22/04/2019, 23:36
Fue mucho antes de llegar al Puente Tenchi, que regresé aquí. Obviamente, el camino más corto para llegar de Amegakure al País de la Hierba es atravesar por en medio el País de la Tierra. Aunque, en serio consideré tomar un rodeo.
Hace un calor del diablo en esta época, además que el cuero impermeable me es de lo más inservible. Ah, pero logré conseguirme un look de la vieja escuela que se acomoda a la estación. Quise llevar mi guitarra, que quería prepararme para el evento en Tanzaku Gai que mencionó Aotsuki. Debo decir que aún no sé que canción podría ser. No sé si una profunda, una reflexiva, o si irme por el camino fácil de cantar una de amor y desamor que tango venden comercialmente. Lo cierto, es que no viene al caso.
Nada venía al caso.
Este sitio estaba en mi camino, sí o sí. Ha pasado medio año desde aquello. Me gustaría decir, que ahora si podría subir estas escaleras, pero no soy de los que dicen mentiras. Ni siquiera me esforzaré en intentarlo.
Las aldeas ahora están en paz, pero me pregunto cuanto durara. Los altos mandos siempre deshacen y hacen a su antojo y conveniencia. Cada quién hace lo mejor que le parece para sus cercanos, sin conocer a los pequeños que estamos en nuestros rincones lejanos del mundo. Todos estamos entrelazados, sin tomar en cuenta que nuestras acciones, por insignificantes que sean, cambian el mundo. Y es que algunos, ponen más peso a la balanza de lo que creen. Echan leche y más leche al vaso hasta que se derrama. Luego dicen que no hay que llorar por ella, sin pensar a quienes salpicaron con ello. Ojalá esta paz no sea de papel.
Dije que no iba a intentarlo, pero luego de un tiempo empecé a subir escalones. Dos, cuatro, cincuenta, chorrocientos; ya ni los conté.
Volteaba, añorando que alguien estuviese subiendo atrás de mí. Esperando a quién nunca iba a venir.
Me puse a pensar en que debí ir a la Torre de Meditación, aunque luego no sabría que decirle a Geki. No era tan fácil cómo "Oye Kurozuchi-sensei déjame salir de la aldea en medio de esta tensión internacional que tengo un encuentro pactado con un ninja de Kusagakure para ir buscar un lobo gigante". Seh, no suena demasiado bien. Aunque ahora mismo tras varios meses, no tengo cómo demonios encontrarlo tampoco.
Me detuve en un punto del trayecto. No por cansancio, sino por inercia.
Aquí discutimos.
El abuelo se niega a contarme la verdad de Zhūquè Yì y el resto de locuras de las armas de los dioses cardinales. En serio, tengo suficientes dramas personales para andarme con sus deudas pendientes de una era perdida. No le arreglo las cuentas a nadie, pero algo me dice que de una u otra forma el viejo querrá que me haga cargo de lo que sea que traiga entre manos. Supongo, que no es tan relevante, pues desde el incidente del País del Viento no me ha mencionado nada. Aunque creo que la pintura robada de Tanzaku Gai puede tener algo que ver. Ya se lo contaré luego, no quiero verme envuelto en dilemas innecesarios. Por ahora.
Me quedé mirando la lejanía en la montaña. Todos los pensamientos con los que quise llenar mi cabeza se esfumaron.
Demonios, me marcó más de lo que esperaba.
Rōga se descolgó la mochila, dejándola a sus pies. Se detuvo unos segundos observando su equipaje, pensativo. Tenía razón, le extrañaba más de lo debido. De toda la gente que había conocido hasta el momento, era la más cercana a lo que podía ser una amiga.
Caminó, tomando aire para cantar. Y sin embargo, aún ensayándolo cientos de veces, repitiendo el ejercicio mil veces más, le costó horrores soltar aquellos versos.
Hace un calor del diablo en esta época, además que el cuero impermeable me es de lo más inservible. Ah, pero logré conseguirme un look de la vieja escuela que se acomoda a la estación. Quise llevar mi guitarra, que quería prepararme para el evento en Tanzaku Gai que mencionó Aotsuki. Debo decir que aún no sé que canción podría ser. No sé si una profunda, una reflexiva, o si irme por el camino fácil de cantar una de amor y desamor que tango venden comercialmente. Lo cierto, es que no viene al caso.
Nada venía al caso.
Este sitio estaba en mi camino, sí o sí. Ha pasado medio año desde aquello. Me gustaría decir, que ahora si podría subir estas escaleras, pero no soy de los que dicen mentiras. Ni siquiera me esforzaré en intentarlo.
