15/03/2016, 18:31
Por suerte, la disconformidad pareció sólo venir de Zetsuo. Prácticamente ignorando, o quizás inconsciente, al recelo de su padre, Kiroe levantó su copa y sus extraños pero hermosos ojos violetas adquirieron un brillo extraño.
—Por que podamos brindar muchos años más con todos los aquí presentes —su voz había sonado increíblemente seria, quebrada, casi no parecía la voz que debería salir de sus labios.
Y Ayame se sintió repentinamente intimidada, sin saber muy bien por qué. La tensión del momento había llegado hasta ella de un modo especial, como si Kiroe hubiese leído a través de sus últimos pensamientos y los hubiese reproducido en voz alta... Sacudió la cabeza, ligeramente desconcertada, y chocó con los demás su propio vidrio.
—¡Salud!
—Porque así sea —respondió Zetsuo, en el mismo tono de voz.
Las copas tintinearon de una forma característica al chocar entre sí, como si hubiesen firmado una especie de acuerdo, y después cada uno de los asistentes a la cena degustó su propia bebida.
—Me has sorprendido. Por un momento pensé que ibas a brindar por la supuesta victoria de tu hijo en el torneo, Kiroe —Zetsuo ladeó la cabeza hacia el muchacho.
«Oh, no... Allá vamos de nuevo...» Ayame se sintió desfallecer. Por suerte, a lo lejos pudo ver que el camarero se acercaba hasta su mesa cargado con varios platos.
—¡Mirad! ¡Ahí viene la comida! —exclamó, con la esperanza de cambiar rápidamente de tema.
—Por que podamos brindar muchos años más con todos los aquí presentes —su voz había sonado increíblemente seria, quebrada, casi no parecía la voz que debería salir de sus labios.
Y Ayame se sintió repentinamente intimidada, sin saber muy bien por qué. La tensión del momento había llegado hasta ella de un modo especial, como si Kiroe hubiese leído a través de sus últimos pensamientos y los hubiese reproducido en voz alta... Sacudió la cabeza, ligeramente desconcertada, y chocó con los demás su propio vidrio.
—¡Salud!
—Porque así sea —respondió Zetsuo, en el mismo tono de voz.
Las copas tintinearon de una forma característica al chocar entre sí, como si hubiesen firmado una especie de acuerdo, y después cada uno de los asistentes a la cena degustó su propia bebida.
—Me has sorprendido. Por un momento pensé que ibas a brindar por la supuesta victoria de tu hijo en el torneo, Kiroe —Zetsuo ladeó la cabeza hacia el muchacho.
«Oh, no... Allá vamos de nuevo...» Ayame se sintió desfallecer. Por suerte, a lo lejos pudo ver que el camarero se acercaba hasta su mesa cargado con varios platos.
—¡Mirad! ¡Ahí viene la comida! —exclamó, con la esperanza de cambiar rápidamente de tema.