17/03/2016, 19:15
—¡No, por favor! Puedo explicároslo todo, pero por favor, tenéis que prometerme que me ayudaréis, ¡por favor...!
Daruu suspiró. Había vivido esa situación otras veces. En Shinogi-to, había algunos sitios en los que era una delicia comer. Sin embargo, siempre había algún pobre desgraciado que se acercaba a las mesas para pedir comida. Por supuesto, no era culpa de ellos, pero no le gustaba que le increparan mientras estaba comiendo. Y muchos de ellos se gastaban el dinero no en comida, sino en drogas y alcohol. A veces, prefería darles comida: sabía que eso no podían malgastarlo. Pero desde que comprendió que algunos sólo buscan dinero, e incluso rechazan la comida, no le mereció la pena seguir planteándoselo.
Anzu golpeó la mesa y le hizo sobresaltarse. Su bol de ramen tembló y se balanceó, y Daruu tuvo que sujetarlo para que no se cayera el caldo. Chasqueó la lengua y siguió comiendo.
—¡No, por favor! Puedo explicároslo todo, pero por favor, tenéis que prometerme que me ayudaréis, ¡por favor...!
—Por todos los dioses de Onindo, ¿¡qué demonios te pasa!? Venga, joder, cuéntamelo. Si total, no nos vas a dejar en paz hasta que te desahogues, ¿no?
—Me persiguen mercenarios. Los ha contratado un hombre muy... Muy poderoso e influyente. Por eso no puedo pedir ayuda a los guardias... ¡Me entregarán! ¡Pero os juro por todos los dioses que... que... Que yo no he hecho nada! Entonces... ¿Me ayudaréis?
Anzu le miró, como pidiéndole opinión, o eso pensó él en ese momento. Daruu giró su taburete para encarar al extraño. Lo observó un momento, entrecerró los ojos. Luego miró a Anzu y negó con la cabeza. Después, de nuevo al extraño.
—Mira... —dijo, echándose una mano a la frente—. Yo no puedo ayudarte. Estoy malogrado. Estoy herido. No puedo.
»Pero si es verdad eso que dices, puedes ir a un hotel que se llama El Patito Frito. Está al noreste, en las afueras. Pregunta por Amedama Kiroe o por Aotsuki Zetsuo, o incluso por Aotsuki Kori, y explícales lo que me has dicho a mí. Luego, diles que vas de mi parte, y que por favor, te lleven a ver a Rukairo Noka. Escucha, no te va a entregar. Este es un sitio neutral. Puede sobornar a los guardias, pero ese tío no creo que acepte sobornos, es un ex-samurái. Son conocidos por ser honorables.
«O eso dicen...»
Daruu suspiró. Había vivido esa situación otras veces. En Shinogi-to, había algunos sitios en los que era una delicia comer. Sin embargo, siempre había algún pobre desgraciado que se acercaba a las mesas para pedir comida. Por supuesto, no era culpa de ellos, pero no le gustaba que le increparan mientras estaba comiendo. Y muchos de ellos se gastaban el dinero no en comida, sino en drogas y alcohol. A veces, prefería darles comida: sabía que eso no podían malgastarlo. Pero desde que comprendió que algunos sólo buscan dinero, e incluso rechazan la comida, no le mereció la pena seguir planteándoselo.
Anzu golpeó la mesa y le hizo sobresaltarse. Su bol de ramen tembló y se balanceó, y Daruu tuvo que sujetarlo para que no se cayera el caldo. Chasqueó la lengua y siguió comiendo.
—¡No, por favor! Puedo explicároslo todo, pero por favor, tenéis que prometerme que me ayudaréis, ¡por favor...!
—Por todos los dioses de Onindo, ¿¡qué demonios te pasa!? Venga, joder, cuéntamelo. Si total, no nos vas a dejar en paz hasta que te desahogues, ¿no?
—Me persiguen mercenarios. Los ha contratado un hombre muy... Muy poderoso e influyente. Por eso no puedo pedir ayuda a los guardias... ¡Me entregarán! ¡Pero os juro por todos los dioses que... que... Que yo no he hecho nada! Entonces... ¿Me ayudaréis?
Anzu le miró, como pidiéndole opinión, o eso pensó él en ese momento. Daruu giró su taburete para encarar al extraño. Lo observó un momento, entrecerró los ojos. Luego miró a Anzu y negó con la cabeza. Después, de nuevo al extraño.
—Mira... —dijo, echándose una mano a la frente—. Yo no puedo ayudarte. Estoy malogrado. Estoy herido. No puedo.
»Pero si es verdad eso que dices, puedes ir a un hotel que se llama El Patito Frito. Está al noreste, en las afueras. Pregunta por Amedama Kiroe o por Aotsuki Zetsuo, o incluso por Aotsuki Kori, y explícales lo que me has dicho a mí. Luego, diles que vas de mi parte, y que por favor, te lleven a ver a Rukairo Noka. Escucha, no te va a entregar. Este es un sitio neutral. Puede sobornar a los guardias, pero ese tío no creo que acepte sobornos, es un ex-samurái. Son conocidos por ser honorables.
«O eso dicen...»