15/03/2016, 11:24
Callarse y joderse, eso era lo único que podían hacer los dos. Claro que para el tiburón no era tan sencillo, teniendo en cuenta su renuente incapacidad para seguir órdenes y además lo poco influenciable que era como persona. Por mucho que alguien intentara disuadirle de alguna idea, si él tenía la cabeza puesta en algo sería muy difícil hacerle entender que existía la posibilidad de que hubiesen otras conclusiones diferentes a la suya.
No obstante, en el caso de Takigakure la cosa no iba tan allá. Es decir, poco se había puesto a pensar en ello sino hasta en preciso instante en el que ambos coincidieron con el tema. Ni siquiera ahondó en la dubitativa cuando se encontró con Datsue, el shinobi con el símbolo de la cascada como estandarte.
Alzó los hombros con resignación y respondió a la conclusión que le dio Daruu al tema.
—Callarse y joderse, sí. Es lo que hay...
Sin embargo, su acompañante se aventuró a indagar un poco en los motivos que habían llevado a Kaido a las Tierras de la Llovizna, ya él habiendo compartido el suyo, por supuesto. Lamentablemente, el escualo no se encontraba allí para entrenar absolutamente nada, ni mucho menos.
—Y bien, ¿qué haces por aquí?
—Pues sucede que mi sensei tiene algún tipo de adicción con las putas calabazas que venden en la ciudad de Yachi y me ha enviado por segunda vez en un mes a pedir otro lote para llevarle a Amegakure —vistió su rostro de inconformidad y arrugó la nariz—. con que tenga que venir de nuevo, te juro que les jodo la plantación entera a punta de sellos bomba.
Entonces dio un vistazo rápido a su alrededor, intentando discernir la ruta que le llevase en ascenso hasta alcanzar la ciudad en cuestión. Pero se dio cuenta que al caer del risco, perdió la dirección completamente.
—¿Has ido ya?; ¿dónde te estás hospedando?...
Tengo hambre —increpó, aunque no iba al caso.
No obstante, en el caso de Takigakure la cosa no iba tan allá. Es decir, poco se había puesto a pensar en ello sino hasta en preciso instante en el que ambos coincidieron con el tema. Ni siquiera ahondó en la dubitativa cuando se encontró con Datsue, el shinobi con el símbolo de la cascada como estandarte.
Alzó los hombros con resignación y respondió a la conclusión que le dio Daruu al tema.
—Callarse y joderse, sí. Es lo que hay...
Sin embargo, su acompañante se aventuró a indagar un poco en los motivos que habían llevado a Kaido a las Tierras de la Llovizna, ya él habiendo compartido el suyo, por supuesto. Lamentablemente, el escualo no se encontraba allí para entrenar absolutamente nada, ni mucho menos.
—Y bien, ¿qué haces por aquí?
—Pues sucede que mi sensei tiene algún tipo de adicción con las putas calabazas que venden en la ciudad de Yachi y me ha enviado por segunda vez en un mes a pedir otro lote para llevarle a Amegakure —vistió su rostro de inconformidad y arrugó la nariz—. con que tenga que venir de nuevo, te juro que les jodo la plantación entera a punta de sellos bomba.
Entonces dio un vistazo rápido a su alrededor, intentando discernir la ruta que le llevase en ascenso hasta alcanzar la ciudad en cuestión. Pero se dio cuenta que al caer del risco, perdió la dirección completamente.
—¿Has ido ya?; ¿dónde te estás hospedando?...
Tengo hambre —increpó, aunque no iba al caso.