11/03/2016, 00:02
Datsue caminaba por las calles de Shinogi-to como si la inclemente lluvia que caía sobre él fuesen pétalos de rosa que le daban la bienvenida. Cada paso que daba, parecía significar uno menos hacia su objetivo. Además, se había peinado para la ocasión: aparte de su habitual moño, ahora añadía dos trenzas que nacían a ambos lados del flequillo y formaban un arco por el lateral de la cabeza hasta caer sobre sus hombros. En definitiva, Datsue parecía decidido y seguro.
Nada más lejos de la realidad.
El Uchiha estaba más perdido que un Uzureño en combate. La túnica que vestía, de un azul oscuro, dejaba pasar la humedad a través de la tela, haciendo que las ráfagas de viento le resultasen mucho más cortantes. Si había perdido el tiempo peinándose, era porque no tenía ni idea de adonde ir. Y si no tenía ni idea de adonde ir, era por culpa de…
… Kunie. Esa malnacida. ¿Cómo se atreve a dejarme plantado?
Sus esperanzas para cumplir el objetivo que se había impuesto pasaban por ella. Kunie tenía los contactos; los puntos de encuentro; las zonas seguras para alojarse o huir. Ella lo tenía todo, y sin eso, Datsue se sentía tan vulnerable e indefenso como un shinobi infiltrado en Aldea enemiga. O como un Uzureño en comb… ¡Ahí está!
Los pasos de Datsue chapotearon sobre el empedrado suelo de Shinogi-to. Había encontrado un pequeño establecimiento de souvenirs. Atravesó las cortinas y localizó con la mirada lo que tanto anhelaba: un sombrero con forma cónica, hecho de paja, también llamado kasa. Ya que iba a sufrir aquella molesta lluvia durante un tiempo, que menos que comprar un buen sombrero bajo el que protegerse.
Se adelantó a una mocosa que parecía llevar algo hacia el mostrador y se plantó frente al tendero.
—¿A cuánto están esos sombreros? —preguntó, listo para ponerse a negociar.
Nada más lejos de la realidad.
El Uchiha estaba más perdido que un Uzureño en combate. La túnica que vestía, de un azul oscuro, dejaba pasar la humedad a través de la tela, haciendo que las ráfagas de viento le resultasen mucho más cortantes. Si había perdido el tiempo peinándose, era porque no tenía ni idea de adonde ir. Y si no tenía ni idea de adonde ir, era por culpa de…
… Kunie. Esa malnacida. ¿Cómo se atreve a dejarme plantado?
Sus esperanzas para cumplir el objetivo que se había impuesto pasaban por ella. Kunie tenía los contactos; los puntos de encuentro; las zonas seguras para alojarse o huir. Ella lo tenía todo, y sin eso, Datsue se sentía tan vulnerable e indefenso como un shinobi infiltrado en Aldea enemiga. O como un Uzureño en comb… ¡Ahí está!
Los pasos de Datsue chapotearon sobre el empedrado suelo de Shinogi-to. Había encontrado un pequeño establecimiento de souvenirs. Atravesó las cortinas y localizó con la mirada lo que tanto anhelaba: un sombrero con forma cónica, hecho de paja, también llamado kasa. Ya que iba a sufrir aquella molesta lluvia durante un tiempo, que menos que comprar un buen sombrero bajo el que protegerse.
Se adelantó a una mocosa que parecía llevar algo hacia el mostrador y se plantó frente al tendero.
—¿A cuánto están esos sombreros? —preguntó, listo para ponerse a negociar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado