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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
La chica continuó con su juego de sombras, haciendo a gesto forzado que el chico copiase todos y cada uno de los movimientos de la misma. Cada articulación o músculo que ella movía, era imitado con total perfección. La desgracia parecía inminente, pues si habían bromas aceptables con alguien que acabas de conocer, las de dinero sin duda alguna no cabía en ese saco. No, con el dinero no se juega. Pero Siete parecía haber caído en la trampa como tonto, nadie le creería si gritaba ladrona a la kunoichi, cuando claramente él estaba pagando con todas las de la ley. Bueno, no era tal que así, pero ofrecer el dinero de su cartera en lo que gritaba que no lo cogiese al camarero parecía una nefasta idea.

«Maldita sea...»

Jocosa, la chica rio y de pronto su sombra regresó de manera fugaz hasta recobrar la normalidad. Hayato, pudo sentir de nuevo cómo sus músculos le volvían a obedecer, y su gesto se detuvo. Jun soltó la broma, pero por suerte se ofreció a cambio su monedero y preguntó al camarero si podía pagar ahora. Éste afirmó con la cabeza, en lo que arrancaba la hoja de su libreta y la ponía sobre la mesa. Entre tanto, Hayato volvió a guardar su cartera en el lugar que le correspondía.

Aquí tiene. Muchas gracias.

El Senju sonrió levemente, en lo que se recostaba en el incómodo sillón y guardaba sendas manos en los bolsillos. —Si, muchas gracias, Jun.

»He de admitir que es una habilidad de lo más útil... pero supongo que su alcance o duración deben ser bastante limitados.
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#32
El camarero hizo un gesto afirmativo ante la pregunta de la clienta. Vio el papel en la mesa y sacó la suma correspondiente. En el camino que hacía con el cuerpo para darle el dinero al muchacho, agarró una patata y se llevó a la boca.

Por favor, no hay de qué. — Respondió con algo de sarcasmo, incluso con un intento de actuación en sus expresiones.

De un mordisco se llevó la mitad del tubérculo, el cual masticaba con cierta ansia. Esperó que el camarero se aleje para seguir hablando de lo que acababa de pasar.

De hecho lo es. Pero te entiendo si aún sigues prefiriendo los lobos. — Rio leve y se terminó de tragar la comida. Casi de inmediato, agarró otra.

A Siete no le bastó con haber visto el Kagemane. Ahora preguntó sutilmente cual era su debilidad. Si el rango que tenía era corto, si su duración era limitada. Era curioso, porque esas dos eran algunas de las debilidades. Pero quizás no era tan grave como en otras técnicas.

De hecho, ninguno de los dos es mucho problema. — Respondió algo cortante.

Era más que obvio que no iba a revelarle mucho más. Ya le había mostrado demasiado. Y no es que era un rival para ella, ni que estuviera obligada a enfrentarse a él en algún momento, como para no decirle con detalle de que trataba. Pero tampoco iba a decirle a todo el mundo donde estaba el talón de Aquiles de la técnica.

Tomó el refresco de limón con la mano que tenía libre.

Espero que disfrutes esa cosa roja. — Señaló con la mirada el otro refresco, con expresión de asco.
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#33
La chica pagó la orden, tras lo cuál el mesero tomó el importe y se fue tal y como vino. Eso si, no sin antes volver a realizar una muy cortés reverencia. Ante todo los modales. Ágil, como una culebra cuesta abajo, la chica confirmó lo que bien el Senju elogió sobre su habilidad. No había nadie en esa sala capaz de cuestionar qué tan útil podría llegar a ser esa habilidad con la sombra. Pero no pudo dejar caer otra mofa acerca de la figura del lobo. Rio en lo que terminaba de tragar la primera patata.

Hayato tomó el mismo camino del shinobi, el de pillar una de esas patatas antes de que se evaporasen como una neblina en una mañana de verano. La tomó con velocidad, pero tratando de no parecer demasiado impulsivo. Le dio un primer mordisco, en lo que su antagonista respondía que ninguno de los problemas sugeridos por el chico eran demasiado grandes. Esto daba a entender dos cosas, que bien la técnica tenía esos dos fallos en vez de uno, o que bien no tenía ninguno y los problemas de la técnica debían ser la velocidad u otra cosa. Fuese como fuese, la kunoichi no se había lucido demasiado cómoda hablando de ello. Era normal, ¿a quién en su sano juicio le gustaría hablar de las debilidades de sus técnicas?

