8/03/2016, 01:40
Los dos muchachos siguieron con su conversación como si nada, aunque no pasó inadvertido para Anzu que ambos se habían fijado en ella. El por qué no lo sabía, aunque podía hacerse una idea. En mitad de aquella ceremonia tan tradicional, e incluso vistiendo kimono y haori, su aspecto resaltaba entre la multitud. Para la ocasión se había rasurado ambos lados de la cabeza, y el resto de su melena, que había crecido notablemente durante un mes, estaba recogida en una cola de caballo que le llegaba apenas un poco más abajo de la nuca. Un peinado 'mohawk', o al menos eso había leído en una revista de moda; no es que Anzu fuese aficionada a tales lecturas, ni mucho menos, pero a la hora de encontrar un buen peinado, probaban ser sumamente efectivas.
Sea como fuere, la Yotsuki se sintió ligeramente molesta cuando los dos chicos la ignoraron deliberadamente. Agarrando su jarra de zumo de mango con una mano, se puso en pie mientras observaba al más alto curvarse en una reverencia exquisitamente ejecutada. ¿Y éste? Hay que joderse, por cómo luce su ropa y esa reverencia, debe de ser uno de los ricachones de la Aldea. Aquello no hizo sino darle más jugo a la situación. Decidida, Anzu se acercó a los tipos con la sola compañía de su jarra de jugo frutal.
-¡Eh, socios! ¿Qué os trae por aquí? -interpeló, sólo para darse cuenta de lo estúpida que era aquella pregunta-. Me llamo Anzu.
Le tendió una mano al más alto, y al fijarse más detenidamente, pudo ver que tenía un ojo de cada color. ¿Qué cojones...? ¿Será algún tipo de Doujutsu? Luego hizo lo mismo con el otro, que parecía más duro y 'de su estilo'. Aquella pareja era tan singular, que verlos uno al lado del otro le arrancó una breve carcajada a la Yotsuki. Cada vez que reía, la cicatriz que le cruzaba la cara se estiraba y retorcía de forma un tanto macabra.
-Joder, vosotros dos no seréis hermanos, ¿no? Ya lo estoy viendo: el bueno y el malo.
Sea como fuere, la Yotsuki se sintió ligeramente molesta cuando los dos chicos la ignoraron deliberadamente. Agarrando su jarra de zumo de mango con una mano, se puso en pie mientras observaba al más alto curvarse en una reverencia exquisitamente ejecutada. ¿Y éste? Hay que joderse, por cómo luce su ropa y esa reverencia, debe de ser uno de los ricachones de la Aldea. Aquello no hizo sino darle más jugo a la situación. Decidida, Anzu se acercó a los tipos con la sola compañía de su jarra de jugo frutal.
-¡Eh, socios! ¿Qué os trae por aquí? -interpeló, sólo para darse cuenta de lo estúpida que era aquella pregunta-. Me llamo Anzu.
Le tendió una mano al más alto, y al fijarse más detenidamente, pudo ver que tenía un ojo de cada color. ¿Qué cojones...? ¿Será algún tipo de Doujutsu? Luego hizo lo mismo con el otro, que parecía más duro y 'de su estilo'. Aquella pareja era tan singular, que verlos uno al lado del otro le arrancó una breve carcajada a la Yotsuki. Cada vez que reía, la cicatriz que le cruzaba la cara se estiraba y retorcía de forma un tanto macabra.
-Joder, vosotros dos no seréis hermanos, ¿no? Ya lo estoy viendo: el bueno y el malo.