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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Al menos aquel rato que pasara en la celda, no sería del todo triste, podría hablar con Katomi, y al menos, no comerse mucho la cabeza con lo que significaba el estar allí, no solo lo que le diría su padre si se enteraba, y vaya si se enteraría, siempre se enteraba de todo; si no el hecho de que, con la corta edad del de rastas, ya había estado detenido, y eso no era algo de lo que sentirse orgulloso.

Cuando ambos genins se encontraron todo lo a solas que podrían estar en un lugar como aquel, Riko elogió el estilo de lucha de Katomi, aunque era cierto que quizás en el cuerpo a cuerpo no era lo mejor, pero sus técnicas ígneas le habían impresionado de verdad.

Si, si, no lo haces del todo mal, y tus Katon son muy buenos, al menos, de los mejores que he visto hasta ahora. — Dijo rememorando los encuentros que había tenido con gente que utilizaba dicho elemento. — Muchas gracias. — Sonrió el pelinegro ante el halago de la de Ame.

El muchacho observó como Katomi se acomodaba un poco más en la cama de su celda, o al menos, lo intentaba, ya que si era como la de Riko, estaba bastante complicado eso de acomodarse.

La verdad es que bien, lo que es bien, no huele, no. — Rió el muchacho ante el comentario de su compañera. — Aunque no creo que eso se algo de lo que más preocupe en este lugar. — Dijo mirando a su alrededor, era obvio que el cuidado del edificio no estaba en la lista de cosas que hacer, pues las paredes estaban en un estado bastante malo, y las humedades podían verse claramente a lo largo del edificio.

Esperemos no pasar mucho tiempo más que esta noche aquí, ¿no?

Realmente le daba miedo pasar más tiempo en aquel lugar, esperaba que la justicia de aquella ciudad fuese lo bastante rápida como para que le fuera posible ir a cenar con su familia, no sin antes darse una ducha primero, aquel olor de seguro que se le quedaba impregnado en la ropa.
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#47
El chico de rastas halagó de nuevo la manera de palear de la chica, argumentando en ésta ocasión que sus katones eran muy buenos, o al menos de los mejores que había visto. Seguramente eso era una buena noticia, no sonaba para nada a lo contrario. Aunque también podía ser que no hubiese visto a demasiados usuarios de Katon. En fin, a caballo regalado no se le mira los dientes. Además, agradeció el punto favorable que había sacado en su forma de luchar la chica.

Katomi no se contuvo con el comentario del váter, y lo soltó sin censura. Evidentemente, no era su baño el menos higienico, el de Riko tampoco parecía estar en buena condición. Así mismo, destacó que eso no era el único motivo del mal olor, las humedades también podían ser parte de esa deficiencia en el edificio. La chica observó que en su habitación también habían bastantes retales de musgo, y asintió ante la observación del chico.

Si que es cierto...

Para cuando volvió su mirada al rastas, el chico comentó que esperaba no pasar demasiado tiempo en esa celda. Obviamente, eso era algo que ambos deseaban. A la chica tampoco le apetecía para nada pasar la noche allí.

A mi tampoco me hace ilusión pasar aquí la noche.— Reiteró. —Bueno, con un poco de suerte el juicio sea a primera hora de la mañana. No creo que un juicio a causa de una tontería se demore para mucho mas... ¿no?

La chica dejó caer un pequeño suspiro, y se agazapó un poco mas sobre sí misma. Estaba recogida sobre sí en un pequeño trozo de la cama, casi parecía ser alérgica a todo aquello que la rodeaba. Eso, o como cuando de pequeño juegas a que el suelo es lava y si la tocas te quemas... pero traspasado y exagerado a que absolutamente todo en la habitación era lava.
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#48
—A mi tampoco me hace ilusión pasar aquí la noche.— Reiteró. —Bueno, con un poco de suerte el juicio sea a primera hora de la mañana. No creo que un juicio a causa de una tontería se demore para mucho mas... ¿no?