De nuevo, la chica interrumpió ese breve silencio, atacando en ésta ocasión la bebida del chico. Había llamado al refresco "esa cosa roja", algo que llamó bastante la atención del chico, y no pudo evitar mirar el susodicho refresco. Arqueó una ceja, y en una mueca que tambaleaba entre la incertidumbre y la picaresca, no pudo evitar que la broma llegase.

No sabía que eras rojo-fóbica —respondió ante el comentario.

»Hay que amar a todos los colores. —Se rio de nuevo, no podía evitarlo. Hasta, casi, por muy recóndidamente imposible que pareciese, podía llegarle a caer medio bien. Eso, o que quizás sus constantes bromas y picaresca le empezaban a empatizar con su forma de ser. A saber...

¡Di-disculpen!

Pero de pronto, la conversación les fue interrumpida de nuevo. En ésta ocasión, no se trataba del mesero, ni de algún tipo de broma descarrilada. A su lado se presentaban dos hombres, y uno de éstos llevaba entre manos un librito que ojeaba con ahínco buscando algo concreto. Sendos caballeros vestían camiseta de mangas largas negra, un chaleco grisáceo de mangas recortadas, y pantalones vaqueros azulados. La principal diferencia entre ambos estaba en sus pesos, pues uno parecía casi el doble del otro; y su tamaño, pues el gordo era casi veinte centímetros mayor al delgado. Si, el grande era realmente grande, aproximadamente metro noventa.

Se-según el reglamento, es-está terminantemente prohibido el uso-uso de técnicas o habilidades dentro de los re-recintos de ocio —marcó el hombre delgado en lo que puntualizaba con el dedo sobre el libro.

Tengo hambre.

Cada cuál parecía estar a lo suyo, aunque sí que era cierto que el delgado parecía tener un glosario de normas entre manos. ¿Serían guardias de la ciudad?
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#34
La puya había caído y ella sabía que le iba a caer una respuesta. Más que saber que le iba a responder, esperaba que este lo haga. El hecho de que no lo haga, sinceramente, la decepcionaría. Incluso, ya habiendo escuchado lo que tenía para soltar, pensó que el otro iba a ir por un camino más ofensivo. Pero no le molestaba el chiste ese, le agradaba que siga en el mismo juego que ella.

Soltó la risa, no había estado para nada mal.

Debo admitir que sos rápido.

Parecía que la rapidez del Senju se limitaba solo a los chistes, porque, si hablamos de la comida, la chica ya se había terminado la segunda patata y estaba cogiendo la tercera. Quizá no era tanto culpa del shinobi, sino de Jun que andaba con bastante ganas de comer.

Luego de haberle dado otra mordida a su snack, iba a abrir la boca para seguir delirándolo con lo de su refresco. También podía encarar por otro lado, los temas para molestar a alguien no eran limitados. Pero, en ese preciso momento, apareció una tercera voz. Le molestó un poco la interrupción, pero esperaba que fuera algo importante, por lo que no reaccionó al instante.

Lo que vio cuando se giro fue a dos hombres, uno delgado y otro muy grande. Como típico dúo cómico, gordo y flaco. No solo en sus físicos, también en sus formas de ser. El flaco nervioso, correcto y recto. El gordo terrenal, directo y despreocupado. Una primera impresión que daban los hombres con solo expresarse.

No pudo evitar soltar una leve risilla cuando el grandote soltó sin más su necesidad.

¿Te sientes bien? — Giró su vista hacia el hombre del libro. Lo notaba bastante trastabillado en su hablar. —Te noto un poco nervioso.

