Tras dar aquel sorbo, limpié el bigote de espuma que se formó en mi rostro con el dorso de mi mano, no era una sensación que me gustase, sentir ese pegoste sobre los labios no era lo mío, yo no era como aquellos a quienes les gustaba lucirlo...

—Una misión, compañero, una misión. Un cabrón hijoputa, sádico como el solo, que disfrutaba matando y torturando. Por suerte, ya no lo hará más. Pensé en entrenar un poco antes de volver a la Villa, y quizá pegarme un descansillo en la famosa Villa de las Aguas Termales, que aun no tuve el placer de visitarlas.

—Entonces... ¿Lo mataste?— Pregunté atónito.

»¿Y tú?

—Lo mío es mucho menos sorprendente que lo tuyo.— Comenté restandole importancia al asunto.—Escuché que estas termas son las mejores y únicas así que vine para relajarme un par de días por aquí.— Admití sin más, esa era la mera verdad.

Di otro sorbo a la bebida, uno un poco más profundo que el anterior, pero no lo suficiente como para que mi cerebro tuviese que pagar las consecuencias.

—¡Pero bueno, suicidas! — Exclamó alguien que se acercaba a nosotros, me volteé a ver quién era la persona que se aproximaba y entonces, al verle, supe que era el hombre de la barba, pelón y chaparro.—. ¿¡Cómo se os ocurre poneros a beber en terreno sagrado!?— Vociferó enojado.

Me puse de pie con cierto nerviosismo para luego ver de frente al sujeto que cada vez estaba más cerca. —Es que... Hacía mucho calor y la barra está llena, fue algo inconsciente, no fue a propósito.— Dije rápidamente y luego hice una reverencia en son de disculpa, esperando a que no se fuera a mayores...

—Entonces... ¿Lo mataste?

La mirada de Datsue se endureció, y dejó que el silencio hablase por él. «Qué curioso… He llegado a tal extremo que hasta callando miento».

Keisuke, por otra parte, no estaba allí por motivos profesionales. O eso decía él, y Datsue le creía. Siempre se le había dado bien identificar las mentiras —después de todo, él trataba de perfeccionarlas a toda hora—, y más cuando tenía el Sharingan activado. Porque, no, el Uchiha no había desactivado su dōjutsu una vez finalizado el combate.

Su conversación, no obstante, pronto se vio interrumpida por el dueño del local. Keisuke se apresuró a excusarse en la inocencia de sus actos, levantándose al instante, al igual que Datsue, y realizando una reverencia como disculpa.

El dueño no pareció ablandarse con las disculpas, aunque tras un rato mirándoles en un silencio sepulcral, dijo:

—Tienes que fortalecer esos hombros y esa raquítica espalda —aconsejó a Keisuke, aunque por el tono de su voz más parecía una orden—. ¡No puede ser que no puedas sujetar una simple kodachi a una mano! Y tú… —esta vez era el turno de Datsue—. Contigo no sé ni por dónde empezar. ¡Tú juego de pies es de risa!

Nunca una crítica le había sentado tan mal. Pero, ¿quién se creía aquel hombre?

Datsue imitó mi reverencia y se limitó a decir nada... Era Jounin... Quizá algunas palabras con la reverencia le hubieran sentado bien también... Aquel señor no cambió su rostro, sentía su mirada firme sobre mí y aquel silencio que me rodeaba no me daban buena señal, finalmente rompió aquel reinado manifestandose.

El dueño no pareció ablandarse con las disculpas, aunque tras un rato mirándoles en un silencio sepulcral, dijo:

—Tienes que fortalecer esos hombros y esa raquítica espalda. ¡No puede ser que no puedas sujetar una simple kodachi a una mano!

Cuando le escuché me erguí más, y luego lancé una mirada demostrando la confusión del asunto, ¿se le habría pasado la ira? Ahora estaba aconsejándome. —Las espadas no son lo mío.— Me excusé, pero el tono de mi voz era incluso menor que el que usaba cuando susurraba.

