10/03/2016, 11:17
(Última modificación: 10/03/2016, 12:45 por Aotsuki Ayame.)
—Para mí otro refresco de limón —pidió Daruu.
Kiroe se dirigió a Zetsuo y le dijo:
—Si no te importa, compartiremos el vino.
—Como quieras. Ya veremos si eres capaz de aguantar el ritmo, mujer —respondió Zetsuo.
Ayame le dirigió una mirada aterrorizada a Daruu. Si sus padres ya se estaban picando cada dos por tres por tonterías estando sobrios, ¿qué pasaría si se les subía a la cabeza una mínima cantidad de alcohol?
—Muy bien —sentenció el camarero, y recogió las cartas una a una—. Enseguida traigo las bebidas para que vayan animando la velada.
—No necesitamos que se anim... ¡Auchie! —el pensamiento de Ayame se le había escapado a través de los labios, y Zetsuo no dudó en hacerla callar con un ligero coscorrón en la coronilla.
La bebida no tardó en llegar. El camarero dejó la jarra de agua junto a Ayame, las dos botellas de cristal que contenían el refresco de limón pedido frente a Daruu y Kōri y finalmente descorchó con gesto elegante el vino, sirvió una cierta cantidad en las copas y dejó que los comensales lo degustaran. Zetsuo tomó la copa, aún con cierto gesto desconfiado pero distinguido, se la acercó a los labios y le dio un escueto trago.
—Es excelente —concedió, al fin, chasqueando la lengua contra el paladar. Cualquiera habría podido pensar que estaba esperando ver un insecto en la copa o que el vino estuviese en realidad avinagrado o picado. Pero era todo lo contrario a lo que había previsto, y Ayame sabía que odiaba tener que darle la razón a Kiroe.
—¡Un brindis! —exclamó, alzando su propia copa rebosante de agua.
Pero Zetsuo volvió a chasquear la lengua, mirando de reojo a Kiroe.
Kiroe se dirigió a Zetsuo y le dijo:
—Si no te importa, compartiremos el vino.
—Como quieras. Ya veremos si eres capaz de aguantar el ritmo, mujer —respondió Zetsuo.
Ayame le dirigió una mirada aterrorizada a Daruu. Si sus padres ya se estaban picando cada dos por tres por tonterías estando sobrios, ¿qué pasaría si se les subía a la cabeza una mínima cantidad de alcohol?
—Muy bien —sentenció el camarero, y recogió las cartas una a una—. Enseguida traigo las bebidas para que vayan animando la velada.
—No necesitamos que se anim... ¡Auchie! —el pensamiento de Ayame se le había escapado a través de los labios, y Zetsuo no dudó en hacerla callar con un ligero coscorrón en la coronilla.
La bebida no tardó en llegar. El camarero dejó la jarra de agua junto a Ayame, las dos botellas de cristal que contenían el refresco de limón pedido frente a Daruu y Kōri y finalmente descorchó con gesto elegante el vino, sirvió una cierta cantidad en las copas y dejó que los comensales lo degustaran. Zetsuo tomó la copa, aún con cierto gesto desconfiado pero distinguido, se la acercó a los labios y le dio un escueto trago.
—Es excelente —concedió, al fin, chasqueando la lengua contra el paladar. Cualquiera habría podido pensar que estaba esperando ver un insecto en la copa o que el vino estuviese en realidad avinagrado o picado. Pero era todo lo contrario a lo que había previsto, y Ayame sabía que odiaba tener que darle la razón a Kiroe.
—¡Un brindis! —exclamó, alzando su propia copa rebosante de agua.
Pero Zetsuo volvió a chasquear la lengua, mirando de reojo a Kiroe.