23/03/2016, 18:24
—Te falta mucho por aprender, Anzu, ser ninja no sólo es tener la mejor técnica, sino saber analizar lo que ves.
Para la Yotsuki —que tenía poca paciencia con estas cosas— aquella fue la gota que colmó el vaso. Sus ojos refulgieron con ira, clavándose en los de Daruu como si quisieran prenderlos en llamas.
—¡Que te jodan, socio! —replicó de mala gana, pegando un sonoro puñetazo en la barra del puesto que llamó la atención de los cocineros—. ¿Me das lecciones y luego quieres que me agarre a castañazos con un gorila por una 'corazonada' tuya? ¡Ja! Eres la monda. ¡Analiza esto!
Alzando la mano derecha con tan sólo el dedo corazón extendido, en claro gesto de desaprobación, Anzu se cruzó de brazos mientras veía al chico y su 'guardaespaldas'; por llamarlo de alguna manera. Pese a que esta enfurruñada como una niña —lo era—, no tardó en admitir que la teoría de Daruu tenía bastante sentido. Sin embargo, no por eso iba a dejar que un Amegakurense de tres al cuarto la tratase como le viniera en gana. Ella era Yotsuki Anzu, de Takigakure, y no se iba a amedrentar ante el primer canijo que pasara por allí.
Sin embargo, Yotsuki Anzu también tenía una fuerte conciencia y sentido del deber. Y ciertamente, cuanto más lo pensaba, más sospechoso era todo. Así que, todavía sin mudar su semblante de enfado contra Daruu, se metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, dejó algo de dinero sobre la barra, y se cargó la mochila al hombro.
—Está claro que no puedo con ese tío en combate directo. No hace falta ser un genio para verlo. Así que, de momento, voy a seguirles... A ver a dónde me llevan —cavilaba como pensando en voz alta, lo suficiente para que Daruu la oyese.
Así era ella, orgullosa también y depende de para qué. Sin más, Anzu empezó a caminar a paso tranquilo, intentando ser discreta, tras la curiosa pareja.
Para la Yotsuki —que tenía poca paciencia con estas cosas— aquella fue la gota que colmó el vaso. Sus ojos refulgieron con ira, clavándose en los de Daruu como si quisieran prenderlos en llamas.
—¡Que te jodan, socio! —replicó de mala gana, pegando un sonoro puñetazo en la barra del puesto que llamó la atención de los cocineros—. ¿Me das lecciones y luego quieres que me agarre a castañazos con un gorila por una 'corazonada' tuya? ¡Ja! Eres la monda. ¡Analiza esto!
Alzando la mano derecha con tan sólo el dedo corazón extendido, en claro gesto de desaprobación, Anzu se cruzó de brazos mientras veía al chico y su 'guardaespaldas'; por llamarlo de alguna manera. Pese a que esta enfurruñada como una niña —lo era—, no tardó en admitir que la teoría de Daruu tenía bastante sentido. Sin embargo, no por eso iba a dejar que un Amegakurense de tres al cuarto la tratase como le viniera en gana. Ella era Yotsuki Anzu, de Takigakure, y no se iba a amedrentar ante el primer canijo que pasara por allí.
Sin embargo, Yotsuki Anzu también tenía una fuerte conciencia y sentido del deber. Y ciertamente, cuanto más lo pensaba, más sospechoso era todo. Así que, todavía sin mudar su semblante de enfado contra Daruu, se metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, dejó algo de dinero sobre la barra, y se cargó la mochila al hombro.
—Está claro que no puedo con ese tío en combate directo. No hace falta ser un genio para verlo. Así que, de momento, voy a seguirles... A ver a dónde me llevan —cavilaba como pensando en voz alta, lo suficiente para que Daruu la oyese.
Así era ella, orgullosa también y depende de para qué. Sin más, Anzu empezó a caminar a paso tranquilo, intentando ser discreta, tras la curiosa pareja.