15/04/2018, 17:11
Tras algo más de un día de viaje, por fin había llegado al afamado pueblo de artesanos conocido como "Los Herreros". Se sentía bastante orgulloso de sí mismo por haber llegado hasta allí puesto que era la primera vez que emprendía un viaje solo y a pie, así que para el chico aquel primer trayecto había sido algo más que una simple caminata. Además de la alegría de sentirse finalmente independiente en cierta forma, debía de sumarse que acababa de llegar a, posiblemente, la ciudad más importante de todo Onindo en lo que se respecta a la forja y mercadeo de armamento. Y es que el lugar a visitar no había sido elegido al azar, si no que había sido cuidadosamente planificado. Su primer viaje le llevaría desde los Herreros hasta Taikarune, ambas ciudades unidas por las armas.
La idea de Nande era buscar ideas nuevas para seguir con el desarrollo y avance de sus propias marionetas, puesto que la mayoría del armamento que utilizaba era considerado estándar y el quería ser reconocido como un innovador dentro de su especialidad, que generaciones futuras usasen sus inventos y le recordasen como uno de los grandes dentro de los marionetistas.
El chico de ojos azules se unió a la masa de comerciantes, viajeros y soldados que trataban de acceder a la ciudad. Se notaba que era uno de los centros de comercio más importantes de la zona, puesto que ese volumen de personas solo lo había visto en Yamiria anteriormente cuando la visitó con su abuelo en un viaje de negocios. Aquella vez iba protegido por un robusto carruaje que le mantenía a salvo de los vaivenes de la masa, sin embargo esta vez iba a pie y solo. Su altura suponía un problema cuando tenía que caminar entre tantas personas, pues debía estar constantemente esquivando las piernas de los demás viandantes que por lo general no solían reparar en él hasta que era demasiado tarde.
Por suerte para Nande, la entrada la ciudad estaba ya cercana y seguramente allí podría apartarse del caudal principal de visitantes.
La idea de Nande era buscar ideas nuevas para seguir con el desarrollo y avance de sus propias marionetas, puesto que la mayoría del armamento que utilizaba era considerado estándar y el quería ser reconocido como un innovador dentro de su especialidad, que generaciones futuras usasen sus inventos y le recordasen como uno de los grandes dentro de los marionetistas.
El chico de ojos azules se unió a la masa de comerciantes, viajeros y soldados que trataban de acceder a la ciudad. Se notaba que era uno de los centros de comercio más importantes de la zona, puesto que ese volumen de personas solo lo había visto en Yamiria anteriormente cuando la visitó con su abuelo en un viaje de negocios. Aquella vez iba protegido por un robusto carruaje que le mantenía a salvo de los vaivenes de la masa, sin embargo esta vez iba a pie y solo. Su altura suponía un problema cuando tenía que caminar entre tantas personas, pues debía estar constantemente esquivando las piernas de los demás viandantes que por lo general no solían reparar en él hasta que era demasiado tarde.
Por suerte para Nande, la entrada la ciudad estaba ya cercana y seguramente allí podría apartarse del caudal principal de visitantes.