La muchacha le miraba fijo, pero lejos de estar seria o enojada, esbozaba una sonrisa. No lo hacía por ser amigable, sino por confianza propia. Sentía que podía llegar a tener la situación bajo control. Esquivar la acusación del hombre ya era el primer paso. Lo que sí, no sabía si ese hombre era un guardia o que, pero para que la vaya a acusar tan libremente y sin más, le daba indicio de que no era un ciudadano más del lugar. Específicamente en esa ciudad, quería ser lo más cautelosa posible.
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#35
La broma acerca de su odio irracional al refresco del Senju surtió efecto, y con ello le sacó una nueva risa. La chica admitió que el tipo realmente era audaz, muy rápido buscando salidas a lo que ella iba obstaculizando. Ésta volvió al ataque contra las patatas, a lo cuál el joven devolvió el ataque con un movimiento similar. Volvió a probar las patatas en lo que fueron interrumpidos por el dúo del local. El primero comenzó a hablar, con titubeos y guiado por una lectura un tanto instructiva a la par que inquisitiva. El grande se limitó a anunciar lo que sentía, en el máximo rango de lo posible.

«Curioso...»

La chica, lejos de amedrentarse, se limitó a preguntar al hombre de la lectura si se encontraba bien, comentó que se le notaba nervioso. Razón no le faltaba, pero quizás no era lo más recomendado para el momento. La situación era un tanto incómoda, pues jamás había leído de una ley que prohibiese algo similar a jutsus o habilidades shinobi.

A decir verdad, es la primera vez que escucho algo así.

Pu-pues si, me encuentro bien-bien —Contestó a la chica. —Y el no conocer las normas, no-no exime de cumplirlas. ¿Va-vale?

Pero, ¿habrían visto de verdad a la chica hacer su truco?.
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#36
Ya no solo arremetió contra la chica, sino que le aclaró a Siete que debían cumplir las reglas aunque no la conozcan. Bastante curioso, pero el hombre ese le hacía dudar muchísimo. Estaba demasiado inseguro y nervioso por hacer su "trabajo". O eso parecía ser.

Antes de abrir la boca para soltar alguna palabra, lo hizo para tomar un poco de su refresco. No solía tener mucha parsimonia para este tipo de cosas pero esta vez si fue un poco más lento de lo normal.

Perdón, ¿cuál era la infracción? ¿Usar una técnica dentro de un recinto? — Por un segundo puso su mano en la barbilla, pensando en lo que estaba diciendo. —Acá no usamos ninguna técnica. Bueno... al menos que ser un amor de persona sea una técnica, porque ahí sería culpable.

Puso sus manos bajo su mentón, como apoyando su cara y una amplia sonrisa intentaba tapar las ganas de reírse que tenía, pues esas palabras nunca podrían salir de su boca en una situación normal. El hombre no la conocía, quizás en una de esas podía pasar o, en lo contrario, intentar sacarle una risa. Aunque, bueno, en el peor de los casos podía pasar algo mucho más trágico.
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#37
Jun rápidamente tomó la palabra, si —de nuevo— se apresuró a tomarla. Preguntó cuál era la infracción, en una pregunta retórica, que fugazmente fue acompañada de una pregunta que acompañaba a la primera. Meditó e incluso gesticuló hacerlo por unos escasos segundos, tras lo cuál arremetió con algo que quizás no esperase ni su acompañante. Afirmó que ahí no había uso de técnica alguna, salvo que ser un "amor" de persona fuese una. El Senju por un instante casi se debatía entre morir en carcajadas, o llevarse la mano al rostro en puro desdén...

«¿En serio?»

El delgado, lejos de achantarse, pareció inquietarse un poco más, e incluso sudar en lo que buscaba un nuevo articulo del reglamente básico. Trató de alzar un par de veces fallidas la voz, en lo que señalaba unas letras del conjunto de leyes. —Aqu-aquí... Norma ciento siete, ba-barra dos. Tratar-tr-tratar de engañar a-a un guarda de la ciudad, está considerada una falta grave-grave, señorita.

Pero Kipo, nosotros aún no somos guardas de la ciudad.

¿¿Tú-tú de qué parte estás, con-contras??

Oigan, ¿porqué no nos quedamos con la lección aprendida y cada uno por su lado? Jamás habíamos escuchado de semejantes normas, la verdad. Pero ya que la sabemos, trataremos de hacerlas respetar. Las normas están para cumplirlas«O para saltárselas...»así podemos pasar el rato cada cuál tranquilo, ¿no?

Vay-vaya, tenemos aquí a un listillo.