Realmente esperaba que la joven peliblanca tuviera razón, no quería pasar más tiempo del necesario encerrado en aquella jaula a la que le habían confinado, y esperaba que el juicio se resolviera de manera rápida y justa, pues, realmente, los dos genins no habían hecho más que defenderse ante un atraco y, posteriormente, ante un intento de asesinato, por lo que estaba completamente justificado el uso del Ninjutsu de Katomi y del Taijutsu del de rastas.

Si... Ojalá tengas razón, creo que no estoy hecho para pasar mucho tiempo encerrado, la verdad. — Dijo forzándose a sonreír, algo cansado.

De pronto un ruido lo sobresaltó, completamente enfocado en la conversación con Katomi, el joven de Uzushiogakure no se había percatado de la presencia de uno de los guardias, que se había colocado justo frente a la puerta de su celda, al igual que otro, que había hecho lo propio en la celda de Katomi.

Pues a tener suerte joven, el juicio va a celebrarse en apenas unos minutos, ha sido algo tan escandaloso, que quieren solucionarlo rápidamente, así que ve, acércate a la puerta y coloca las manos a la espalda.

Riko obedeció, poniéndose en pie de un salto y colocándose como el guardia le había ordenado. Rápidamente le esposó, y le sacó de la celda, dirigiéndole hacia la salida.

Al final va a resolverse rápido esto, Katomi.


Como ya te he dicho, perdón por tooooodo el tiempo que he tardado, si quieres, rolea tu el juicio y tal ya y acaba tu parte, luego posteo yo para acabar mi parte y c'est fini. Gracias por la paciencia! Risa
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#49
La suerte de los chicos parecía ir en cambio a darles una sorpresa. Pese al desanimo que vivían, ambos tomaron rápidamente la compostura al ver que un par de guardias habían hecho acto de presencia. Según dijeron, el juicio iba a celebrarse en breves debido al revuelto que habían causado, cosa que tampoco era de extrañar. El primero de éstos, tomó a Riko de espaldas a la celda, y lo esposó cual rufián peligroso.

¿P-pero... no era que confiaban en nosotros?— Se atrevió a preguntar a un tono casi mudo.

La siguiente fue ella. Con las mismas palabras y gesto, el guardia que estaba afuera de su celda actuó exactamente igual a su compañero de oficio. Ambos genin quedaron esposados, pero a la misma vez mas libres que hasta hacían escasos segundos. Las puertas de ambas celdas se abrieron, y el camino hacia el juicio daba comienzo.

Bueno, al menos será rápido.

Los cuatro avanzaron por el pasillo que hacía poco habían pasado, dirección hacia la puerta por donde habían entrado. Poco antes de eso, giraron y comenzaron a pasillear un poco. El sitio realmente se veía grande, o al menos repleto de pasillos que no se sabía ni a donde daban. Sinceramente, desde el exterior parecía mucho menor.

Al final del recorrido, pararon ante una gran puerta de color carmesí. Sin mas, uno de los guardia abrió la puerta, y el destello de la luz de unos focos cegaron por un instante a los jóvenes. Para cuando la vista alcanzó a recuperarse, vieron una enorme sala que hasta la mitad de la misma estaba compuesta por un gran numero de banquetas. En el medio de la sala daba paso una gran alfombra del mismo tono que la puerta, la cual contrastaba mucho con los tonos blancos de la habitación. Grandes vidrieras adornaban la sala, pero no era de ellas de las que emanaba la luz, si no de unos enormes focos que se situaban en el techo. La claridad del habitáculo era realmente incómoda, casi parecían estar en el maldito cielo.

El par de jóvenes genin, pasad.— Una imperativa y ronca voz les dio paso, acompañados de nuevo por los guardias.

