14/03/2016, 11:40
(Última modificación: 14/03/2016, 11:40 por Uchiha Akame.)
-¡El placer ha sido mío, Datsue-san! Vuelve cuando quieras, aquí tendré una buena ración de fideos para recibirte -contestó el herrero, entre amigables risas-.
-Un buen tipo, tu padre -dijo el Uchiha, ya saliendo por la puerta-.
Anzu le siguió, cerrando la pesada puerta de la herrería tras de sí y poniéndose de nuevo su sombrero de paja sobre la cabeza. Era completamente de noche, por lo que la calle estaba envuelta en un abrazo de sombras y oscuridad que sólo algunas farolas distribuídas en esquinas y portales mantenían a raya. Seguía lloviendo, aunque con la misma tenue intensidad de antes -era más una fina capa de agua que un aguacero torrencial-.
-Es valiente. No ha sido fácil para nosotros después de que mi madre...
Torció los labios en una mueca de rabia. Era evidente que aquella chica no podía -o no quería- hablar abiertamente de aquel tema; ¿y cómo culparla? Al fin y al cabo, sólo era una niña. Sacudió la cabeza, enérgica, como si quisiera apartar esos pensamientos con aquel gesto tan suyo. Luego volvió a fijarse en su compañero Uchiha, y lo hizo con una mirada tan dura como el acero forjado de un ninjatō. Una mirada que parecía querer decir 'basta'.
La chica empezó a caminar calle abajo, a paso tranquilo, esperando que su colega de profesión la siguiera. No tenía un rumbo concreto; y justamente pensaba ponerle remedio.
-Bueno, qué. ¿Vas a contarme ya esa mierda o no? Como después de tanta expectación me salgas con alguna tontería, te juro que...
-Un buen tipo, tu padre -dijo el Uchiha, ya saliendo por la puerta-.
Anzu le siguió, cerrando la pesada puerta de la herrería tras de sí y poniéndose de nuevo su sombrero de paja sobre la cabeza. Era completamente de noche, por lo que la calle estaba envuelta en un abrazo de sombras y oscuridad que sólo algunas farolas distribuídas en esquinas y portales mantenían a raya. Seguía lloviendo, aunque con la misma tenue intensidad de antes -era más una fina capa de agua que un aguacero torrencial-.
-Es valiente. No ha sido fácil para nosotros después de que mi madre...
Torció los labios en una mueca de rabia. Era evidente que aquella chica no podía -o no quería- hablar abiertamente de aquel tema; ¿y cómo culparla? Al fin y al cabo, sólo era una niña. Sacudió la cabeza, enérgica, como si quisiera apartar esos pensamientos con aquel gesto tan suyo. Luego volvió a fijarse en su compañero Uchiha, y lo hizo con una mirada tan dura como el acero forjado de un ninjatō. Una mirada que parecía querer decir 'basta'.
La chica empezó a caminar calle abajo, a paso tranquilo, esperando que su colega de profesión la siguiera. No tenía un rumbo concreto; y justamente pensaba ponerle remedio.
-Bueno, qué. ¿Vas a contarme ya esa mierda o no? Como después de tanta expectación me salgas con alguna tontería, te juro que...