12/03/2016, 20:21
—Shh… Shh… Tranquila —susurraba Datsue, en un vano intento por tranquilizar a Tormenta. La yegua estaba eléctrica. No paraba de olfatearle, de lamerle la oreja y medio rostro, de darle empujoncitos con la cabeza para jugar con él… Totalmente inconsciente del peligro que se cernía sobre ellos—. Quieta… —repitió, tras el tercer lengüetazo que recibía—. No hay tiempo para jugar ahora, ¿comprendes? Venga, vámonos antes de que nos pillen.
Datsue había atado una cuerda alrededor del cuello de Tormenta por si tenía que guiarla, cosa que por el momento no hacía falta. El equino le siguió hasta el exterior, con el corazón de Datsue a punto de salírsele por la boca. Deshecho su propio Henge, el Uchiha no se veía con el suficiente aplomo como para volver a modificar su imagen. Era el momento de huir, antes de que nadie saliese por la taberna y le descubriese. Pero…
¿Dónde demonios está Ayame…?
¿Debería abandonarla a su suerte? ¿O esperar a que consiguiese salir? Ella le había ayudado sin esperar nada a cambio. Sólo por pura bondad. ¿De verdad tendría la sangre fría como para dejarla tirada?
Datsue sintió una punzada en el estómago de tan sólo pensarlo. ¿Sería acaso aquello a lo que llamaban conciencia?
En la posada, el escándalo formado por Ayame había atraído la mirada de todos.
—¿Qué está pasando, Okura? —preguntó Kaede, en un tono mucho más brusco y serio del que había empleado hasta el momento.
—Nad…
—¡Por Amateratsu! —exclamó de pronto el posadero—. ¿¡Qué significa esto!?
Koji mantenía en una mano el trapo con el que se estaba secando, y en otra, el collar falso de Datsue.
—¿Qué ocurre? —preguntó Okura rápidamente, quizá viendo una oportunidad para cambiar de tema.
—Mis llaves… —Koji parecía perplejo, como si todavía no entendiese lo que tenía en las manos—. Mis llaves no están. Y en su lugar… —Koji alzó el burdo collar de Datsue—. Esto.
De pronto, se escuchó un relincho, seguido de una serie de sonidos metálicos que parecían ir alejándose.
—¡No puede ser…! —exclamó Okura, que ya corría hacia la puerta mientras su papada bailaba de un lado a otro—. ¡NO PUEDE SER! —exclamó de nuevo, ya fuera, señalando con el dedo un punto lejano en el horizonte—. ¡Me están robando la yegua! —gritó con voz chillona—. ¡Koji! ¡ME ESTÁN ROBANDO LA YEGUA!
El posadero, tras unos segundos en los que se había quedado con la boca abierta y el cuerpo paralizado, corrió junto a él.
—No es posible… ¿Cómo pudieron...?
—¡Tú! —exclamó de pronto Kaede, señalando a Ayame. Tan sólo dijo aquel monosílabo, pero casi parecía estar acusándola de algo.
—¡YIIIJAAAAA! —gritó al cielo, mientras caballo y jinete cortaban el viento al unísono. Seguramente, la punzada que había sentido antes había sido producto del hambre. Tenía que serlo, pues en aquel instante no sentía nada parecido a lo que llamaban conciencia.
Datsue había atado una cuerda alrededor del cuello de Tormenta por si tenía que guiarla, cosa que por el momento no hacía falta. El equino le siguió hasta el exterior, con el corazón de Datsue a punto de salírsele por la boca. Deshecho su propio Henge, el Uchiha no se veía con el suficiente aplomo como para volver a modificar su imagen. Era el momento de huir, antes de que nadie saliese por la taberna y le descubriese. Pero…
¿Dónde demonios está Ayame…?
¿Debería abandonarla a su suerte? ¿O esperar a que consiguiese salir? Ella le había ayudado sin esperar nada a cambio. Sólo por pura bondad. ¿De verdad tendría la sangre fría como para dejarla tirada?
Datsue sintió una punzada en el estómago de tan sólo pensarlo. ¿Sería acaso aquello a lo que llamaban conciencia?
…
En la posada, el escándalo formado por Ayame había atraído la mirada de todos.
—¿Qué está pasando, Okura? —preguntó Kaede, en un tono mucho más brusco y serio del que había empleado hasta el momento.
—Nad…
—¡Por Amateratsu! —exclamó de pronto el posadero—. ¿¡Qué significa esto!?
Koji mantenía en una mano el trapo con el que se estaba secando, y en otra, el collar falso de Datsue.
—¿Qué ocurre? —preguntó Okura rápidamente, quizá viendo una oportunidad para cambiar de tema.
—Mis llaves… —Koji parecía perplejo, como si todavía no entendiese lo que tenía en las manos—. Mis llaves no están. Y en su lugar… —Koji alzó el burdo collar de Datsue—. Esto.
De pronto, se escuchó un relincho, seguido de una serie de sonidos metálicos que parecían ir alejándose.
—¡No puede ser…! —exclamó Okura, que ya corría hacia la puerta mientras su papada bailaba de un lado a otro—. ¡NO PUEDE SER! —exclamó de nuevo, ya fuera, señalando con el dedo un punto lejano en el horizonte—. ¡Me están robando la yegua! —gritó con voz chillona—. ¡Koji! ¡ME ESTÁN ROBANDO LA YEGUA!
El posadero, tras unos segundos en los que se había quedado con la boca abierta y el cuerpo paralizado, corrió junto a él.
—No es posible… ¿Cómo pudieron...?
—¡Tú! —exclamó de pronto Kaede, señalando a Ayame. Tan sólo dijo aquel monosílabo, pero casi parecía estar acusándola de algo.
…
—¡YIIIJAAAAA! —gritó al cielo, mientras caballo y jinete cortaban el viento al unísono. Seguramente, la punzada que había sentido antes había sido producto del hambre. Tenía que serlo, pues en aquel instante no sentía nada parecido a lo que llamaban conciencia.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado