5/03/2016, 17:58
Tenía todo el sentido del mundo, si haces una cosa durante mucho tiempo y con empeño eventualmente te volverías bueno en eso. Parecía ser de la gente que se esforzaba en progresar, gente como esa es la que lucharía contra el clima y edificaría una aldea en las tierras donde nunca para de llover e incluso se aprovecharía de esta para hacerla brillar.
Ningún mar en calma hizo experto a un marinero.
Comentó en respuesta al dicho que contesto la kunoichi de pelo blanco. Sarutobi Katomi, un buen nombre para una persona tan entusiasta sin duda alguna. Se inclinó levemente, llevando su mano derecha hacía el piso y apoyándose apenas sobre sus nudillos, bajó su frente un poco sin perder contacto visual, simplemente una cuestión de etiqueta inculcada por las generaciones anteriores encargadas de la crianza del shinobi.
Manase Mogura, el placer es mio. Mis disculpas por interrumpir tu entrenamiento.
Correspondió la presentación también con una ligera sonrisa en el rostro, algunos dirían que también seria preciso pedir perdón por interrumpir a la gente, andar de metido y todo eso, dadas las condiciones en que se conocían parecía ser una situación agradable, al menos nadie le sacaba los ojos a nadie. Recuperó su postura sentándose de una forma relajada para luego escuchar la pregunta de la chica.
Supongo que esa es la impresión que doy llevando este paraguas a todos lados...
Contestó en un principio haciendo girar el paraguas en la mano mientras desviaba ligeramente su mirada hasta este y llevándose su mano derecha, es decir su mano libre, hasta el mentón, la típica postura que uno adopta para divagar de las cosas.
Me tuve que mover a la aldea cuando era chico por... digamosle cuestiones familiares. Después de un tiempo estando aquí me uno se debería acostumbrar a que llueva a diario y pasando por la academia ninja te acostumbran un poco más... aun así no parece que el clima desee que camine por sus tierras.
Dejo escapar un ligero suspiro, recordando algunas de aquellas experiencias molestas de cambiar de hogar o llegar a la academia con los pergaminos mojados, para después reír un poco de su pesada suerte, un tanto resignado quizás. Intento en varias ocasiones poder disfrutar de la lluvia caerle libremente en el rostro pero no había caso.
¿Que hay de ti, Katomi-senpai? ¿Creciste en este clima tormentoso? Porque parece que ya eres lo suficientemente fuerte como para dejar en casa tu paraguas.
Preguntó dibujando ligeramente una sonrisa en su rostro, asumió para si mismo que la persona con la que estaba hablando era una kunoichi con un tiempo mas de graduada y por tanto le correspondería el sufijo de senpai, teniendo en cuenta que apenas habían cruzado palabras sería lo mas adecuado dentro de lo informal.
Ningún mar en calma hizo experto a un marinero.
Comentó en respuesta al dicho que contesto la kunoichi de pelo blanco. Sarutobi Katomi, un buen nombre para una persona tan entusiasta sin duda alguna. Se inclinó levemente, llevando su mano derecha hacía el piso y apoyándose apenas sobre sus nudillos, bajó su frente un poco sin perder contacto visual, simplemente una cuestión de etiqueta inculcada por las generaciones anteriores encargadas de la crianza del shinobi.
Manase Mogura, el placer es mio. Mis disculpas por interrumpir tu entrenamiento.
Correspondió la presentación también con una ligera sonrisa en el rostro, algunos dirían que también seria preciso pedir perdón por interrumpir a la gente, andar de metido y todo eso, dadas las condiciones en que se conocían parecía ser una situación agradable, al menos nadie le sacaba los ojos a nadie. Recuperó su postura sentándose de una forma relajada para luego escuchar la pregunta de la chica.
Supongo que esa es la impresión que doy llevando este paraguas a todos lados...
Contestó en un principio haciendo girar el paraguas en la mano mientras desviaba ligeramente su mirada hasta este y llevándose su mano derecha, es decir su mano libre, hasta el mentón, la típica postura que uno adopta para divagar de las cosas.
Me tuve que mover a la aldea cuando era chico por... digamosle cuestiones familiares. Después de un tiempo estando aquí me uno se debería acostumbrar a que llueva a diario y pasando por la academia ninja te acostumbran un poco más... aun así no parece que el clima desee que camine por sus tierras.
Dejo escapar un ligero suspiro, recordando algunas de aquellas experiencias molestas de cambiar de hogar o llegar a la academia con los pergaminos mojados, para después reír un poco de su pesada suerte, un tanto resignado quizás. Intento en varias ocasiones poder disfrutar de la lluvia caerle libremente en el rostro pero no había caso.
¿Que hay de ti, Katomi-senpai? ¿Creciste en este clima tormentoso? Porque parece que ya eres lo suficientemente fuerte como para dejar en casa tu paraguas.
Preguntó dibujando ligeramente una sonrisa en su rostro, asumió para si mismo que la persona con la que estaba hablando era una kunoichi con un tiempo mas de graduada y por tanto le correspondería el sufijo de senpai, teniendo en cuenta que apenas habían cruzado palabras sería lo mas adecuado dentro de lo informal.