Las aldeas ahora están en paz, pero me pregunto cuanto durara. Los altos mandos siempre deshacen y hacen a su antojo y conveniencia. Cada quién hace lo mejor que le parece para sus cercanos, sin conocer a los pequeños que estamos en nuestros rincones lejanos del mundo. Todos estamos entrelazados, sin tomar en cuenta que nuestras acciones, por insignificantes que sean, cambian el mundo. Y es que algunos, ponen más peso a la balanza de lo que creen. Echan leche y más leche al vaso hasta que se derrama. Luego dicen que no hay que llorar por ella, sin pensar a quienes salpicaron con ello. Ojalá esta paz no sea de papel.
Dije que no iba a intentarlo, pero luego de un tiempo empecé a subir escalones. Dos, cuatro, cincuenta, chorrocientos; ya ni los conté.
Volteaba, añorando que alguien estuviese subiendo atrás de mí. Esperando a quién nunca iba a venir.
Me puse a pensar en que debí ir a la Torre de Meditación, aunque luego no sabría que decirle a Geki. No era tan fácil cómo "Oye Kurozuchi-sensei déjame salir de la aldea en medio de esta tensión internacional que tengo un encuentro pactado con un ninja de Kusagakure para ir buscar un lobo gigante". Seh, no suena demasiado bien. Aunque ahora mismo tras varios meses, no tengo cómo demonios encontrarlo tampoco.
Me detuve en un punto del trayecto. No por cansancio, sino por inercia.
Aquí discutimos.
El abuelo se niega a contarme la verdad de Zhūquè Yì y el resto de locuras de las armas de los dioses cardinales. En serio, tengo suficientes dramas personales para andarme con sus deudas pendientes de una era perdida. No le arreglo las cuentas a nadie, pero algo me dice que de una u otra forma el viejo querrá que me haga cargo de lo que sea que traiga entre manos. Supongo, que no es tan relevante, pues desde el incidente del País del Viento no me ha mencionado nada. Aunque creo que la pintura robada de Tanzaku Gai puede tener algo que ver. Ya se lo contaré luego, no quiero verme envuelto en dilemas innecesarios. Por ahora.
Me quedé mirando la lejanía en la montaña. Todos los pensamientos con los que quise llenar mi cabeza se esfumaron.
Demonios, me marcó más de lo que esperaba.
Me gustaría decir que sólo era una loca...
...
...
...
...¿dónde estás?
...
...
...
...¿dónde estás?
***
Rōga se descolgó la mochila, dejándola a sus pies. Se detuvo unos segundos observando su equipaje, pensativo. Tenía razón, le extrañaba más de lo debido. De toda la gente que había conocido hasta el momento, era la más cercana a lo que podía ser una amiga.
"¿Ya hay paz verdad? Podríamos vernos de nuevo, sin miedo a ninguna repercusión ¿Entonces dónde estás?"
Caminó, tomando aire para cantar. Y sin embargo, aún ensayándolo cientos de veces, repitiendo el ejercicio mil veces más, le costó horrores soltar aquellos versos.
Este siniestro cielo de plomo,
me advierte que el sol está roto
atravesado por dagas blancas
chirriando a través de mis oídos
Huyendo, huyendo.
Una golondrina dibuja ochos sobre sí
Sobrevolando la ciudad
Porque la lluvia se acerca al atardecer
El cielo se nubló, pero ella se olvidó....
Del paraguas y está con miedo, sola en la lluvia
Porque yo solo soy un cobarde, bajo el cielo azul
Mirando hacia arriba.
Por aquí y por allá: Sorteando el camino con habilidad
Busco refugiarme en una cafetería
Donde finalmente pueda descansar
No puedo volver, no puedo volver.
El cielo se nubló, caminando sin rumbo
Los dos marchamos como soldados
Un corazón tímido, es una desventaja
Para alguien que gusta del peligro
El cielo se nubló, pero ella se olvidó....
Del paraguas y está con miedo, sola en la lluvia
Porque yo sólo soy un cobarde, bajo el cielo azul
Mirando hacia arriba.
me advierte que el sol está roto
atravesado por dagas blancas
chirriando a través de mis oídos
Huyendo, huyendo.
Una golondrina dibuja ochos sobre sí
Sobrevolando la ciudad
Porque la lluvia se acerca al atardecer
El cielo se nubló, pero ella se olvidó....
Del paraguas y está con miedo, sola en la lluvia
Porque yo solo soy un cobarde, bajo el cielo azul
Mirando hacia arriba.
Por aquí y por allá: Sorteando el camino con habilidad
Busco refugiarme en una cafetería
Donde finalmente pueda descansar
No puedo volver, no puedo volver.
El cielo se nubló, caminando sin rumbo
Los dos marchamos como soldados
Un corazón tímido, es una desventaja
Para alguien que gusta del peligro
El cielo se nubló, pero ella se olvidó....
Del paraguas y está con miedo, sola en la lluvia
Porque yo sólo soy un cobarde, bajo el cielo azul
Mirando hacia arriba.
Sus ojos reflejaron su corazón, y llovió dentro de su alma.