La chica, aún recelosa del trato recibido, escuchó sin demasiados ánimos al pelado. Éste continuaba diciendo que no era necesario que compartiesen hasta mesa si realmente ni lo quería; al parecer ninguno. Tenía razón, pero las formalidades han de tomarse siempre que se pueda, ¿qué sería de la civilización si no? Además, observó que sus últimas palabras no habían sido demasiado cordiales, recalcó que podía al menos tratarlo algo diferente.
—¿Perdona? No se si soy yo la que está tarada o qué, pero yo he puesto todo de mi parte por ser agradable, y tu te has limitado a enfadarme. Hasta te había hecho una pequeña broma diciendo que dejaría de respirar... PERO NO. Tenías que dar a tocar en la fibra. Si no fuese una chica habrías aceptado sin mas, ¿verdad? Pero como lo soy, tienes que hacerte el machote y rechazarla. ¿No has caído en que rechazar la oferta no es el problema?—
Su actitud quizás estaba rozando lo ilógico, pero en un país de ciegos, el tuerto es el rey.
La chica mantenía su decepción o mosqueo, la verdad, no sabía porqué decantarse. Quizás lo mejor fuese darle el dinero del alimento que le había tirado e irse. Bien cierto era que sendos shinobis estaban graduados como genin en la misma aldea, y en algún momento se verían forzados a cooperar. Poco le importaba eso a la chica.
Mientras no se disculpe, no pienso cambiar mi actitud. Ni de coña, vamos.
Ante todo, esperó a ver que respondía el chico de nuevo. A lo mejor explicando cuál era el problema, llegaba a razonar un poco sobre lo que había hecho. Por otro lado, si no lo hacía, no es que se hubiese ganado a una enemiga... pero ésta tampoco se quedaría como amiga; estaría en un tránsito intermedio, entre la amistad y la enemistad. A veces esos casos llegan a ser los peores.
—¿Perdona? No se si soy yo la que está tarada o qué, pero yo he puesto todo de mi parte por ser agradable, y tu te has limitado a enfadarme. Hasta te había hecho una pequeña broma diciendo que dejaría de respirar... PERO NO. Tenías que dar a tocar en la fibra. Si no fuese una chica habrías aceptado sin mas, ¿verdad? Pero como lo soy, tienes que hacerte el machote y rechazarla. ¿No has caído en que rechazar la oferta no es el problema?—
Su actitud quizás estaba rozando lo ilógico, pero en un país de ciegos, el tuerto es el rey.
La chica mantenía su decepción o mosqueo, la verdad, no sabía porqué decantarse. Quizás lo mejor fuese darle el dinero del alimento que le había tirado e irse. Bien cierto era que sendos shinobis estaban graduados como genin en la misma aldea, y en algún momento se verían forzados a cooperar. Poco le importaba eso a la chica.
Mientras no se disculpe, no pienso cambiar mi actitud. Ni de coña, vamos.
Ante todo, esperó a ver que respondía el chico de nuevo. A lo mejor explicando cuál era el problema, llegaba a razonar un poco sobre lo que había hecho. Por otro lado, si no lo hacía, no es que se hubiese ganado a una enemiga... pero ésta tampoco se quedaría como amiga; estaría en un tránsito intermedio, entre la amistad y la enemistad. A veces esos casos llegan a ser los peores.