"Claro y no escuchó cuando dije que las armas no eran lo mío..."

—Y tú… —Se volteó a ver a Datsue—. Contigo no sé ni por dónde empezar. ¡Tú juego de pies es de risa!

Me volteé a ver la reacción del pelinegro, aquel chaparro tenía la razón sí, pero... ¿Exactamente quién era él para mofarse así de nosotros? ¿El intrépido se molestaría en manifestar algo? Esperaba así, por lo que dejé que mis ojos hicieran un poco de presión en él.

—Bueno, señor, mire... Saldremos del tatami, terminaremos nuestra bebida y no le causaremos más molestias.— Expliqué. —¿Le parece?

—Mi juego de pies está adaptado para luchar contra ninjas —aseveró, remarcando la última palabra—. Personas que pueden provocar terremotos, tsunamis y el fuego de un infierno. No para luchar contra un samurái que tan solo sabe mover un acero —soltó, vanidoso.

La mirada de aquel hombre de ojos oscuros se encendió con su respuesta, y una vena de la frente empezó a hinchársele.

—¡Patético!

—Bueno, señor, mire... —intervino Keisuke, tratando de apaciguar los ánimos—. Saldremos del tatami, terminaremos nuestra bebida y no le causaremos más molestias. ¿Le parece?

Las fosas nasales del hombre fueron las de un búfalo resoplando. Sus ojos, pasaron de la cara de Datsue a la placa que le identificaba como jōnin. Fue en ese momento en que pareció estar de acuerdo con la propuesta de Keisuke, pues sin añadir palabra, dio media vuelta y regresó a la barra.

Datsue suspiró.

—Fiuu… Por los pelos —murmuró, dando un nuevo trago a su cerveza—. Se te da bien calmar a la gente, Keisuke. Tienes madera para esto —le alabó—. ¡Oye! —exclamó de pronto, como si se le acabase de ocurrir una idea estupenda. En realidad, llevaba esperando el momento ideal para soltarla—, has dicho que venías a relajarte, ¿no? ¿Te hace acompañarme luego a alguna terma? Creo que después del combate que nos hemos pegado, nos merecemos un descansillo, ¿o qué?

Como lo supuse, Datsue manifestó una justificación a su error, incluso se atrevió a ofender a aquel hombre sugiriendo que los samuráis solo movían las espadas y ya. No fue para menos la respuesta del pelón, incluso me pareció un tanto graciosa, pero fue una sonrisa que me evité de manifestar. Fue entonces que gracias a mi intervención aquel sujeto dio media vuelta y se regresó a la barra.

Suspiré con alivio.

—Fiuu… Por los pelos —Comentó aliviado y luego pasó el mal trago con un poco de cerveza.—. Se te da bien calmar a la gente, Keisuke. Tienes madera para esto

Le miré incrédulo con cierto rubor en mis mejillas, ¿me estaba halagando? —No lo sé... Digamos que fue un poco de suerte, mejor vayámonos.— Dije quitandole importancia al asunto. Bebí el resto de líquido en mi tarro y me encaminé al final del tatami.

— ¡Oye! — Vociferó, por lo cual tuve que voltearme.

—¿Sí?

—Has dicho que venías a relajarte, ¿no? ¿Te hace acompañarme luego a alguna terma? Creo que después del combate que nos hemos pegado, nos merecemos un descansillo, ¿o qué?

—¡Fenomenal!— Respondí con jubilo. —Sí a eso es que vengo, a probar las termas, ¿dónde te estás quedando? ¿Son buenas las termas de ahí o tienes alguna sugerencia?— Pregunté. —Como podrás imaginar acabo de llegar así que no sé...— Entonces me acerqué al ojirojo. —Tampoco quiero caer en manos de esos timadores que andan ofreciendo las mejores termas y sean una estafa, de mala calidad, o mala presencia.— Murmuré para que solo Uchiha me escuchase, no quería ofender a nadie del bar.

Dicho aquello, me dispuse a buscar mis cosas y a devolver el tarro a la barra.

