9/03/2016, 22:45
Un golpe de suerte les sacudió de pronto en toda la jeta a los chicos. Cabizbajos en un principio, fueron sorprendidos por el camarero, el cual aseguró que en breves podrían disponer de una mesa libre. Riko había acertado a la hora de acercarse a preguntarle. Incluso el camarero pareció recordarlos, y preguntó si habían logrado recuperar la cartera. Todo un detalle, éste chico poseía una extraordinaria memoria para recordar sus caras además de esos cientos de miles de pedidos.
—Que bueno, podré tomar el batido que quería.—
Realmente, expresó lo que ambos pensaban. Lo dijese o no, ella sabía que Riko también lo deseaba, de hecho lo había dicho hacía poco.
Sin mas demora, se acercó hacia la mesa que se disponía a quedar libre. Una pareja de ancianos eran los actuales dueños, que con tremendo cuidado dejaban el pago por lo consumido sobre una pequeña tablilla de madera. Con paciencia, habían contado todos y cada uno de los ryos, en las monedas de menor valor de que disponían. Casi parecía una tablilla de beneficencia.
Típico...
Esperó un poco, y observó como el camarero recogía el dinero. Al instante, se despidió de la pareja y entró para entregar en la barra la tablilla de la cuenta. Entre tanto, la pareja se levantó y comenzó a alejarse.
—Bueno, ahora si.— Inquirió.
Dicho eso, se terminó de acercar a la mesa, y tomó asiento.
—Y dime, Riko. ¿Cómo es esa aldea oculta de la que vienes? Yo tan solo conozco de Amegakure, la verdad es que no estoy muy puesto con éste mundo.—
Katomi no mentía, estaba siendo totalmente subjetiva. No tenía del todo interés en el mundo shinobi, solo la ayudaba a pillar algo de dinero y volverse mas fuerte. Pero ya que estaba allí sentada, ¿por qué no aprender un poco?
—Que bueno, podré tomar el batido que quería.—
Realmente, expresó lo que ambos pensaban. Lo dijese o no, ella sabía que Riko también lo deseaba, de hecho lo había dicho hacía poco.
Sin mas demora, se acercó hacia la mesa que se disponía a quedar libre. Una pareja de ancianos eran los actuales dueños, que con tremendo cuidado dejaban el pago por lo consumido sobre una pequeña tablilla de madera. Con paciencia, habían contado todos y cada uno de los ryos, en las monedas de menor valor de que disponían. Casi parecía una tablilla de beneficencia.
Típico...
Esperó un poco, y observó como el camarero recogía el dinero. Al instante, se despidió de la pareja y entró para entregar en la barra la tablilla de la cuenta. Entre tanto, la pareja se levantó y comenzó a alejarse.
—Bueno, ahora si.— Inquirió.
Dicho eso, se terminó de acercar a la mesa, y tomó asiento.
—Y dime, Riko. ¿Cómo es esa aldea oculta de la que vienes? Yo tan solo conozco de Amegakure, la verdad es que no estoy muy puesto con éste mundo.—
Katomi no mentía, estaba siendo totalmente subjetiva. No tenía del todo interés en el mundo shinobi, solo la ayudaba a pillar algo de dinero y volverse mas fuerte. Pero ya que estaba allí sentada, ¿por qué no aprender un poco?