Frente a ellos, un estrado con varios resaltes, y en el mas alto un señor con una ornamentada armadura dorada. Su cabellera grisácea resaltaba aún mas que el carmesí en el blanco de la sala. Justo a su lado, en un atril un tanto mas bajo, una señora con un enorme tocado rubio, que vestía un lujurioso vestido azul mostrando un escote casi perfecto.

La chica avanzó por el pasillo, predestinada a ser juzgada, al igual que su compañero. Pero había algo que llamaba su atención... ¿Dónde estaban los testigos, abogados y acusadores? Miró hacia todos lados, pero no halló en la sala a nadie salvo los ya mencionados.

Siento mucho la demora. El dueño del bar donde sucedió todo ha hablado en vuestro favor, y afirmó que no fuisteis vosotros los causantes de todo el alboroto, si no que os defendisteis ante ese trío de maleantes. Se les liberará desde éste mismo momento, pero si vuelven a ser partícipes de algún problema en ésta ciudad, la ley no será para nada suave con vosotros. ¿Entendieron?

S-si...— Contestó Katomi apresuradamente, seguido de una reverencia.

Sin demora alguna, los guardias liberaron a ambos genins, quitandoles las esposas.

Bueno... Riko. Lo siento mucho, pero no creo que podamos tomar la merienda en éste momento... he perdido demasiado tiempo, y tenía cosas que hacer en la ciudad. Espero que nos volvamos a ver.

La chica apenas había sido liberada que ya se estaba dando el piro, vaya actitud... Pero tampoco mentía, tenía que investigar un poco mas acerca de los comercios, era la principal razón por la que había ido a esa maldita ciudad. Alzó su diestra hasta sus labios, besó sus dedos índice y corazón, y sopló en dirección a Riko haciendo como que le lanzaba el beso.

Poco mas tardó en tomar camino, evidentemente a un ritmo bastante rápido.
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#50
Desandaron lo que, hacía apenas una hora habían andando en dirección a las celdas en las que les habían confinado por ese breve lapso de tiempo. Con las manos esposadas a la espalda y seguidos muy de cerca por los guardias, Riko y Katomi caminaron por unos pasillos bastante estrechos, siendo honestos, primero giraban a la derecha, luego a la izquierda y a la izquierda otra vez, hasta que, finalmente, llegaron al final del recorrido, un portón de un color carmesí, que al abrirse dejó pasar un intenso brillo que dejó a los jóvenes ciegos durante unas milésimas, hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz.

La sala que se encontraba detrás de la puerta era la típica utilizada en juicios, un pasillo en el medio, y a los laterales de éste un montón banquetas donde se sentaban los que asistían al juicio. Riko quedó perplejo ante aquella sala, y caminaba a la vez que con la cabeza repasaba una y otra vez la habitación fijándose en cada detalle de la misma.

Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Un señor con una armadura dorada, que denotaba la importancia que seguramente tenía en aquel lugar, comenzó a hablar.

—Siento mucho la demora. El dueño del bar donde sucedió todo ha hablado en vuestro favor, y afirmó que no fuisteis vosotros los causantes de todo el alboroto, si no que os defendisteis ante ese trío de maleantes. Se les liberará desde éste mismo momento, pero si vuelven a ser partícipes de algún problema en ésta ciudad, la ley no será para nada suave con vosotros. ¿Entendieron?

S-si... — Reespondió el de rastas al unísono que su acompañante, y entonces, les quitaron las esposas y les guiaron hacia fuera.

—Bueno... Riko. Lo siento mucho, pero no creo que podamos tomar la merienda en éste momento... he perdido demasiado tiempo, y tenía cosas que hacer en la ciudad. Espero que nos volvamos a ver.

Aquella era la despedida de aquel accidentado encuentro.

Bueno, otra vez será entonces, lo dejamos en la lista de cosas pendientes. — sonrió Riko. — ¡Hasta la próxima Katomi! — Se despidió mientras veía como se alejaba, antes de emprender el camino de vuelta a su hotel.
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