16/03/2016, 23:42
(Última modificación: 17/03/2016, 00:53 por Aotsuki Ayame.)
Otra vez se había cruzado de brazos... Otra vez ese suspiro...
¿Durante cuánto tiempo sería capaz de aguantar aquella tensión?
—Está bien, está bien... —dijo el hombre y Ayame tuvo que reprimir un suspiro de alivio. Sin embargo, aquella victoria había sido demasiado fácil. Y de eso se dio cuenta cuando continuó hablando—: Pero la salida y sus alrededores están vigiladas por los hombres de Noka por las noches. Por mucho que pretendas evitar a tu padre y a tu hermano, no podrás pasar por delante de ellos. No lo permitirán...
—Creía que, siendo participantes del torneo, podíamos salir y entrar del valle cuando quisiéramos... —se le escapó. Aquella declaración había caído sobre Ayame como un jarro de agua fría para su determinación de escapar de allí sin levantar ninguna sospecha.
Y cuando estaba comenzando a asustarse ante la perspectiva de haber topado con un callejón sin salida, Karoi le sonrió con aquella calidez tan familiar y acogedora que en aquellos instantes no hacía más que partirle el corazón en mil pedacitos.
—Y, sin embargo, sé que es importante para ti, y de todos modos yo iba a salir a hacer unas cosas... Así que, ¿qué te parece si te acompaño? Tengo acreditación para salir. Si vas conmigo, no te pasará nada. Luego quedamos a alguna hora en algún sitio, y te recojo para volver. Así podrás volver a entrar, y Zetsuo no se enterará de nada.
Ayame agachó la cabeza, aún reticente ante la idea. ¿Por qué Karoi ponía tanto empeño en acompañarla? De todas maneras, pronto descubrió que no sólo se encontraba en un callejón sin salida, sino que además tenía los colmillos del depredador justo a su espalda: no tenía manera de negarse al ofrecimiento de su tío sin resultar fatalmente sospechosa, ni tenía manera de escapar de los Dojos del Combatiente sin su presencia.
—¿Vamos allá, pequeñaja? —le guiñó un ojo, y Ayame terminó por asentir de mala gana.
Echó a caminar tras sus pasos como un cervatillo que sigue al rey del bosque. Sin embargo, pronto reparó en algo que había dicho Karoi minutos atrás y la curiosidad pudo con ella:
—¿Qué son exactamente esas cosas que tienes que hacer fuera del valle a estas horas de la noche, tío Karoi?
¿Durante cuánto tiempo sería capaz de aguantar aquella tensión?
—Está bien, está bien... —dijo el hombre y Ayame tuvo que reprimir un suspiro de alivio. Sin embargo, aquella victoria había sido demasiado fácil. Y de eso se dio cuenta cuando continuó hablando—: Pero la salida y sus alrededores están vigiladas por los hombres de Noka por las noches. Por mucho que pretendas evitar a tu padre y a tu hermano, no podrás pasar por delante de ellos. No lo permitirán...
—Creía que, siendo participantes del torneo, podíamos salir y entrar del valle cuando quisiéramos... —se le escapó. Aquella declaración había caído sobre Ayame como un jarro de agua fría para su determinación de escapar de allí sin levantar ninguna sospecha.
Y cuando estaba comenzando a asustarse ante la perspectiva de haber topado con un callejón sin salida, Karoi le sonrió con aquella calidez tan familiar y acogedora que en aquellos instantes no hacía más que partirle el corazón en mil pedacitos.
—Y, sin embargo, sé que es importante para ti, y de todos modos yo iba a salir a hacer unas cosas... Así que, ¿qué te parece si te acompaño? Tengo acreditación para salir. Si vas conmigo, no te pasará nada. Luego quedamos a alguna hora en algún sitio, y te recojo para volver. Así podrás volver a entrar, y Zetsuo no se enterará de nada.
Ayame agachó la cabeza, aún reticente ante la idea. ¿Por qué Karoi ponía tanto empeño en acompañarla? De todas maneras, pronto descubrió que no sólo se encontraba en un callejón sin salida, sino que además tenía los colmillos del depredador justo a su espalda: no tenía manera de negarse al ofrecimiento de su tío sin resultar fatalmente sospechosa, ni tenía manera de escapar de los Dojos del Combatiente sin su presencia.
—¿Vamos allá, pequeñaja? —le guiñó un ojo, y Ayame terminó por asentir de mala gana.
Echó a caminar tras sus pasos como un cervatillo que sigue al rey del bosque. Sin embargo, pronto reparó en algo que había dicho Karoi minutos atrás y la curiosidad pudo con ella:
—¿Qué son exactamente esas cosas que tienes que hacer fuera del valle a estas horas de la noche, tío Karoi?