11/03/2016, 11:39
La discusión entre el Uchiha y el tendero se podía escuchar casi desde la calle. Anzu prestaba atención, curiosa, a la manera en la que el chico daba la vuelta a las palabras y mareaba la perdiz para, en definitiva, terminar pagando un precio ridículamente bajo por el kasa. Viendo aquello, ella se sentía estúpidamente prima por haber desembolsado sin rechistar la mitad de sus ahorros en una capa de viaje, por buena que fuese su manufactura. La escena constituyó una razón de más para indagar un poco más en quién era Uchiha Datsue.
-¡Puaj! Ni idea. Un poco de lluvia está bien, ¿pero esto? Qué horror... -contestó el muchacho-. Pero debe de haber una buena razón. ¿Por qué si no estarías aquí?
-La hay, de hecho. Estoy aquí de visita, para ver a mi padre, concre... -la Yotsuki se paró en seco-. ¡Eh! ¡He sido yo la que ha preguntado primero!
Anzu no era diestra en los juegos de palabras, e incluso un truco tan simple como aquel bastaba para confundirla. Se sintió por momentos extremadamente vulnerable -cosa que odiaba-, y cruzando los brazos adoptó una pose perceptiblemente agresiva. Apretó los puños con fuerza, pegados a su gruesa chaqueta de Invierno, y tuvo que recordarse a sí misma con ímpetu que Datsue era su compañero de Aldea para no darle un puñetazo en la nariz.
-Mira, socio, si hay algo que he aprendido en este año, es que en Takigakure damos la vida por nuestros colegas de profesión -confesó, apretando los dientes-. Es compañero... Es compañero...
Trató de evocar el rostro severo de su maestro, Yotsuki Hida, y las estrictas enseñanzas sobre patriotismo, compañerismo, y muchas otras cosas que también acababan en '-ismo'. Cuando vio el rostro del jounin con claridad, fijó aquella imagen en su mente. Extraño o no, la ayudaba a concentrarse y no perder los estribos.
-Así que... -su tono parecía más relajado-. No he podido evitar fijarme en que estás perdido. Y, como compañeros de Aldea, tengo la obligación de ofrecerte mi inestimable ayuda. ¿Entiendes, socio?
-¡Puaj! Ni idea. Un poco de lluvia está bien, ¿pero esto? Qué horror... -contestó el muchacho-. Pero debe de haber una buena razón. ¿Por qué si no estarías aquí?
-La hay, de hecho. Estoy aquí de visita, para ver a mi padre, concre... -la Yotsuki se paró en seco-. ¡Eh! ¡He sido yo la que ha preguntado primero!
Anzu no era diestra en los juegos de palabras, e incluso un truco tan simple como aquel bastaba para confundirla. Se sintió por momentos extremadamente vulnerable -cosa que odiaba-, y cruzando los brazos adoptó una pose perceptiblemente agresiva. Apretó los puños con fuerza, pegados a su gruesa chaqueta de Invierno, y tuvo que recordarse a sí misma con ímpetu que Datsue era su compañero de Aldea para no darle un puñetazo en la nariz.
-Mira, socio, si hay algo que he aprendido en este año, es que en Takigakure damos la vida por nuestros colegas de profesión -confesó, apretando los dientes-. Es compañero... Es compañero...
Trató de evocar el rostro severo de su maestro, Yotsuki Hida, y las estrictas enseñanzas sobre patriotismo, compañerismo, y muchas otras cosas que también acababan en '-ismo'. Cuando vio el rostro del jounin con claridad, fijó aquella imagen en su mente. Extraño o no, la ayudaba a concentrarse y no perder los estribos.
-Así que... -su tono parecía más relajado-. No he podido evitar fijarme en que estás perdido. Y, como compañeros de Aldea, tengo la obligación de ofrecerte mi inestimable ayuda. ¿Entiendes, socio?