—La verdad es que acabo de llegar, así que ni idea —respondió, sincero—. ¡Pero malo será que no encontremos una buena!

Después de todo, se encontraban en la famosa Villa de las Aguas Termales. Allí, hasta las más mundanas debían ser mucho mejores que las del resto de Oonindo. O eso, al menos, pensaba Datsue.

Tras darle otro trago a la cerveza —no se la llegó a terminar—, fue a dejar su vaso en la barra y acompañó a Keisuke hasta el exterior. No tardaron mucho en encontrar un folleto turístico, con las mejores termas inscritas en ellas. Aparte de su nombre, una imagen y una breve descripción, se enumeraban algunas de las particulares cualidades que tenían cada una.

Los ojos del Uchiha, zorrunos, buscaron una característica en concreto.

—Hmm… Supongo que podemos probar con esta —dijo, ligeramente decepcionado, tras un rato escudriñando con la mirada el panfleto y no encontrar lo que buscaba: la palabra mixta inscrita en él—. El O-Wata-Tsu-Mi —nombró. Datsue sabía que era un dios mitológico, con forma de dragón verde y encargado del mar—. Tiene baños con chorros, que eso para la espalda va que te cagas.

Uchiha terminó admitiendo que acababa de llegar, no tenía ni idea de cuales eran las peores, ni las mejores, termas del lugar, por lo que tendríamos que embarcarnos en la aventura de averiguarlo juntos....

Tras salir de aquel "dojo", abrí la sombrilla y protegí mi cuerpo del sol y del calor, di un par de pasos en compañía del pelinegro hasta que una persona nos dio unos folletos que promocionaban un lugar turístico, lo tomé y me dispuse a leerlo.

—Hmm… Supongo que podemos probar con esta — comentó antes de que pudiera siquiera terminar de leer el final de las descripciones de las áreas.—. El O-Wata-Tsu-Mi, tiene baños con chorros, que eso para la espalda va que te cagas.

—Parece tener buena pinta sí.— Me limité a decir para luego clavar mis orbes en las rojas. —Solo por curiosidad...— Dije por lo bajo. —¿Tienes algún problema con tu doujutsu? Digo... Es que aún no lo desactivas y me pone un poco nervioso, no sé sí estas buscando a alguien, o esperando que suceda alguna cosa...— Admití, entonces me planté, esperando a que dijera algo al respecto.

«Así que te has dado cuenta, ¿eh?» Esbozó una sonrisa mientras dejaba escapar el aire por la nariz. Por suerte, Datsue lleva preparándose la respuesta perfecta desde hacía un rato, previendo que tarde o temprano caería la pregunta.

—Nada de eso —respondió, deteniendo su paso calle arriba y mirándole a los ojos—. Lo cierto es que llevo unos días con el Sharingan activado a todas horas. Mañana, tarde, noche… Solo lo detengo cuando me voy a dormir. Un nuevo entrenamiento —le explicó a Keisuke—, para acostumbrarme a su uso y no agotarme tanto en combates cuando lo utilizo.

Lo cierto era que, pese a que se había inventado toda aquella patraña, no parecía tan mala idea. Quizá algún día debería intentarlo.

—¿Tan nervioso te pone? —preguntó, rascándose la nuca mientras sonreía de forma tímida. Calculadamente tímida—. Si quieres lo desactivo, aunque… —bajó la mirada al suelo—, ya me jodería interrumpir el entrenamiento a la mitad. Prometí a mi sensei estar así siete días.

Datsue no se dio por aludido con mi pregunta, lo cual fue un alivio para mi, estaba volviendo a pisar en arenas sin saber sí podría hundirme como consecuencia por ello; él explicó que en los últimos días lo llevaba activo a todas horas, solo para acostumbrarse a su uso, algo así como entrenar la resistencia o aguante, esa era la idea que tenía en mente. —Ya entiendo.— Tenía lógica lo que decía.

