13/03/2016, 14:34
Cuando la poderosa mano de Anzu venció por fin a la de su oponente, se desató una suerte de caos en miniatura alrededor de la mesa. Algunos de los improvisados espectadores gritaban con júbilo y ánimo, mientras que otros maldecían su suerte o trataban de largarse como quienes no quieren la cosa para no pagar sus fallidas apuestas. Gritos, abucheos y vítores, bebidas alcohólicas de diverso tipo fluyendo por todas partes... Era un caos, sí, pero había cierta belleza en aquel desorden. O, al menos, así le pareció a la Yotsuki, que ni se dio cuenta de que un agente externo había irrumpido en aquel microcosmos para deshacer la magia.
-¡Ja! ¡Te lo dije, Hei-san! ¡Chúpate es...!
— ¿Qué pasa acá? — Un hombre, que aparentaba la mediana edad y vestía el característico uniforme Chunin de Takigakure, emergió entre el publico. — Quiero una explicación de porqué ese niño tiene una espada en sus manos y porque ustedes estaban haciendo una apuesta.
Anzu se quedó paralizada por momentos. No podía sino dejar de mirar el chaleco de chuunin que vestía aquel tipo. ¿Qué cojones le pasa? ¿Acaso es ilegal echar un pulso? No tuvo necesidad de decirlo, porque rápidamente Hei dio voz a sus pensamientos. Y de qué manera. El chuunin se puso rojo de ira, y trató de apresarle sin éxito. Hei se escabulló primero, dejando atrás su haori lila, y luego se subió encima de la mesa, burlón. Alrededor, la multitud se debatía entre los que increpaban al chuunin por aguarles la fiesta, y los que reían ante la huída de Rokuro.
-Más les vale correr.
La joven Yotsuki no necesitó un segundo aviso. Rápida como una centella se puso en pie, dando media vuelta y echando a correr en la misma dirección de su compañero Hei. Ni siquiera tuvo tiempo de fijarse en si Tatsuya les seguía, o por el contrario se había quedado a darle explicaciones al chuunin. Con lo educado que es, no creo que tuviese muchos problemas para salir de esta... O eso quería pensar ella; al fin y al cabo, había abandonado a un compañero ninja a su suerte...
-¡Ja! ¡Te lo dije, Hei-san! ¡Chúpate es...!
— ¿Qué pasa acá? — Un hombre, que aparentaba la mediana edad y vestía el característico uniforme Chunin de Takigakure, emergió entre el publico. — Quiero una explicación de porqué ese niño tiene una espada en sus manos y porque ustedes estaban haciendo una apuesta.
Anzu se quedó paralizada por momentos. No podía sino dejar de mirar el chaleco de chuunin que vestía aquel tipo. ¿Qué cojones le pasa? ¿Acaso es ilegal echar un pulso? No tuvo necesidad de decirlo, porque rápidamente Hei dio voz a sus pensamientos. Y de qué manera. El chuunin se puso rojo de ira, y trató de apresarle sin éxito. Hei se escabulló primero, dejando atrás su haori lila, y luego se subió encima de la mesa, burlón. Alrededor, la multitud se debatía entre los que increpaban al chuunin por aguarles la fiesta, y los que reían ante la huída de Rokuro.
-Más les vale correr.
La joven Yotsuki no necesitó un segundo aviso. Rápida como una centella se puso en pie, dando media vuelta y echando a correr en la misma dirección de su compañero Hei. Ni siquiera tuvo tiempo de fijarse en si Tatsuya les seguía, o por el contrario se había quedado a darle explicaciones al chuunin. Con lo educado que es, no creo que tuviese muchos problemas para salir de esta... O eso quería pensar ella; al fin y al cabo, había abandonado a un compañero ninja a su suerte...