«La madre que me parió... ¿por qué se está liando tanto?»
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#38
Casi que ni miró al de Uzu cuando soltó semejantes palabras, no quería hacerlo. Pero se daba una idea de que se la debía estar pasando bien, supuso que era bastante inesperado y aleatorio. La reacción del flaco le pareció extraña. Ella pensó que se iba a alterar un poco y ponerse un poco más serio, cosa totalmente contraria a lo que pasó. Una notoria sudoración hizo acto de presencia y un estado de inquietud invadió su cuerpo, en un intento por buscar y señalar una de esas molestas reglas que tanto nombraba.

Decidió parar por un segundo de hacerse cargo de la conversación, parando el ping pong que estaba teniendo con el hombre. Esta vez hablaron los otros dos espectadores, Hayato y el hombe más robusto. Este último no solo le hizo recordar a su compañero un dato importante, también se lo compartió a los dos chiquillos. Como buena persona de negocios, Siete intentó resolver la situación con la parla y cumplir con su cometido, el cual era que estos dos dejen de molestarlos. Pero Jun, como buena persona ociosa, quería seguir exprimiendo más de esa torpe situación.

Como mi compañero, yo tampoco conocía mucho de esas reglas. Deberían dejar claro en algún lugar de la ciudad las reglas más importantes de aquí, para que no pasen este tipo de cosas. — Lejos de sonar amenazante, desbordaba de expresiones amistosas. Parecía casi como lo que en verdad era, una niña. —Veo que aún no son guardas, ¿es muy difícil convertirse en uno?
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#39
Pese a que el caballero delgado cabalgó entre la vanidad y la indecisión, su actitud fue de lo más imprudente. Bueno, salvo que pensase en su salvaguardia entre leyes, normas y personas civiles como testigos. Se la estaba jugando, pero lo hacía jugando en su terreno, como cuando un dragón lucha en su morada. Llevado por su respuesta, y respaldado de la situación a su favor, se vio por un instante eclipsado a ante las palabras de la kunoichi. Ahora, ambos remaban en una dirección, y ésta incluso había sugerido que pusiesen las normas más fundamentales en algún lugar visible. Después de todo, tenía bastante lógica. Buscando quizás cambiar drásticamente de tema, preguntó si era difícil convertirse en guardias de la ciudad.

«Bien, bien. Ahora sí.»

El aspirante se aclaró la voz, apostando su puño ante su boca para no resultar grosero o maleducado —en el ámbito físico no demasiado, pero tiene un examen de acceso bastante complejo. Hay casi 300 normas, y muchas de ellas con varios apartados. Momo me ayuda a prepararme con el adiestramiento físico, y yo le ayudo a memorizar las normas recordándoselas constantemente.

»Bueno, haremos una excepción. Ninguno quiere problemas, y no han habido problemas mayores o afectados por esa técnica macabra. Pero por favor, no usen más técnicas dentro de tabernas o bares, está prohibido para evitar daños al local o su gente.

Si, lo recordaremos. Muchas gracias por la cordialidad.

«Y que te den por el culo...»

¿Ya podemos comer? —apresuró a preguntar el grandullón.

Sí, podemos seguir con esos filetes, compañero.

Para cuando el par de tipos se alejasen lo suficiente, el Senju dejaría caer un tensado suspiro. Tomaría una vez más el refresco, y antes de darle un buen sorbo, haría una pequeña pausa para remarcar algo que posiblemente ambos pensasen —vaya panda de tontos. Si todos los guardias están cortados por ese patrón, más me vale pasar poco por ésta ciudad. —Ahora sí, le pegaría ese ansiado sorbo.
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#40
Oh, vaya. Si parece bastante complejo. «¿Trescientas normas en total? Vamos, que son muchas pero no creo que sea algo por lo que andar llorando. Igual, no se como hace la gente de aquí para no "infringir la ley". Casi que debe ser ilegal caminar con tantas reglas.»

Por suerte para todos, el pseudo guardia dejó pasar por alto la falta que había tenido Jun. Esta sonrió y con su mano le hizo un gesto de "Ok".

¡Muchas gracias! No vuelve a pasar. «¿Técnica macabra? Tampoco fue para tanto.»

Mientras seguía con la mirada como se iba el llamativo dúo, notó como el muchacho había soltado un suspiro, el cual parecía que estaba guardando hace un rato. La chica no pudo evitar reír mientras le miraba de reojo.