—No bueno, es que no fuer aa ser que estuvieras en una misión en encubierto, no quería verme envuelto en un combate y ser parte del daño colateral jeje.— Admití con sinceridad, ahora que conocía la verdad podía estar un poco más tranquilo. —No, no...— Entonces moví mis manos de un lado a otro, sincronizado con mis negativas, por alguna extraña razón sentí un poco de pena cuando le vi mirar al suelo. —Podré vivir con ello.

"Solo espero que no me esté mintiendo..."

—No sabía que los jounin seguían teniendo sensei.— Manifesté con un poco más de inocencia, pero no le di mucha importancia al asunto. —¿Cuántos días llevas así?— Pregunté curioso y entonces retomé la marcha.

Datsue dejó escapar una pequeña risita ante el comentario, mientras retomaba el camino en dirección al baño termal.

—No te engañaré, no es lo común —reconoció. ¿Un jōnin con sensei? No, desde luego no era algo normal—. Pero lo mío fue un ascenso fulgurante —eso sí era verdad—, y todavía me quedan muchas cosas que aprender. —Aquello, por desgracia, también.

»Pues con éste llevo tres días —se inventó—. Pero oye, ¡dejemos de hablar de mí! —exclamó, en tono divertido—. ¿Qué me cuentas de ti? ¿Perteneces a algún clan famoso? ¿Te has especializado en algo, quizás? O, no, déjame adivinarlo… ¡Eres un genjutsero!¡Un ilusionista! —apostó Datsue.

Mientras tanto, los pasos de ambos jóvenes les condujeron hasta el famoso O-Wata-Tsu-Mi. Lo pudieron saber por el nombre, bien en grande, que adornaba la entrada del local. Un gran dragón verde, que a Datsue le recordó a una serpiente por la falta de alas —aunque sí tenía garras—, se enroscaba en todas y cada una de las letras, mostrando sus fauces al público.

—Ya veo, estás bajo un tipo de supervisión o similar.— Concluí, tenía lógica, sí acababa de ascender, y por como se veía era contemporáneo a mi y eso erradicaba en que era una persona joven, no por eso con poca experiencia, ni que no estuviese capacitado en el asunto, sólo que seguramente aún estaba puliendo esos detalles.

"Tiene lógica sí... Es como sí dejaran operar solo a alguien que acaba de aprender."

—Vaya... Vas casi a la mitad, debes estar cansado.— Miré a los alrededores buscando las termas, sabía que faltaba poco tiempo para llegar ahí, pero saber qué locales tenía cerca podría servir en el futuro. "Allá hay una pizzería, vendré luego a comer" Sonreí.

Reí ante las flechas que lanzaba Datsue, estaba lejos, muy lejos de dar en el blanco.—¿Te parece?— Pregunté, no es que nunca hubiese considerado estudiar y especializarme en el genjutsu, sino que no me había enfocado realmente en ello. —Pues no, no pertenezco a un clan importante, bueno... Hasta donde sé, crecí en un orfanato, por lo que no podría decir sí este es mi verdadero nombre o mis padres me dieron otro, no conozco mi ascendencia así que no podría asegurar nada...

—No creo resaltar de los demás, soy un simple genin.— "Que se especializa en ninjutsu médico..." Omití. —Aunque, con eso que me has dicho podría plantearme intentar con el genjutsu.— Hice una nota mental, un super nota que no debía ignorar al llegar a casa de hacer un tiempo para empezar el estudio del arte de las ilusiones.

—Básicamente sé un poco de ninjutsu y ya...— Dije sin más. —Lo que sé del Clan Uchiha es que es poderoso y popular, tienen ese doujutsu tan especial que los hace especiales, entonces tú sí que debes ser un as, un súper shinobi; o bueno eso es lo que creo, a lo mejor no, y es todo lo contrario.— Me entró un ataque de sinceridad y así exprese.

El cartel con el dragón escamado, verde, entrelazado en las letras del anuncio, nos indicó que habíamos llegado al lugar indicado. —Tiene buena pinta, por lo menos la fachada.— No tardé en ser el primero en entrar, quería inspeccionar el interior.

