16/03/2016, 12:51
—Callarse y joderse, sí. Es lo que hay...
Suspiró y dio un rodeo para patear una roca. La piedra rebotó por la ladera y salpicó en el agua.
—Y bien, ¿qué haces por aquí?
—Pues sucede que mi sensei tiene algún tipo de adicción con las putas calabazas que venden en la ciudad de Yachi y me ha enviado por segunda vez en un mes a pedir otro lote para llevarle a Amegakure. —Daruu no pudo sino echarse a reír. Por un momento recordó a Kori, el hermano de Ayame, que tenía una especie de adicción a los bollitos de vainilla que acostumbraba a vender su madre en la pastelería—. Con que tenga que venir de nuevo, te juro que les jodo la plantación entera a punta de sellos bomba.
Se echó a reir de nuevo, incapaz de ocultar que todo aquello le parecía muy gracioso. «Vaya, a lo mejor sólo es muy directo. No parece mala persona tampoco».
—A mí no me gusta la calabaza, pero con ella se hacen unos bizcochos que te mueres —aseguró, aunque era un comentario muy banal.
—¿Has ido ya? ¿Dónde te estás hospedando...?
»Tengo hambre
Daruu se llevó la mano a la barbilla y pensó un momento. «No sé si será muy prudente, pero mamá no va a aparecer todo el día, y además...»
...
«Nunca he tenido amigos. ¡Al cuerno!
—A ver... —explicó Daruu—. Te voy a confesar una cosa. Hay algo que se me da de puta madre. Mejor que pelear —dijo—. Y eso es cocinar.
»Lo que estoy diciendo es que estoy alojado cerca de aquí de paso al torneo, que no hay nadie en casa y que podemos zamparnos una pizza enorme, si quieres.
Suspiró y dio un rodeo para patear una roca. La piedra rebotó por la ladera y salpicó en el agua.
—Y bien, ¿qué haces por aquí?
—Pues sucede que mi sensei tiene algún tipo de adicción con las putas calabazas que venden en la ciudad de Yachi y me ha enviado por segunda vez en un mes a pedir otro lote para llevarle a Amegakure. —Daruu no pudo sino echarse a reír. Por un momento recordó a Kori, el hermano de Ayame, que tenía una especie de adicción a los bollitos de vainilla que acostumbraba a vender su madre en la pastelería—. Con que tenga que venir de nuevo, te juro que les jodo la plantación entera a punta de sellos bomba.
Se echó a reir de nuevo, incapaz de ocultar que todo aquello le parecía muy gracioso. «Vaya, a lo mejor sólo es muy directo. No parece mala persona tampoco».
—A mí no me gusta la calabaza, pero con ella se hacen unos bizcochos que te mueres —aseguró, aunque era un comentario muy banal.
—¿Has ido ya? ¿Dónde te estás hospedando...?
»Tengo hambre
Daruu se llevó la mano a la barbilla y pensó un momento. «No sé si será muy prudente, pero mamá no va a aparecer todo el día, y además...»
...
«Nunca he tenido amigos. ¡Al cuerno!
—A ver... —explicó Daruu—. Te voy a confesar una cosa. Hay algo que se me da de puta madre. Mejor que pelear —dijo—. Y eso es cocinar.
»Lo que estoy diciendo es que estoy alojado cerca de aquí de paso al torneo, que no hay nadie en casa y que podemos zamparnos una pizza enorme, si quieres.