7/03/2016, 16:53
Una vez el rubio fuera curado y vendada estaba su cabeza, sin rastro del líquido carmesí tan familiar para la kunoichi de Uzushiogakure; la joven susodicha se sintió totalmente aliviada. Suspiró mientras dejaba los utensilios que había empleado para curar a su mejor amigo y luego se había acercado a la ventana, justamente posicionada trás la cama, mientras Mike, ya despierto, daba vueltas sobre sí mismo para intentar alcanzar la parte trasera de su anatomía.
Negó con la cabeza varias veces, sumida en sus pensamientos, mientras le dedicaba una risa muda al can.
''Solo unas horas más...'' Divagaba entre estrategias, entre técnicas ya aprendidas y posibles ofensivas de sus contrincantes, aunque solo sabía que Yota usaba especies de telarañas y que Juro tenía un látigo, de Ayame ni sabía ni recordaba haber conocido algo... Un escalofrío recorrió su espalda e hizo que acobijase su pequeño cuerpo entre sus brazos, era primavera, pero aun sentía el frío recorrer las calles cuando el sol se ponía.
Echaba de menos Uzushio.
Un sonido la sacó de sus pensamientos, dando un salto en su posición para ver como Nabi se levantaba de golpe, y luego de lanzar miradas a varios lados - a Mike, por ejemplo - se volvía a tumbar. Eri ladeó la cabeza y lanzó una sonrisa al aire, parecía que fuera de lo normal, Nabi no estaba mal.
Con cautela se acercó a él y se sentó en la cama, agitándole el brazo con suavidad - con suavidad, nada de fuerza sobrehumana ni cosas así -, llamándole en silencio. Y cuando la mirase, hablaría:
-Buenas noches, Nabi-kun - Musitó en voz baja -Lo siento mucho por haberte hecho daño de nuevo... - Su mano acariciaba el brazo del rubio lentamente, y su mirada viajó a un punto muy lejos de allí -¿Cómo te encuentras?
Se llevó la mano que tenía libre de tareas a la cabeza, revolviéndose el cabello que ya de por sí se encontraba desordenado, y prosiguió -Yo... No podía dormir, estoy muy nerviosa por mañana y... Como tu siempre has sido quién me ha tranquilizado... Quería... yo... - Balbuceó, entre nerviosa y abrumada -¿Podrías pasar conmigo la noche?
Negó con la cabeza varias veces, sumida en sus pensamientos, mientras le dedicaba una risa muda al can.
''Solo unas horas más...'' Divagaba entre estrategias, entre técnicas ya aprendidas y posibles ofensivas de sus contrincantes, aunque solo sabía que Yota usaba especies de telarañas y que Juro tenía un látigo, de Ayame ni sabía ni recordaba haber conocido algo... Un escalofrío recorrió su espalda e hizo que acobijase su pequeño cuerpo entre sus brazos, era primavera, pero aun sentía el frío recorrer las calles cuando el sol se ponía.
Echaba de menos Uzushio.
Un sonido la sacó de sus pensamientos, dando un salto en su posición para ver como Nabi se levantaba de golpe, y luego de lanzar miradas a varios lados - a Mike, por ejemplo - se volvía a tumbar. Eri ladeó la cabeza y lanzó una sonrisa al aire, parecía que fuera de lo normal, Nabi no estaba mal.
Con cautela se acercó a él y se sentó en la cama, agitándole el brazo con suavidad - con suavidad, nada de fuerza sobrehumana ni cosas así -, llamándole en silencio. Y cuando la mirase, hablaría:
-Buenas noches, Nabi-kun - Musitó en voz baja -Lo siento mucho por haberte hecho daño de nuevo... - Su mano acariciaba el brazo del rubio lentamente, y su mirada viajó a un punto muy lejos de allí -¿Cómo te encuentras?
Se llevó la mano que tenía libre de tareas a la cabeza, revolviéndose el cabello que ya de por sí se encontraba desordenado, y prosiguió -Yo... No podía dormir, estoy muy nerviosa por mañana y... Como tu siempre has sido quién me ha tranquilizado... Quería... yo... - Balbuceó, entre nerviosa y abrumada -¿Podrías pasar conmigo la noche?