Datsue se rascó la nariz, colorado por tanto elogio. ¿Él un supershinobi? Pues lo cierto era que…

—Pues la verdad es que sí, Keisuke, ¡la verdad es que sí! —soltó, sin tapujos—. Está feo reconocerlo, pero lo soy. ¡No por nada me gradué como jōnin a los catorce años! —En realidad había suspendido el examen chūnin, y su ascenso a jōnin había sido, a poco que usase la cabeza, por algún motivo político. Ser un Hermano del Desierto era la auténtica razón. Pero a veces, a Datsue también le gustaba mentirse a sí mismo.

Los dos entraron en O-Wata-Tsu-Mi, donde fueron recibidos por una treintañera de pelo castaño claro. Tras pagar la entrada —Datsue trató de regatear, sin éxito alguno— y unas toallas —Datsue al menos había acudido sin ellas— los dos llegaron a una bifurcación. En el medio, un cartel con el kanji 女 en rojo y una flecha hacia la izquierda; y otro con el kanji 男 en azul y una flecha hacia la derecha.

Miró hacia la izquierda y suspiró pesadamente. Allí se encontraba el paraíso. No obstante, no le quedó más remedio que tomar el camino contrario: el que conducía al vestuario de los hombres.

—Pues te recomiendo que le des un intento a los genjutsus —dijo, retomando la conversación—. Muy pocos los dominan, pero son una auténtica pasada —Datsue empezó a desvestirse y a dejar la ropa en una taquilla, que cerró con llave. Una llave anudada a una pulsera, que se colocó en la muñeca. Luego, ya completamente desnudo, se dirigió a las duchas, totalmente abiertas y que no ofrecían ningún tipo de intimidad. El Uchiha ya estaba más que acostumbrado aquello, por lo que se dirigió sin pudor alguno a asearse un poco—. ¡Por cierto! —exclamó, para que le oyese bien, mientras se enjabonaba el cabello—, ¿¡por casualidad no conocerás a Tiburón de Amegakure!? ¡Me refiero a Kaido!

No pude evitar sonreí tras escuchar como a Datsue se hinchaba de orgullo con los halagos que le daba.

Al ingresar uma mujer nos abordó, cabello castaño, era joven, claro no tanto como yo, pero sí se podía decir que aún era parte de la juventud. Uchiha pagó las entradas, no sin antes pedir un descuento, algún beneficio o algo más, cosa que terminó totalmente fallida, y en lo que a mi concierne me daba un poco de vergüenza ese tipo de actos...

Cuando tuve el boleto fui el primero en caminar hacia el pasillo que llevaría a los vestidores, dejando al pelinegro atrás, crucé a la derecha y llegué directo a los casilleros, busqué el número que se me otorgó y entonces le abrí; Uchiha aprovechó el lugar para continuar la charla sobre las ilusiones. —¿Sabes un poco de genjutsu?— Indagué mientras le miraba, ya se estaba despojando de sus ropas así que le imité, sería de mala educación quedarme viendole.

—Quizá podrías enseñarme algo.— Después de todo era un jounin, debía saber muchísimos jutsus poderosos, increíbles y demás, a lo mejor tenía algún genjutsu de mi nivel. "algo beneficioso podría salir de aquí..."

—No grites, estoy aquí.— Reí cuando llegué a las duchas. —Claro que lo conozco, y tú también jaja— Me metí bajo el chorro, dejando que el agua fluyese por todo mi cuerpo. —No me digas... Empezarás a preguntarme por todos tus conocidos de Amegakure?— Me apresuré a decir, después de todo, Akame hizo lo mismo.

—Sí, algo sé. Pero más por sufrirlo en mis carnes que por saber realizarlos —rio, aquella era la mentira más gorda que había soltado en mucho tiempo—. Por eso te digo que son la polla.

«Y hablando de…» La mirada de Datsue descendió disimuladamente por el cuerpo de Keisuke. Alzó una ceja, y asintió.

