16/03/2016, 00:17
(Última modificación: 16/03/2016, 00:18 por Uchiha Akame.)
El silencio reinó en el callejón. Anzu respiraba todavía entrecortadamente, y con ambas manos se palpaba el cuerpo y la ropa, intentando averiguar si tenía alguna herida -tal y como Hida la había enseñado-. Su compañero Uchiha, sin embargo... Estaba allí de pie, en su corta estatura y modesta complexión física, con la mirada perdida en el cuerpo inerte del adicto y la cara manchada de su sangre. Las sombras del callejón evocaban un aura siniestra alrededor del joven gennin; más que un niño, parecía un pequeño demonio. Anzu no pudo evitar sentir cierto miedo ante semejante imagen, aunque apenas fue consciente de ello se esforzó por enterrarlo en lo más profundo de su corazón.
Luego Datsue despertó de su trance, y empezó a gritar como un auténtico loco. La Yotsuki tuvo que abalanzarse sobre él y taparle la boca con ambas manos para evitar que llamase la atención.
-¡Cállate! -susurró, con un grito ahogado-. Claro que es una buena noticia, ¡estúpido! ¿Te crees que vas a colocarle un maletín lleno de billetes a un jodido alfarero?
La kunoichi empezó a caminar en círculos, más rápido conforme aumentaba su nerviosismo. No podía dejar de mirar al asaltante, con la cara destrozada, y pensar en qué lío se estaban metiendo. Nadie podía odiar más a esa gente que ella, pero al fin y al cabo, ¿qué iban a hacer dos jóvenes como ellos? Y con una fortuna en efectivo. ¿Qué vamos a decir, que nos hemos encontrado el maletín en un cubo de basura? Por momentos, todo se venía abajo en la cabeza de Anzu.
-¿Y qué demonios es eso del omoide?
Las palabras del Uchiha la sacaron de sus pensamientos. Le dirigió una mirada cargada de desesperanza.
-Omoide, tío. Es una resina que se saca de no sé qué planta y se convierte en una pasta azul. Cuando te pones de omoide, puedes volver a vivir un recuerdo, por lejano que sea, como si fuese la primera vez. También dicen que la música que escuchas mientras estás... ya sabes, 'viajando', ayuda a que las alucinaciones sean más fuertes. Por eso los yonquis de omoide acaban con los oídos reventados -ella nunca lo había probado, evidentemente, pero no era raro ver de vez en cuando a un adicto al omoide, y tarde o temprano todos los jóvenes de aquella zona de la ciudad sabían lo suficiente sobre la droga como para dar una pequeña charla sobre sus efectos-. Por eso la llaman así. 'Recuerdos'.
-Todo el mundo sabe que es un lujo para ricos, porque la venden a precio de oro. Pero al final, ricos o pobres, todos acaban fatal de la sesera. Como ese tío al que has dejado seco.
Luego Datsue despertó de su trance, y empezó a gritar como un auténtico loco. La Yotsuki tuvo que abalanzarse sobre él y taparle la boca con ambas manos para evitar que llamase la atención.
-¡Cállate! -susurró, con un grito ahogado-. Claro que es una buena noticia, ¡estúpido! ¿Te crees que vas a colocarle un maletín lleno de billetes a un jodido alfarero?
La kunoichi empezó a caminar en círculos, más rápido conforme aumentaba su nerviosismo. No podía dejar de mirar al asaltante, con la cara destrozada, y pensar en qué lío se estaban metiendo. Nadie podía odiar más a esa gente que ella, pero al fin y al cabo, ¿qué iban a hacer dos jóvenes como ellos? Y con una fortuna en efectivo. ¿Qué vamos a decir, que nos hemos encontrado el maletín en un cubo de basura? Por momentos, todo se venía abajo en la cabeza de Anzu.
-¿Y qué demonios es eso del omoide?
Las palabras del Uchiha la sacaron de sus pensamientos. Le dirigió una mirada cargada de desesperanza.
-Omoide, tío. Es una resina que se saca de no sé qué planta y se convierte en una pasta azul. Cuando te pones de omoide, puedes volver a vivir un recuerdo, por lejano que sea, como si fuese la primera vez. También dicen que la música que escuchas mientras estás... ya sabes, 'viajando', ayuda a que las alucinaciones sean más fuertes. Por eso los yonquis de omoide acaban con los oídos reventados -ella nunca lo había probado, evidentemente, pero no era raro ver de vez en cuando a un adicto al omoide, y tarde o temprano todos los jóvenes de aquella zona de la ciudad sabían lo suficiente sobre la droga como para dar una pequeña charla sobre sus efectos-. Por eso la llaman así. 'Recuerdos'.
-Todo el mundo sabe que es un lujo para ricos, porque la venden a precio de oro. Pero al final, ricos o pobres, todos acaban fatal de la sesera. Como ese tío al que has dejado seco.