22/03/2016, 22:54
(Última modificación: 22/03/2016, 22:54 por Amedama Daruu.)
«Tsk, ¿y ahora qué? ¡Mierda!». El hombretón apenas había trastabillado un segundo, y sin apenas esfuerzo alguno había conseguido reponerse del traspiés evitando caer al suelo. Satoru esbozó un lienzo resignado y ambos siguieron su camino.
—Me odio a mí mismo por esto, Anzu, pero creo que no voy a poder resistir a ayudar a ese tío si el cabrón ese sale corriendo tras él o algo —confesó el shinobi de Amegakure—. ¿Has visto sus cicatrices? Deben estar torturándolo, o algo. No puedo soportarlo.
—¡Vaya! Hace ni tan sólo cinco minutos estabas de acuerdo en mandarlo a tomar por culo, ¿y ahora quieres ayudarle? ¿Ayudarle a qué? Ya has escuchado a nuestro amigo el gorila, probablemente ese chico sólo sea un noble ricachón que se ha escapado de casa para vivir grandes aventuras entre la plebe. Además, ¿que lo han estado torturando? ¿De dónde sacas eso? Me parece que has leído muchas novelas, Daruu-san...
—Ya te podría haber salido antes la vena de buen samaritano. ¿Has visto al tío de la Sonrisa Diez? No parece de los que se andan con tonterías...
Daruu apretó los dientes enrabiado. Anzu era muy sincera. Muchas veces, la sinceridad es una aptitud muy noble, pero tiene la endemoniada manía de molestar.
—Te falta mucho por aprender, Anzu, ser ninja no sólo es tener la mejor técnica, sino saber analizar lo que ves —contestó Daruu—. Las cicatrices. La actitud asustada. Si te has fijado en el aspecto del tipo que se lo está llevando y tomas en cuenta todo lo demás... Si sabes sumar, aciertas.
»Además de que antes de ver al tipo no sabía si creerle o no, estaba pasando de él por dos cosas: la primera es que me dejo liar muy fácilmente, y hace poco tuve un día muy malo con un par de locos en la choza de un chamán. No preguntes.
Recordaba el incidente con Yota y aquél hombre en taparrabos. «Un, chaca chaca, ún!». Sacudió la cabeza apartando la danza demente del curandero.
—La segunda: no quiero meterme en problemas estando como estoy. Pero por dios, ¡míralo! No puedo dejarle así. ¿Qué hacemos? La conciencia me dice que no debería. Pero es la conciencia también la que me pide que me lance a ayudarlo.
Miró a Anzu, con evidente ansiedad.
—Pónmelo fácil. Haz una locura o algo.
—Me odio a mí mismo por esto, Anzu, pero creo que no voy a poder resistir a ayudar a ese tío si el cabrón ese sale corriendo tras él o algo —confesó el shinobi de Amegakure—. ¿Has visto sus cicatrices? Deben estar torturándolo, o algo. No puedo soportarlo.
—¡Vaya! Hace ni tan sólo cinco minutos estabas de acuerdo en mandarlo a tomar por culo, ¿y ahora quieres ayudarle? ¿Ayudarle a qué? Ya has escuchado a nuestro amigo el gorila, probablemente ese chico sólo sea un noble ricachón que se ha escapado de casa para vivir grandes aventuras entre la plebe. Además, ¿que lo han estado torturando? ¿De dónde sacas eso? Me parece que has leído muchas novelas, Daruu-san...
—Ya te podría haber salido antes la vena de buen samaritano. ¿Has visto al tío de la Sonrisa Diez? No parece de los que se andan con tonterías...
Daruu apretó los dientes enrabiado. Anzu era muy sincera. Muchas veces, la sinceridad es una aptitud muy noble, pero tiene la endemoniada manía de molestar.
—Te falta mucho por aprender, Anzu, ser ninja no sólo es tener la mejor técnica, sino saber analizar lo que ves —contestó Daruu—. Las cicatrices. La actitud asustada. Si te has fijado en el aspecto del tipo que se lo está llevando y tomas en cuenta todo lo demás... Si sabes sumar, aciertas.
»Además de que antes de ver al tipo no sabía si creerle o no, estaba pasando de él por dos cosas: la primera es que me dejo liar muy fácilmente, y hace poco tuve un día muy malo con un par de locos en la choza de un chamán. No preguntes.
Recordaba el incidente con Yota y aquél hombre en taparrabos. «Un, chaca chaca, ún!». Sacudió la cabeza apartando la danza demente del curandero.
—La segunda: no quiero meterme en problemas estando como estoy. Pero por dios, ¡míralo! No puedo dejarle así. ¿Qué hacemos? La conciencia me dice que no debería. Pero es la conciencia también la que me pide que me lance a ayudarlo.
Miró a Anzu, con evidente ansiedad.
—Pónmelo fácil. Haz una locura o algo.