—Bueno, algún truquito sí que me sé —respondió, a la petición de enseñarle algo—. Pero eres un shinobi de Amegakure… No sé yo si sería muy… conveniente. —Desde luego que no lo era. Por ello, el Uchiha cambió el rumbo de la conversación, preguntándole por Kaido. El amejin no solo le conocía, sino que adivinó su intención de preguntarle por todos y cada uno de sus conocidos en la Lluvia—. Pues sí, has dado en el clavo, Keisuke. Pero a propósito de Kaido…

Bajó la voz.

—Verás, hace no mucho, Ayame, no sé si la conoces, la kunoichi que llegó a la final del torneo, me dijo cierta cosa sobre él… —ahora su voz se había convertido en un susurro. Cerró el grifo de la ducha—. Que andaba robando ropa interior a muchachas indefensas. ¡Yo no me lo quise creer! —exclamó, y Keisuke pudo advertir como un par de hombres, también en la ducha, desviaban la mirada hacia ellos—. Pero lo decía tan convencida… ¿Tú sabes algo?

—Entonces sabrás defenderte bien de ellos, por lo menos has de saber cuando estás dentro de uno, o cuando algo es una ilusión.— Dije y entonces le miré, sus ojos seguían rojos. "¿No se cansará?"

Luego ocurrió algo totalmente inesperado, miré incrédulo como los luceros del pelinegro descendían... —¿Te gusta lo que ves?— Pregunté atónito, porque sí mis ojos no me fallaban acababa de ver a Uchiha Datsue alzar la ceja y asentir. "Debe ser un malentendido, O... ¿¡Le atraigo!?" Abrí los ojos de par en par al descubrir el secreto que escondía "El Intrépido".

Esperé a que respondiese y que después pudiéramos reírnos del asunto, seguramente estaba malinterpretando todo... Eso esperaba.

—Bueno, algún truquito sí que me sé

—Genial, pues estaré por aquí un par de días, sí tienes algo de tiempo...

"Y que todo se quede en los academico." Enfaticé mentalmente, aunque él no lo supiera.

—Podrían pensar que estas haciendo un acto de caridad a un huérfano.— Dije rápidamente sin pena, debía aprovechar la oportunidad, pero tampoco quería parecer tan necesitado.

Lo que sucedió ahora sí me intrigó un poco más, el pelinegro había bajado su tono de voz, ¿lo habría hecho adrede...? Lo cierto fue que me acerqué un poco más para poder escucharle mejor.

—Verás, hace no mucho, Ayame, no sé si la conoces, la kunoichi que llegó a la final del torneo, me dijo cierta cosa sobre él…

Asentí en silencio y escuché. "Ayame... De ella no sé mucho, realmente no la conozco."

Él volvió a bajar el tono de voz. "Joder... ¿Cúanto quiere que me acerque, sí sigue bajando el tono de voz..." Me aproximé unos pocos centimetros más y entonces el ruido del agua de su regadera se extinguió, cosa que agradecí.

— Que andaba robando ropa interior a muchachas indefensas. ¡Yo no me lo quise creer!

—¿¡Qué!? ¿Kaido? Ella... ¿Ella dijo eso?— Exclamé también, entonces noté la presencia de unas personas que nos miraban no muy amigablemente. —Nunca lo hubiera imaginado... No sé nada de lo que me dices.— Hablé con voz natural para no llamar más la atención ni incomodar.

—Puede que solo sea un rumor... No sé cuanta confianza se le pueda tener a ello, pero Kaido no parece una persona así.— Declaré. —No lo he visto nunca en ese tipo de actividades, ni nada similar; sí es cierto pues lo tiene bien guardado jajaja.

Me devolví a mi regadera, el intrépido ya estaba por terminar de asearse y yo solamente dejaba correr el agua sobre mi, por lo que recurrí al shampoo y la esponja.

—¿Tú sabes algo de Koutetsu?— Pregunté repentinamente.