las ocasiones en las que había permitido que aquello pasara, pero cuando se daba el caso, Bohimei se extendía por horas en sus quejas y lloriqueos dentro de la mente del Ishimura.
—Una compañera difícil sin duda. —Respondió luego de haberla tomado.
Mientras los nativos de Takigakure levantaban sus pertenencias para ponerse en marcha, el de ojos grises revisaba sus sandalias y sus ropas, asegurándose de que todo estuviera en orden para emprender la caminata al pueblo más cercano. Todo eso mientras sostenía su espada y manifestaba una expresión idéntica a quienes le están montando una bronca bien merecida, como la de cualquier hombre casado que llega tarde y ebrio a casa.
—¿Sabrás orientarte, Kazuma-san? Recuerda, ¡no te salgas de los caminos! La próxima vez puede que no encuentres a una pareja de ninjas tan molones como nosotros para que te saquen las castañas del fuego —añadió, con un guiño cómplice.
—No creo que tenga dificultades si me mantengo alejado del bambú. De todos modos, por ahora no quisiera tener que darle a nadie más el honor de alimentarme o de freírse con un rayo jejeje —dijo con humor—. Pero en serio, ha sido un honor conocerlos. Gracias por todo.
Y sin más palabras que dedicar, dio una leve reverencia y comenzó su camino de retorno a Uzushio.
Después de caminar en silencio, uno junto al otro, por unos segundos se reencontraron con el sensei de la jovencita. Les recibió con amabilidad e interés, y con los trastes vacíos y limpios que habían utilizado para alimentarse hace poco. Anzu respondió con sencillez, asegurando que había aprendido cosas muy útiles.
«Supongo que puede que encuentre alguna utilidad en las artimañas que utilice —se aseguró a sí mismo—. Puede que las aplique o que aprenda a contrarrestarlas.»
Se encontraba observando a la Kunoichi cuando Hida se dirigió hacia él. Con cortesía le extendió su espada como con intención de mostrar que sentía cierto respeto por la misma. En aquel instante Kazuma no pudo reprimir una leve mueca de preocupación, como la de un chico que sabe que estará en problemas cuando llegue a casa.
—Gracias —dijo cuando la tomo con cierta precaución, como si fuera a quemarle—. Aunque no creo que exista forma en que pueda olvidarme de Bohimei.
Su actuar era un poco extraño, pero no era algo que pudiera explicar. Bohimei tenía una actitud difícil de sobrellevar, pues solía ser muy caprichosa en cuanto a cumplir los deseos inconscientes de su amo. De resto solía permanecer en silencio si no tenía nada importante que decir, a menos claro que se diera la casualidad de que alguien más le pusiera las manos encima. Por alguna razón se sentía ultrajada cuando un extraño la tocaba, como cuando un desconocido se atreve a rozar el cuerpo de una mujer casada. Eran poca las ocasiones en las que había permitido que aquello pasara, pero cuando se daba el caso, Bohimei se extendía por horas en sus quejas y lloriqueos dentro de la mente del Ishimura.
—Una compañera difícil sin duda. —Respondió luego de haberla tomado.
Mientras los nativos de Takigakure levantaban sus pertenencias para ponerse en marcha, el de ojos grises revisaba sus sandalias y sus ropas, asegurándose de que todo estuviera en orden para emprender la caminata al pueblo más cercano. Todo eso mientras sostenía su espada y manifestaba una expresión idéntica a quienes le están montando una bronca bien merecida, como la de cualquier hombre casado que llega tarde y ebrio a casa.
—¿Sabrás orientarte, Kazuma-san? Recuerda, ¡no te salgas de los caminos! La próxima vez puede que no encuentres a una pareja de ninjas tan molones como nosotros para que te saquen las castañas del fuego —añadió, con un guiño cómplice.
—No creo que tenga dificultades si me mantengo alejado del bambú. De todos modos, por ahora no quisiera tener que darle a nadie más el honor de alimentarme o de freírse con un rayo jejeje —dijo con humor—. Pero en serio, ha sido un honor conocerlos. Gracias por todo.
Y sin más palabras que dedicar, dio una leve reverencia y comenzó su camino de retorno a Uzushio.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)