12/05/2015, 20:43
(Última modificación: 12/05/2015, 20:43 por Amedama Daruu.)
Se echó a reír cuando Ayame sugirió que tal vez deseara llevarse el árbol a casa.
—Sí, claro, mira, voy a coger este kunai y le voy a sacar las raíces una a una, luego me lo voy a llevar a casa y lo voy a plantar en un macetero —dijo, y esperó un par de segundos antes de rectificarse—. ¡Pues claro que no, mujer!
Se acercó al tronco del sauce con el que se había golpeado y clavó la punta de su kunai sobre la madera. Giró la cara para mirar a la muchacha de nuevo.
—¿Me llamaste "Durru-san", no? Bien, pues como este árbol parece que le ha cogido cariño a mi cara...
Talló en la madera una sonrisa infantil y dos ojos simplones, y luego imitó la forma de su pelo y su cara alrededor de los detalles faciales. Se secó el sudor de la frente y volvió a guardar el kunai en el portaobjetos.
—¡Ya está! Míralo, es Durru-san. Y está feliz. ¡Saluda, Durru-san!
Durru-san no contestó.
—Bueno, ya he hecho la tontería del día —de pronto se sentía avergonzado, así que se sonrojó—, pero al menos, cuando vengas a descansar a tu rincón personal, también te echarás unas risas recordando mi batacazo.
—Sí, claro, mira, voy a coger este kunai y le voy a sacar las raíces una a una, luego me lo voy a llevar a casa y lo voy a plantar en un macetero —dijo, y esperó un par de segundos antes de rectificarse—. ¡Pues claro que no, mujer!
Se acercó al tronco del sauce con el que se había golpeado y clavó la punta de su kunai sobre la madera. Giró la cara para mirar a la muchacha de nuevo.
—¿Me llamaste "Durru-san", no? Bien, pues como este árbol parece que le ha cogido cariño a mi cara...
Talló en la madera una sonrisa infantil y dos ojos simplones, y luego imitó la forma de su pelo y su cara alrededor de los detalles faciales. Se secó el sudor de la frente y volvió a guardar el kunai en el portaobjetos.
—¡Ya está! Míralo, es Durru-san. Y está feliz. ¡Saluda, Durru-san!
Durru-san no contestó.
—Bueno, ya he hecho la tontería del día —de pronto se sentía avergonzado, así que se sonrojó—, pero al menos, cuando vengas a descansar a tu rincón personal, también te echarás unas risas recordando mi batacazo.