No. No creo que todos sean así. — Terminó de girar su cabeza mientras tomaba de nuevo su refresco. —Si son un poco molestos con todo el control que hay por estos lugares, aunque lo veo entendible.

Dio un sorbo casi a continuación del que había dado el chico. El buen sabor del refresco de limón era lo que necesitaba su paladar para seguir con la conversación.

Sacando eso, no me parece un mal lugar para venir. Además, seguro que para algún que otro negocio, no te queda otra que pasar por aquí, ¿no?
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#41
Con una agradable interpretación, la chica despidió al dúo de principiantes de guardia. Éstos parecían bastante satisfechos con su labor, incluso siendo que no eran aún parte de esa milicia. Pero bueno, a caballo regalado no le mires los dientes, o eso dicen. Es curioso, ¿para qué mirarle los dientes? Esas cosas pegan unos bocados de aúpa.

El Senju se quejó, una vez estuvieron éstos fuera de un alcance aproximado de su voz. La chica sin embargo los escudó un poco. No demasiado, pero sí hizo un poco de gala de saber ponerse en el papel de otra persona. Llegó la kunoichi a la conclusión, de que si Siete quería llevar a flote un negocio, posiblemente tuviese que hacer frente a éste tipo de situaciones más a menudo. La verdad, de eso en realidad se ocupaba su socia. Ella era la más avispada en las charlas de negociación y sin duda alguna, la mas calmada ante los fallos en las mismas.

Supongo que tienes razón —le dio la razón, si la tenía la tenía. —Luego trataré de hablar con el encargado, y a ver si hay suerte con los precios y la calidad de las bebidas. Aunque, pensándolo bien, quizás hubiese sido buena idea traer a alguien que entienda un poco de licores.

Tomó de nuevo el refresco, y le propinó un generoso trago. Colocó el vaso de nuevo en la mesa, y suspiró.

En fin, tendré que intentar zanjar un trato con marcas conocidas, con las que no me puedan dar rata por liebre.
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#42

Perdón por la tardanza. Estuvieron un poco movidos estos días.

Pero que problema eh.

Tampoco le parecía para tanto, solo tenía que comprar un licor que le recomiende algún trabajador del lugar y listo. Quizás se sentía nervioso por tener que cerrar esa reunión bien, aunque con su tipo de personalidad no lo creía. Pero bueno, vaya a saber uno.

Pero no digas licor tan fuerte porque te llega escucha alguien y ... — se lamió el índice y pasó la página de un libro imaginario —ley número 113, los menores no podrán adquirir o consumir bebidas alcohólicas.

La risa propia fue leve, la verdad que no había sido muy bueno, pero tampoco estuvo mal metido.

El último trago de su refresco fue el más largo, dejando algunos segundos de silencio por su parte. Apoyando el vaso, intentó estirarse y reacomodarse en esos tan incomodos sillones.

Supongo que ya te debo dejar de molestar. Debes ir a hacer tus "negocios". — Remarcó con los dedos su última palabra y le veía risueña.
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#43

Lamento la tardanza :C

La chica no aparentó preocupación alguna, y si bien el problema no era suyo, tampoco es que le fuera la vida en ese trueque. Ipso facto, incluso se lanzó a una mofa de cierta persona no muy lejana. Si, la referencia era clara y en botella, no había otra posibilidad. El Senju no pudo evitar desencadenar el chiste en una plateada carcajada. Casi se le escapó hasta el refresco por la nariz, pues sinceramente no esperó un chiste tan bueno. Si señor, éste había sido el mejor de la tarde, al menos por el momento.

Jajajaja... ese ha sido muy bueno, tengo que admitirlo.

Sendos shinobis propinaron un último y largo trago al refresco, mas la fémina terminó relajándose en el sofá en lo que increpaba que si el Sneju había de resolver sus negocios, quizás debía dejar de molestar. En parte tenía razón, sinceramente el dinero es el dinero, pero por otro lado tampoco era una cosa de lanzarse en el primer antro que viese a negociar un acuerdo sin buscar otras ofertas. Si de algo sabía el chico, era de que uno no debe lanzarse de cabeza sin mirar antes las otras posibilidades. A veces una pierna ayuda un poco más, por ejemplo. Pero por otro lado, si que era cierto que no había un motivo verdadero para perder toda la tarde de chachara, ¿no? Los amigos o amigas no le sobraban al de orbes rojizos, pero... ¿acaso es algo necesario en un mundo tan vil?

