17/03/2016, 23:02
Riko no tardó ni un segundo en pedir lo que deseaba tomar. No cambió en absoluto su pedido frente al inicial, y eso que ya habían tenido dos oportunidades. Casi lo mismo que la chica, que había cambiado su petición tres veces. No cabía duda de ello, el chico no dudaba en lo que quería. Sin demora, el camarero lo apuntó, y tras ellos se fue dirección al local.
En ésta ocasión no hubo choque, colisión, o movimientos raros por parte del muchacho. Éste hecho era de agradecer, porque otro incidente mas ya sería de burla, totalmente. Hasta el antagonista de la peliblanco lo reafirmó con palabras, corroborando el pensamiento de ésta.
No, era imposible que algo mas saliese mal, totalmente surrealista.
Katomi sonrió, mientras ladeaba el rostro de un lado a otro, haciendo una clara referencia a su negación. Paró por unos segundos, y se llevó la mano diestra hacia su cabellera, echando hacia detrás un mechón de pelo salvaje.
—NO, es imposible que a-— Y de pronto tuvo que dejar de hablar, y hasta girarse.
Una voz había delatado a todo pulmón que alguien le había hecho algo a una tercera persona. Pero no, eso no era todo. Cuando la chica llegó a enfocar al que había alzado la voz, lo identificó perfectamente. Era el ladronzuelo, no cabía duda, lo llevaba escrito en la frente. A su lado, dos hombretones que podían valer por diez, por ocho si no exageramos demasiado.
La chica palideció un poco, realmente no se esperaba ésta rápida revancha por parte del ratero.
Pero ante toda situación, suele haber siempre una solución fácil. Riko no tardó en encontrarla, salir corriendo por patas. Pero se equivocaba en algo con respecto a la chica, ella era de soluciones realmente difíciles, lo fácil se le hacía pesado. Se levantó de la mesa, pero no siguió el ejemplo de Riko. Se quedó plantada, e incluso volvió a girarse, encarando a la amenaza.
—Riko, si quieres correr... mejor que lo hagas ya. Ellos van a descubrir cómo ruge la hija de un dragón.— Advirtió al otro genin.
Sin retractarse un solo ápice, no perdió tiempo. Decidida, realizó una corta secuencia de cuatro sellos, y tomó una gran cantidad de aire en sus pulmones.
—Quien no quiera ser incinerado... !QUE CORRA!—
Sus palabras iban en serio, le daba igual quien fuese a salir ardiendo. Fueran civiles o no, las intenciones de la chica eran las que dijo en un principio, abrasarlos. Sin embargo, conservó el aliento aún, mucho mas de lo normal. En sus labios se podían ver pequeñas llamaradas, una pequeña porción de lo que amasaba en su boca. Sin duda alguna, esperaba el momento propicio.
Entre tanto, numerosas personas salieron corriendo. Era evidente que en esta disputa alguien iba a salir mal parado.
En ésta ocasión no hubo choque, colisión, o movimientos raros por parte del muchacho. Éste hecho era de agradecer, porque otro incidente mas ya sería de burla, totalmente. Hasta el antagonista de la peliblanco lo reafirmó con palabras, corroborando el pensamiento de ésta.
No, era imposible que algo mas saliese mal, totalmente surrealista.
Katomi sonrió, mientras ladeaba el rostro de un lado a otro, haciendo una clara referencia a su negación. Paró por unos segundos, y se llevó la mano diestra hacia su cabellera, echando hacia detrás un mechón de pelo salvaje.
—NO, es imposible que a-— Y de pronto tuvo que dejar de hablar, y hasta girarse.
Una voz había delatado a todo pulmón que alguien le había hecho algo a una tercera persona. Pero no, eso no era todo. Cuando la chica llegó a enfocar al que había alzado la voz, lo identificó perfectamente. Era el ladronzuelo, no cabía duda, lo llevaba escrito en la frente. A su lado, dos hombretones que podían valer por diez, por ocho si no exageramos demasiado.
La chica palideció un poco, realmente no se esperaba ésta rápida revancha por parte del ratero.
Pero ante toda situación, suele haber siempre una solución fácil. Riko no tardó en encontrarla, salir corriendo por patas. Pero se equivocaba en algo con respecto a la chica, ella era de soluciones realmente difíciles, lo fácil se le hacía pesado. Se levantó de la mesa, pero no siguió el ejemplo de Riko. Se quedó plantada, e incluso volvió a girarse, encarando a la amenaza.
—Riko, si quieres correr... mejor que lo hagas ya. Ellos van a descubrir cómo ruge la hija de un dragón.— Advirtió al otro genin.
Sin retractarse un solo ápice, no perdió tiempo. Decidida, realizó una corta secuencia de cuatro sellos, y tomó una gran cantidad de aire en sus pulmones.
—Quien no quiera ser incinerado... !QUE CORRA!—
Sus palabras iban en serio, le daba igual quien fuese a salir ardiendo. Fueran civiles o no, las intenciones de la chica eran las que dijo en un principio, abrasarlos. Sin embargo, conservó el aliento aún, mucho mas de lo normal. En sus labios se podían ver pequeñas llamaradas, una pequeña porción de lo que amasaba en su boca. Sin duda alguna, esperaba el momento propicio.
Entre tanto, numerosas personas salieron corriendo. Era evidente que en esta disputa alguien iba a salir mal parado.