15/03/2016, 23:59
Hasta su propio antagonista se dio cuenta de la singularidad de la chica. Katon no es que fuese raro, es que hasta llegaba a estar casi extinto en una aldea donde el agua era el pan de cada día. No es nada fácil sacar una afinidad elemental casi inexistente en el ambiente, lo lógico es que la chica se hubiese criado en tierra de bosques o desiertos. Pero no, casi podía decirse que era originaria de ese país.
—La verdad es que si... encontrar a alguien para entrenar mi katon es realmente difícil.—
Y la chica acertó de lleno al suponer que Mogura se dedicaba a la especialidad médica. Aunque lo raro fue lo siguiente que dijo, algo así como que se había dedicado a investigar otra cosa. ¿Se referiría a que había estado entrenando en otra especialidad mas? ¿O meramente hablaba alguna jerga científica?
Fuera como fuera, nunca venía mal tener a un conocido que se dedicase a la especialidad médica, mas aún cuando una vive rodeada de armas. Un mal entrenamiento puede terminar en una peligrosa herida, cualquier rutina de ésta vida shinobi podía ser de gravedad mortal. Así que no, no venía nada mal éste tipo de amistades.
Tras eso, Mogura comenzó a hablar de nuevo a la chica, aunque se detuvo súbitamente. No parecía estar seguro de atreverse a preguntar, pero quizás la curiosidad le terminó arrastrando. Tímido, preguntó a la peliblanco si podía mostrarle alguna de sus técnicas ígneas, y después el podría mostrarle alguna de su repertorio a ella. La verdad, la propuesta hasta podía servirle de entrenamiento. No es nada fácil controlar una técnica incendiaria bajo una tormentosa lluvia.
—Claro, no hay problema.— Contestó con una sonrisa.
Dicho eso, Katomi giró para evitar poder herir al chico. Buscó ponerse a favor del viento, para que así su técnica pudiese crecer con mas facilidad, tomó aire, y lo mantuvo mientras realizaba una ligera serie de sellos. Cuatro sellos fueron mas que suficiente, tras ellos, la chica exhaló una potente mancha de gas. Creó de la nada una nube grisácea, que para nada parecía ser una técnica de katon, la cual se deslizó despacio hasta no mas de 3 metros de la chica.
Los orbes de la chica se mantuvieron en ésta nube, la cuál estoicamente aguantaba ante la inclemente lluvia. Pese a que ésta tormenta la azotaba, la nube parecía mantenerse en perfecto estado, densa como la mas espesa de las nieblas. De pronto, la chica chasqueó los dientes, cortando la bocanada de humo.
Con el mismo chasquido, la densa y oscura nube prendió fuego de manera realmente violenta. Cada milímetro de la nube ardió como un infierno en mitad del agua. El vapor se elevó rápidamente, y hasta la luvia se detenía a pocos centímetros de la llamarada. Las turbulentas aguas se abrieron paso incluso ante la llamarada, algo realmente espectacular.
—Ésta es mi técnica favorita, sirve tanto para ocultarse como para prender fuego a todo lo que haya dentro.— Comentó al chico una vez se hubo extinguido el fuego. —Aunque hay que tener mucho cuidado con ella, porque es un arma de doble filo...—
Sin mas, volvió a sonreír al joven, esperando que éste hubiese disfrutado del show.
—La verdad es que si... encontrar a alguien para entrenar mi katon es realmente difícil.—
Y la chica acertó de lleno al suponer que Mogura se dedicaba a la especialidad médica. Aunque lo raro fue lo siguiente que dijo, algo así como que se había dedicado a investigar otra cosa. ¿Se referiría a que había estado entrenando en otra especialidad mas? ¿O meramente hablaba alguna jerga científica?
Fuera como fuera, nunca venía mal tener a un conocido que se dedicase a la especialidad médica, mas aún cuando una vive rodeada de armas. Un mal entrenamiento puede terminar en una peligrosa herida, cualquier rutina de ésta vida shinobi podía ser de gravedad mortal. Así que no, no venía nada mal éste tipo de amistades.
Tras eso, Mogura comenzó a hablar de nuevo a la chica, aunque se detuvo súbitamente. No parecía estar seguro de atreverse a preguntar, pero quizás la curiosidad le terminó arrastrando. Tímido, preguntó a la peliblanco si podía mostrarle alguna de sus técnicas ígneas, y después el podría mostrarle alguna de su repertorio a ella. La verdad, la propuesta hasta podía servirle de entrenamiento. No es nada fácil controlar una técnica incendiaria bajo una tormentosa lluvia.
—Claro, no hay problema.— Contestó con una sonrisa.
Dicho eso, Katomi giró para evitar poder herir al chico. Buscó ponerse a favor del viento, para que así su técnica pudiese crecer con mas facilidad, tomó aire, y lo mantuvo mientras realizaba una ligera serie de sellos. Cuatro sellos fueron mas que suficiente, tras ellos, la chica exhaló una potente mancha de gas. Creó de la nada una nube grisácea, que para nada parecía ser una técnica de katon, la cual se deslizó despacio hasta no mas de 3 metros de la chica.
Los orbes de la chica se mantuvieron en ésta nube, la cuál estoicamente aguantaba ante la inclemente lluvia. Pese a que ésta tormenta la azotaba, la nube parecía mantenerse en perfecto estado, densa como la mas espesa de las nieblas. De pronto, la chica chasqueó los dientes, cortando la bocanada de humo.
Con el mismo chasquido, la densa y oscura nube prendió fuego de manera realmente violenta. Cada milímetro de la nube ardió como un infierno en mitad del agua. El vapor se elevó rápidamente, y hasta la luvia se detenía a pocos centímetros de la llamarada. Las turbulentas aguas se abrieron paso incluso ante la llamarada, algo realmente espectacular.
—Ésta es mi técnica favorita, sirve tanto para ocultarse como para prender fuego a todo lo que haya dentro.— Comentó al chico una vez se hubo extinguido el fuego. —Aunque hay que tener mucho cuidado con ella, porque es un arma de doble filo...—
Sin mas, volvió a sonreír al joven, esperando que éste hubiese disfrutado del show.