Bueno, como plazcas Jun. Negociar licores no creo que me cunda prisa, sobre todo en una ciudad como ésta. Raro sería que cierren pronto.

»Pero en fin, ha sido un placer pasar el rato en tu compañía.
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#44
A veces las cosas no salen como uno piensan que van a suceder. Y esta vez pasó para bien, porque la pequeña broma sobre el guardia parecía haberle caído bien a Hayato. No solo bien, sino que se estaba carcajeando a más no poder. La verdad que la risa ajena era algo que le podía a la muchacha, por lo que le siguió muy tímidamente, ya que no le pareció nada del otro mundo su broma. Quizás el momento en el que lo lanzó, la tonalidad que usó o el acting le había llegado al chico.

Casi que el cometido de la muchacha en ese lugar había concluido. No solo tuvo algún intercambio de opiniones con alguien, sino que también estuvo permanentemente haciendo chistes y, para colmo, alguien le llamó la atención por estar alterando el orden público. Realmente, casi siempre pasaba eso mismo y, todas las veces, se arrepiente un poco de hacerlo. Pero, así es, aquí estamos de nuevo.

Realmente no tenía mucho más para hacer. Solo hacer tiempo para reunirse con su hermano cuando termine sus quehaceres.

Se levantó antes de escuchar lo que estaba por decir Siete, el cual admitió que no iba a comprar los licores en aquel momento. Razón no le faltaba, sería raro que cierren a esa hora los lugares en aquel sitio. Aunque si le había chocado un poco, pensó que iba a estar ocupado de alguna manera u otra.

Lo que iba a ser la despedida del chico, fue mucho más tierna o educada de lo que se esperó. Bueno, no sabía si era tierno pero sintió que la combinación de palabras fue un poco rara cuanto menos.

La verdad que te prejuzgué un poco, eres más agradable y divertido de lo que pensé. — Estuvo quieta en el lugar durante algunos segundos, con las manos y la vista se aseguraba que no le falte nada. —Bueno, pensé que ya ibas a moverte por tus negocios o lo que sea. Yo seguramente estaré por ahí dando vueltas o viendo que hacer hasta que mi hermano termine de hacer lo que mierda esté haciendo. — Dijo sincera, porque ni ella sabía bien que es lo que estaba haciendo Shirō en ese preciso momento.

Cuando estuvo segura de que no le faltara nada, se dio media vuelta y emprendió en dirección hacia la puerta.

Nos vemos pronto. — Soltó sin más.

Si nada la detenía en su trayecto, saldría muy tranquilamente de aquel bar en el que estaban.
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#45
Jun se levantó en lo que escuchaba al de dientes plateados. Por un instante pareció asegurarse de que llevaba consigo todo lo que al inicio, como si hubiese sido ella la que estuvo en manos ajenas. Pero no pareció para malas, si no al contrario, terminó admitiendo que había prejuzgado mal a Siete. Ésto ni por asomo era una novedad, de hecho el 90% de las personas solían tener ese mismo prejuicio ante el aspecto del chico.

No te preocupes, siendo sincero la mayoría me juzga sin conocerme.

Concluyó la chica con que terminaría dando vueltas o buscando más diversión en lo que su hermano finiquitaba sus quehaceres. Sin demora, pareció acabar de asegurarse de que no olvidaba nada, y pareció alejarse tímidamente con una cordial despedida. Hayato hizo una pequeña reverencia, en respuesta a la despedida.

Nos vemos pronto, ha sido un placer conocerte, Jun.

En lo que la chica tomaba camino hacia la puerta, Siete alzó la mano en busca de la atención del camarero. Para cuando éste le vio, el chico alzó con la siniestra el refresco finiquitado, y con la diestra señaló al mismo. Una señal internacional de que quería otro refresco más.

Quizás aún era temprano para el negocio, pero podía disfrutar un rato mas de la tranquilidad asfixiada del local.
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