12/03/2016, 13:44
(Última modificación: 13/03/2016, 13:58 por Uchiha Akame.)
La chica arqueó una ceja, entre escéptica y molesta, ante el comentario de Datsue. Definitivamente, este tío es un chulo de cuidado. Tienes suerte de que seamos de la misma Aldea, Uchiha-san, porque si no ya estaría haciéndome un collar con tus dientes. Así es: pese a todo, Anzu no estaba dispuesta a romper el estricto código de camaradería que le había inculcado a conciencia su maestro y mentor. Torció los labios en una sonrisa burlona que hizo retorcerse su cicatriz.
-¡Entonces, problema resuelto! Ve tranquilo y haz lo que tengas que hacer, porque partir huesos y amputar extremidades es casi una tradición aquí, y según tus palabras, te veo bastante tranquilo con eso. ¡Buena suerte!
Ni corta ni perezosa, Anzu se acomodó la capa de viaje doblada bajo el brazo, se caló bien el kasa de paja y salió a la calle. Llovía con menos intensidad que al llegar a la tienda; la cortina de agua había pasado a ser una fina capa de suaves gotas que humedecían el ambiente. Empezó a caminar calle abajo, en dirección a su casa, a paso tranquilo. Pese a que había dejado al Uchiha con la palabra en la boca, seguía interesada en 'eso' que había venido a hacer. ¿Por qué lo había dejado plantado entonces? Porque si hubiera seguido escuchando a aquel canijo hablarle como si fuese Senju Yubiwa, el Kawakage, habría tenido que romper con las enseñanzas de Hida y correrle a golpes. No quería hacer eso, de modo que esperaba meterle un poco de incertidumbre en el cuerpo al muchacho... ¿Funcionaría? En aquel momento, nadie más que el propio Datsue podía saberlo.
-Aserrín, aserrán, los maderos de... -cantaba mientras caminaba bajo la lluvia, con el oído atento por si escuchaba pasos a su espalda-.
-¡Entonces, problema resuelto! Ve tranquilo y haz lo que tengas que hacer, porque partir huesos y amputar extremidades es casi una tradición aquí, y según tus palabras, te veo bastante tranquilo con eso. ¡Buena suerte!
Ni corta ni perezosa, Anzu se acomodó la capa de viaje doblada bajo el brazo, se caló bien el kasa de paja y salió a la calle. Llovía con menos intensidad que al llegar a la tienda; la cortina de agua había pasado a ser una fina capa de suaves gotas que humedecían el ambiente. Empezó a caminar calle abajo, en dirección a su casa, a paso tranquilo. Pese a que había dejado al Uchiha con la palabra en la boca, seguía interesada en 'eso' que había venido a hacer. ¿Por qué lo había dejado plantado entonces? Porque si hubiera seguido escuchando a aquel canijo hablarle como si fuese Senju Yubiwa, el Kawakage, habría tenido que romper con las enseñanzas de Hida y correrle a golpes. No quería hacer eso, de modo que esperaba meterle un poco de incertidumbre en el cuerpo al muchacho... ¿Funcionaría? En aquel momento, nadie más que el propio Datsue podía saberlo.
-Aserrín, aserrán, los maderos de... -cantaba mientras caminaba bajo la lluvia, con el oído atento por si escuchaba pasos a su espalda-.