18/03/2016, 16:25
—Mira... —dijo, echándose una mano a la frente—. Yo no puedo ayudarte. Estoy malogrado. Estoy herido. No puedo.
»Pero si es verdad eso que dices, puedes ir a un hotel que se llama El Patito Frito. Está al noreste, en las afueras. Pregunta por Amedama Kiroe o por Aotsuki Zetsuo, o incluso por Aotsuki Kori, y explícales lo que me has dicho a mí. Luego, diles que vas de mi parte, y que por favor, te lleven a ver a Rukairo Noka. Escucha, no te va a entregar. Este es un sitio neutral. Puede sobornar a los guardias, pero ese tío no creo que acepte sobornos, es un ex-samurái. Son conocidos por ser honorables.
—No, no, no... ¡No! ¡No lo entiendes! —replicó el joven, con la más pura expresión de desamparo y terror en su rostro—. Ellos...
De repente, se detuvo. Como un mecanismo activado por un resorte imaginario, el tipo se giró en el momento justo para ver cómo un hombre de figura corpulenta se había acercado hasta los chicos. Además de alto y fornido, era de piel muy morena, pelo negro y ojos igual de oscuros; en su rostro exhibía varias cicatrices, siendo la más notable una que le cruzaba en diagonal toda la cara. Con una sonrisa de satisfacción que mostró sus dientes amarillentos y castigados, apoyó su mano derecha sobre el hombro del extraño delirante.
—¡Satoru-sama, por fin os encuentro! Vuestro padre estará muy preocupado, ¿lo sabéis? —casi al instante el chico bajó los delgados brazos, dándose por vencido. En su rostro planeó la sombra de la desesperanza más absoluta—. Volvamos a casa, Satoru-sama.
Resignado, como un preso que camina hacia el patíbulo y sabe que su destino es inevitable, el muchacho hizo tal y como aquel hombre le pedía. Éste se despidió de los gennin con un gesto de su mano diestra que parecía querer decir 'gracias, majos', para justo después sonreír de aquella forma tan siniestra. El llamado Satoru sólo se giró un momento para dedicarle a Daruu una mirada cargada de odio y resentimiento...
—¡Meh, vaya tío más raro! —fue el concienzudo análisis que Anzu hizo de lo que acababa de ocurrir—. Bueno, Daruu-san, ¡creo que me marcho! Debo entrenar muy duro si quiero aprender una técnica más poderosa que tu Rasengan. Espero que te haya gustado el ramen, ¡ja!
»Pero si es verdad eso que dices, puedes ir a un hotel que se llama El Patito Frito. Está al noreste, en las afueras. Pregunta por Amedama Kiroe o por Aotsuki Zetsuo, o incluso por Aotsuki Kori, y explícales lo que me has dicho a mí. Luego, diles que vas de mi parte, y que por favor, te lleven a ver a Rukairo Noka. Escucha, no te va a entregar. Este es un sitio neutral. Puede sobornar a los guardias, pero ese tío no creo que acepte sobornos, es un ex-samurái. Son conocidos por ser honorables.
—No, no, no... ¡No! ¡No lo entiendes! —replicó el joven, con la más pura expresión de desamparo y terror en su rostro—. Ellos...
De repente, se detuvo. Como un mecanismo activado por un resorte imaginario, el tipo se giró en el momento justo para ver cómo un hombre de figura corpulenta se había acercado hasta los chicos. Además de alto y fornido, era de piel muy morena, pelo negro y ojos igual de oscuros; en su rostro exhibía varias cicatrices, siendo la más notable una que le cruzaba en diagonal toda la cara. Con una sonrisa de satisfacción que mostró sus dientes amarillentos y castigados, apoyó su mano derecha sobre el hombro del extraño delirante.
—¡Satoru-sama, por fin os encuentro! Vuestro padre estará muy preocupado, ¿lo sabéis? —casi al instante el chico bajó los delgados brazos, dándose por vencido. En su rostro planeó la sombra de la desesperanza más absoluta—. Volvamos a casa, Satoru-sama.
Resignado, como un preso que camina hacia el patíbulo y sabe que su destino es inevitable, el muchacho hizo tal y como aquel hombre le pedía. Éste se despidió de los gennin con un gesto de su mano diestra que parecía querer decir 'gracias, majos', para justo después sonreír de aquella forma tan siniestra. El llamado Satoru sólo se giró un momento para dedicarle a Daruu una mirada cargada de odio y resentimiento...
—¡Meh, vaya tío más raro! —fue el concienzudo análisis que Anzu hizo de lo que acababa de ocurrir—. Bueno, Daruu-san, ¡creo que me marcho! Debo entrenar muy duro si quiero aprender una técnica más poderosa que tu Rasengan. Espero que te haya gustado el ramen, ¡ja!