11/03/2016, 14:22
Anzu sonrió, de lo que dedujo que no se había tomado mal su pregunta.
-¡Ja! Más que estar, socio. Aquí donde me ves, tan bronceada, soy originaria de ese vertedero que llaman Shinogi-To. Mi padre conocía a un shinobi de Takigakure, así que le convenció para que me entrenase en la Cascada. Y, ¡joder! No puedo decir que me arrepienta. El sitio es un jodido paraíso, nada que ver con esa lluvia de mierda. Imagínate: buen clima, bosques verdes, un ancho río de aguas cristalinas... Ya te lo digo yo, nadie querría irse después de pasar allí una buena temporada. Y mucho menos para volver a la Tormenta.
Por cómo hablaba, lo estaba diciendo de forma completamente sincera. No tenía nada contra las opiniones ajenas, pero de pronto se sintió ultrajado, insultado, como si acabara de decir que cualquier sitio era mejor que Amegakure. Se cruzó de brazos y bufó. Estaba a punto de protestar cuando la kunoichi volvió a intervenir:
-¡No me malinterpretes, eh! Amegakure y sus ninjas me merecen respeto. Mi madre, de hecho, fue una gran kunoichi que murió protegiendo a la actual Arashikage... Amekoro Yui. ¿Te suena?
Suspiró, intentando que ese dato le complaciera.
—¿Que si me suena? Si es mi kage, cómo no me va a sonar —dijo.
Debió de ser, ahora que lo pensaba, aquél incidente que su madre le había contado ocurrió hacía mucho tiempo. Habían intentado asesinar a Yui, y desde entonces, según se contaba, la mujer era implacable. La verdad es que, con aquellos ojos verdes tan penetrantes y aquella máscara, imponía muchísimo. No había tenido la suerte, o la desgracia, de tratar con ella directamente, así que no podía juzgar más allá de su apariencia.
-Hidetaka-san, ¡extra de curry en ese ramen! Este muchacho ha peleado valientemente para poder comerlo.
Daruu sonrió. Se sentía halagado de que alguien le reconociese por la pelea. Y ahora que lo pensaba, nunca se había sentido así. Para ser honestos, estaba sintiendo cosas, últimamente, que no había sentido antes.
—Y... ¿qué clase de persona es el Kawakage? —preguntó, más por curiosidad que por extraer algo de información, como habría hecho en otra ocasión.
-¡Ja! Más que estar, socio. Aquí donde me ves, tan bronceada, soy originaria de ese vertedero que llaman Shinogi-To. Mi padre conocía a un shinobi de Takigakure, así que le convenció para que me entrenase en la Cascada. Y, ¡joder! No puedo decir que me arrepienta. El sitio es un jodido paraíso, nada que ver con esa lluvia de mierda. Imagínate: buen clima, bosques verdes, un ancho río de aguas cristalinas... Ya te lo digo yo, nadie querría irse después de pasar allí una buena temporada. Y mucho menos para volver a la Tormenta.
Por cómo hablaba, lo estaba diciendo de forma completamente sincera. No tenía nada contra las opiniones ajenas, pero de pronto se sintió ultrajado, insultado, como si acabara de decir que cualquier sitio era mejor que Amegakure. Se cruzó de brazos y bufó. Estaba a punto de protestar cuando la kunoichi volvió a intervenir:
-¡No me malinterpretes, eh! Amegakure y sus ninjas me merecen respeto. Mi madre, de hecho, fue una gran kunoichi que murió protegiendo a la actual Arashikage... Amekoro Yui. ¿Te suena?
Suspiró, intentando que ese dato le complaciera.
—¿Que si me suena? Si es mi kage, cómo no me va a sonar —dijo.
Debió de ser, ahora que lo pensaba, aquél incidente que su madre le había contado ocurrió hacía mucho tiempo. Habían intentado asesinar a Yui, y desde entonces, según se contaba, la mujer era implacable. La verdad es que, con aquellos ojos verdes tan penetrantes y aquella máscara, imponía muchísimo. No había tenido la suerte, o la desgracia, de tratar con ella directamente, así que no podía juzgar más allá de su apariencia.
-Hidetaka-san, ¡extra de curry en ese ramen! Este muchacho ha peleado valientemente para poder comerlo.
Daruu sonrió. Se sentía halagado de que alguien le reconociese por la pelea. Y ahora que lo pensaba, nunca se había sentido así. Para ser honestos, estaba sintiendo cosas, últimamente, que no había sentido antes.
—Y... ¿qué clase de persona es el Kawakage? —preguntó, más por curiosidad que por extraer algo de información, como habría hecho en otra ocasión.