11/03/2016, 17:11
Datsue enseñó las palmas de las manos, en señal de rendición, cuando Anzu protestó por haberla confundido con sus palabras. Aunque no pudo evitar que se le escapase una pequeña sonrisa. Así que a ver a su padre… Eso quiere decir… Eso quería decir que aquella chica conocía los barrios de Shinogi-to. Quizá no tan a conciencia como Kunie, pero a caballo regalado…
-Mira, socio, si hay algo que he aprendido en este año, es que en Takigakure damos la vida por nuestros colegas de profesión —le confesó de pronto.
¿Ah, sí? Yo todavía no lo he aprendido, quiso decirle. En su lugar, asintió con la cabeza.
—Totalmente de acuerdo.
-Así que... -su tono parecía más relajado-. No he podido evitar fijarme en que estás perdido. Y, como compañeros de Aldea, tengo la obligación de ofrecerte mi inestimable ayuda. ¿Entiendes, socio?
Datsue alzó una ceja. ¿Hablaba en serio? ¿Se podía tener tan mala suerte para después, de golpe y porrazo, ser bendecido por la fortuna? Aunque la buena suerte con Kunie se acabó en un suspiro…
—Claro que lo entiendo —aseguró, dejando que su mirada se perdiese en el cielo encapotado. Luego la volvió a mirar, y sus ojos emitieron un breve destello analítico. Su cabello, femenino pero agresivo. Sus rasgos, de todo menos femeninos. Su cicatriz, que cruzaba sus labios hasta el mentón. Todo en ella le indicaba que estaba más preparado que él para lo que tenía pensado hacer. Más incluso que Kunie, que por el contrario había demostrado que las apariencias engañan. ¿Se prestaría realmente a ayudarle cuando supiese lo que planeaba? ¿O sólo era palabrería barata? Tanteémosla un poco —. Pero no creo que tú entiendas la magnitud de tus palabras —continuó al fin, tratando de picarla en el orgullo—. Lo que vengo a hacer aquí dista mucho de una visita paternal… Si no quieres que te salpique con los problemas que estoy a punto de atraer, será mejor que dejes esa cortesía para otro.
-Mira, socio, si hay algo que he aprendido en este año, es que en Takigakure damos la vida por nuestros colegas de profesión —le confesó de pronto.
¿Ah, sí? Yo todavía no lo he aprendido, quiso decirle. En su lugar, asintió con la cabeza.
—Totalmente de acuerdo.
-Así que... -su tono parecía más relajado-. No he podido evitar fijarme en que estás perdido. Y, como compañeros de Aldea, tengo la obligación de ofrecerte mi inestimable ayuda. ¿Entiendes, socio?
Datsue alzó una ceja. ¿Hablaba en serio? ¿Se podía tener tan mala suerte para después, de golpe y porrazo, ser bendecido por la fortuna? Aunque la buena suerte con Kunie se acabó en un suspiro…
—Claro que lo entiendo —aseguró, dejando que su mirada se perdiese en el cielo encapotado. Luego la volvió a mirar, y sus ojos emitieron un breve destello analítico. Su cabello, femenino pero agresivo. Sus rasgos, de todo menos femeninos. Su cicatriz, que cruzaba sus labios hasta el mentón. Todo en ella le indicaba que estaba más preparado que él para lo que tenía pensado hacer. Más incluso que Kunie, que por el contrario había demostrado que las apariencias engañan. ¿Se prestaría realmente a ayudarle cuando supiese lo que planeaba? ¿O sólo era palabrería barata? Tanteémosla un poco —. Pero no creo que tú entiendas la magnitud de tus palabras —continuó al fin, tratando de picarla en el orgullo—. Lo que vengo a hacer aquí dista mucho de una visita paternal… Si no quieres que te salpique con los problemas que estoy a punto de atraer, será mejor que dejes esa cortesía para otro.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado