Sora quería ser mucho muy directa. Después de que los genin escucharan la descripción de las hortalizas hurtadas, su maestra decidió que era mejor ver a los criminales y atraparlos con las manos en la masa.

—Claro, claro, shinobi-san —concedió Sairō, asintiendo repetidamente con la cabeza —. No tenemos problema con eso, siempre que no maltraten nuestras plantas. El único problema es que no sabemos si atacarán aquí. Ayer, como vio, atacaron a Furikasa-san. Hay otros huertos cercanos donde creemos… Digo creemos, contándonos a varios granjeros, que atacarán —El hombre se rascó la coronilla. Luego apuntaría hacia el resto del camino, opuesto a donde habían llegado, y movería su dedo conforme hablaba —. Estos rufianes se han estado dando vueltas por todos los huertos. Hay un huerto más adelante, el de Kitate-san, y dos más virando hacia el norte, el de Matara-san y el de Sōijo-san. Todos hemos sido robados, y por eso se nos dificulta tanto atraparlos. ¡No sabemos dónde atacarán después!

—Bueno —comentó Itsumi, quien no le quitaba los ojos de encima a Kumopansa, con un aire de entre desagrado y curiosidad —, los ataques más recientes han sido donde Sōijo-san y Furikasa-san, ¿sí? Podríamos no contarlos y se hace más fácil, ¿sí?

Sairō asintió, dándole la razón.

—Como sea, cuenten con nuestro apoyo en lo que necesiten.

Ranko les dedicó una breve reverencia a modo de agradecimiento. Esperaba a las instrucciones de su maestra.

—. No tenemos problema con eso, siempre que no maltraten nuestras plantas. El único problema es que no sabemos si atacarán aquí. Ayer, como vio, atacaron a Furikasa-san. Hay otros huertos cercanos donde creemos… Digo creemos, contándonos a varios granjeros, que atacarán

Algo cambió en el rostro de Sora que parecía como si se le hubiese encendido la bombilla y una gran idea le hubiese venido a la mente, pero seguía escuchando con atención.

—. Estos rufianes se han estado dando vueltas por todos los huertos. Hay un huerto más adelante, el de Kitate-san, y dos más virando hacia el norte, el de Matara-san y el de Sōijo-san. Todos hemos sido robados, y por eso se nos dificulta tanto atraparlos. ¡No sabemos dónde atacarán después!

Itsumi, la hija de Tamanegiya también quiso indicar que os hogares de Furikasa y Sōiji fueron los que sufrieron más ataques de los asaltantes. Era una información interesante, pero el plan de Sora ya estaba trazado. Tanto Ranko como yo podíamos sentirlo en su lenguaje no verbal y la aparente seguridad en si misma que estaba mostrando en aquel momento.

— Bien, creo que tengo una idea de lo que vamos a hacer. Pero para eso necesitaré de la colaboración de toda la aldea, confío plenamente en que con la ayuda de todos lograremos atraparlos. Bien, la idea es la siguiente, somos tres ninjas así que nos distribuiremos en los huertos específicos para trazar un plan de acción estratégico. Yo me quedaré en el centro de la aldea, Yota en alguno en el norte de la aldea y Ranko aquí, seguro que se lleva genial con Itsumi-san

Abrí levemente la boca. Más allá de tener que pasar la noche solo con desconocidos, lo cual no terminaba de agradarme, aquella era una muestra de confianza que llenó mi pecho de orgullo.

— Necesito que reunamos a toda la aldea aquí lo antes posible. Así podremos explicar nuestra estrategia a todo el mundo, puesto que requiere de la colaboración de todo el mundo

Ranko admiró que Sora ya tuviese un procedimiento qué seguir. Aceptó su decisión con un movimiento afirmativo de cabeza. Ella se quedaría en el huerto de los Tamanegiya mientras su maestra y su compañero iban a otros dos. Pero antes de eso, tenía que explicarles a todos su plan.

—E-entendido, sensei —Tragó saliva al imaginar que pasaría la noche en casa de extraños, de gente que apenas había conocido. ¿Y si era una molestia para ellos y no lograban conciliar el sueño? ¡Qué pena! "No, Ranko, creo que el punto será que no durmamos y que nos quedemos despiertos…" —. ¿E-en qué está pensando, sensei?

Sairō asintió también, sintiéndose parte del equipo.

—Itsumi-chan, ¿Por qué no vas a llamar a Kitate-san, Matara-san y Sōijo-san? Lleva a tu hermano. Diles que nos encargaremos de una vez por todas de esos granujas que nos han estado robando —La fémina asintió y fue a buscar al niño que previamente le había estado ayudando en el campo, y quien había desaparecido previamente dentro de la casa. Luego se les vería por el camino, alejándose del sitio —. Creo que Furikasa-san está echando humo por ahora ¿Le parece si luego le comunico el plan… señorita… ehm… shinobi?

Se acababa de dar cuenta que no había captado el nombre de la pelirrosa. Es más, ninguno se había presentado formalmente, y solo no había tenido problema con ello porque llegaron conociendo su apellido y su situación, y con la disposición de ayudar.

Todo estaba en la cabeza de la jōnin. El plan había sido creado y todo tenía que salir bien. En primer lugar Komachi-san debía estar orgullosa de la labor de su propia hija pero también de que todo fuese bien, y en segundo lugar, pero no menos importante, aquello era una misión y por el bien de todos también debía salir bien. La pelirosa iba ordenando los últimos detalles a la espera de que pudiese extender su plan a toda la aldea.

. ¿E-en qué está pensando, sensei?

Ranko también parecía estar realmente intrigada y se mostraba curiosa. yo me limitaba a escuchar y esperar. Nuestro momento de intervenir ya llegaría más adelante.

— Oh, nada especial, Ranko-san. Simplemente todos debemos estar preparados — contestó sonriente ante la inquietud de la gennin.

Rápidamente, Tamanegiya se volcó ante la determinación de Sora y solicitó a su hija que fuera a buscar a la gente del pueblo para convocarles en aquel mismo lugar en el que estaban, luego se dirigió a la pelirosa.

—. Creo que Furikasa-san está echando humo por ahora ¿Le parece si luego le comunico el plan… señorita… ehm… shinobi?

— Si se asegura de que lo que hablemos aquí llegue a ella por mi no hay problema. Y no me llame shinobi, por favor, puede llamarme Sora. Estos dos polluelos son Yota y Ranko, son buenos chicos.

Ranko asintió lentamente.

”¿Nada especial? Espero que separarnos sea buena idea… Debo de confiar en Sora-sensei. ¡Espero también que los bandidos no sean… pues… peligrosos!”

—Oh, entendido, Sora-san.

Aproximadamente quince minutos después, los hijos de Tamanegiya regresaron con tres personas: una mujer robusta que parecía estar a punto de cumplir cincuenta, con un chongo alto; un hombre casi anciano alto y delgado, pero de apariencia saludable, y un hombre de mediana edad, alto de mandíbula cuadrada y cabello largo.

—¿Qué es todo esto, Sairō? —dijo el anciano.

—Sora-san, estos son Kitate Miho-san, Matara Karasuke-san y Soijō Bofu-san —los señaló en el orden en que llegaron —. Gente, ellos son Sora-san, Yota-san y Ranko-san. Son ninjas de Kusagakure que vienen a ayudarnos con los bandidos que…

—¡Al fin! —alzó la voz Soijō, haciendo un gesto de molestia, o tal vez hastío, con los brazos — . ¡Ya era hora! ¿Y qué harán?

—Bueno, Sora-san nos ha mandado a llamar precisamente para eso, para contarnos su plan para esta noche. —explicó Sairō.

—Ya han pasado varios ataques —comenzó la mujer, Kitate, mientras cruzaba los brazos —. ¿No es un poco tarde para que actúen?

—Me permito recordarles —el tono de Sairō cambió levemente. Se tornó un tanto más serio —que la tardanza se debe a que nosotros nos tomamos nuestro tiempo en decidir si pedir ayuda o no.

—Mmm… —el anciano, Matara, se rascó su escasa barba grisácea —. Bueno, punto. Escuchemos entonces el plan, Sora-san.

Los cuatro granjeros le prestaron total atención a la jōnin. Incluso la hija de Tamanegiya, quien se había sentado en la cerca, paraba el oído y estaba atenta, aunque su hermano menor ya había desaparecido de nuevo en la casa. Ranko estaba también a la expectativa. ¿Cuál sería el plan de la ninja pelirrosa?

No se demoró demasiado aquella reunión. Posiblemente fueron unos 15 minutos y ya estaba todo en la cabeza de la jōnin. Poco a poco los habitantes del lugar fueron juntando al grupo que ya conformaban los ninjas y Tamanegiya Sairō.

Nos limitamos a escuchar mientras aquel hombre hacía las presentaciones y vimos como había cierto resquemor o desaprobación por la tardanza de todo. No se les podía culpar, realmente, era una situación jodida. A fin de cuentas, sus huertos eran su vida y su fuente de ingresos. Si alguien la saboteaba, ponía en jaque su supervivencia al destruir su tren de vida.

— Gracias, Sairō-san. Yo soy Hana Sora, jōnin que ha enviado Kusagakure después de que ustedes se pusieran en contacto con la aldea para ayudarles. Estos dos son Sasagani Yota y Sagisö Ranko, gennins que tengo a mi cargo y que son de mi absoluta confianza, no les menosprecien por su bajo rango

La mujer hizo una reverencia, la cual acompañé, era consciente del momento en el que estábamos y había que ser cordial y respetuoso. Incluso yo podía entender aquello.

— Bien, tampoco creo que necesitemos de una estratagema de lo más elaborada y complicada. simplemente necesitamos de la colaboración de todos para que podamos atrapar esos asaltantes. Necesitamos que toda la aldea esté unida y conectada para que cuando ataquen podamos acorralarles, ¿Puedo cuentarf con ustedes?

Ranko acompañó a Sora y Yota en su reverencia, como si se tratase de una obra de teatro presentándose.

—¿Acorralarlos? ¿Ése es el plan? —Kitate bufó —. No hemos podido verlos bien, no sabemos dónde atacarán, si es que atacan. ¿Cómo pretendes que los acorralemos?

—Claro que cuentan con nosotros. —dijo el viejo Matara.

—¿¿Ah?? ¿Pero no acabas de escucharme? Claro que es fácil decirlo. “Sólo los atraparemos y ya está.” ¿No? ¡Qué idea tan más genial! ¡Nunca se me habría ocurrido! —soltó ella con obvio sarcasmo.

Soijō se quedó en silencio por un momento, mirando a Matara, como considerando sus palabras en serio, aunque no tuviese mucho argumento para ello.

—Kitate-san —Matara apenas y se dignó a darle un vistazo a su camarada granjera —. Yo he crecido y he madurado en el campo. Sé mucho sobre las hortalizas, y un poco menos sobre las personas. Pero quien ha crecido y madurado siendo un ninja sabrá mejor combatir contra enemigos. Así que, Hana-dono, ¿cómo ayudaremos? ¿En qué posición, o qué requerirá de nosotros? Haremos lo posible para seguir su plan.

—Si el viejo Matara lo dice, estoy de acuerdo. —soltó Soijō, cruzándose de brazos.

Kitate se llevó las manos a la cadera y torció la boca.

—Bueno, venga pues. ¿Cómo los acorralamos?

Mientras los genins hacían la reverencia a los presentes, Sora escuchaba atentamente aquella pequeña discusión. Incluso yo podía comprender que, fruto de la frustración de estar perdiendo el género, poco a poco se fuese minando la moral de aquella pequeña aldea.

— Lo único que quiero pedirles es colaboración para que toda la aldea esté conectada — indicó la jōnin. — El punto es que no sabemos en qué punto exacto de la aldea van a atacar de nuevo. Por esa misma razón debemos estar muy atentos y repartirnos. no hablo de montar puestos de guardia, sería demasiado obvio y eso complicaría el capturarlos, sino vivigilar desde las casas

Sora iba explicando las cosas poco a poco, para que fueran fácilmente digeribles.

— Por ello vamos a necesitar que mi equipo se reparta en tres puntos estratégicos. Yo me quedaré aquí, si a Tamanegiya-san no le supone un problema. Necesito que Ranko y Yota se queden al gún punto en el sur y en el norte de la aldea, ¿algún voluntario? Son buenos chicos

Todos los granjeros asintieron, aunque con distintos índices de ánimos.

—Entiendo. Atentos, pero atentos escondidos Ojos abiertos pero cabezas bajas. Confiaré en eso —dijo el viejo Matara, rascándose la barbilla. Luego se viró para apuntar al camino —. Si se sigue la vía, se dobla ligeramente el camino hacia la izquierda y da un giro cerrado hacia el norte, el huerto de Kitate-san está en la parte más al sur de ese giro. Un buen tramo después están mis tierras, y luego, más hacia el norte, el huerto de Soijō-san.

—No tengo problema con que se quede —dijo la mujer, con un suspiro de algo parecido al hastío —. Pero no creas que contarán con tres comidas calientitas al día y baños de hierbas. ¿Entendido? Que están en una misión. Aparte de eso, adelante. Chico, vendrás conmigo. —Kitate apuntó a Yota.

—OK, creo que eso es demasiado, Miho —comentó el otro hombre —. Sí, están trabajando, pero no les vendría a mal algo de apoyo. Pero eso sí: espero que hagan un buen trabajo, que las quejas no tardarán en llegar a Kusagakure si vienen solo a hacer el payaso. Ranko-san, ¿verdad? Mi huerto está al final de la zona, espero que traigas ganas de caminar.

La Kusajin asintió y le dedicó una reverencia.

—E-entendido, Soijō-san.

—E-está bien… —Sairō volvió a hablar —. Parece que no nadie está en contra del plan de Sora-san. ¡Excelente! ¿Algo más que debamos saber, Sora-san?

Afortunadamente para todos, nadie se opuso a lo planteado por Hana Sora y, por tanto el grupo de ninjas se dividiría aquella noche por el bien de la misión. Cuanto más repartidos estuvieran, más fácil sería dar con los agresores que tenían aquella pequeña aldea en una especie de estado de alarma constante.

— Pues ahora que lo dice si tengo una última cosa que decir —[color] agradeció la jōnin. [color=deeppink]— Aunque nosotros nos vamos a repartir para abarcar lo máximo posible, van a quedar zonas que no estén vigiladas por mi equipo ninja, así que si alguno localiza a los agresores, no actúen, y en su lugar vengan a avisarnos a mi, a Yota o a Ranko

Mostré una sonrisa ante los vecinos ante la seguridad que mostraba Sora. sentí que buscaba la conciliación y la confianza de ninjas y aldeanos. Yo estaba en disposición de poner de mi parte.

— Espero que todo salga lo mejor posible y se solucione todo esto cuanto antes. Aprovecho para decir que si alguien tiene alguna duda, este es el momento de compartirla y resolverla

—Bueno, esperemos que podamos avisarles lo suficientemente rápido —dijo Soijō mientras se cruzaba de brazos —. No somos ninja, ¿sabe?

—Por eso estaremos bastante atentos, Bofu. Para reconocerlos con tiempo —el viejo le lanzó una mirada que parecía tratarlo de tonto. Se aclaró la garganta —. No, creo que todo queda claro.

El resto de los granjeros asintió, con diferentes grados de entusiasmo. De la misma manera confiaban en la kunoichi pelirrosa: Kitate tenía sus dudas acerca de si sería eficaz o no; Soijō estaba muy escéptico, pero dispuesto a aceptar ayuda; Matara se notaba totalmente dispuesto a ayudar, y Tamanegiya estaba bastante contento con los shinobi.

—Bien. Estamos. ¿No vendrán ya, o sí? No es ni mediodía. No sé si quiero que haya gente pasando el día en mi huerto sin hacer nada…

Ninguno de los granjeros presentes la contradijo. Era cierto, era apenas muy temprano, y los planes estaban para la noche. Ranko se preguntó si Sora les haría entrenar o investigar lo posible, o si les daría el día para relajarse.

”Cualquier cosa estará bien por mí. Creo.” pensó la de la trenza, con un dedo en el mentón.

—Bueno, esperemos que podamos avisarles lo suficientemente rápido —dijo Soijō mientras se cruzaba de brazos —. No somos ninja, ¿sabe?

— No se preocupen, con que nos avisen está bien. ya nos ocuparemos nosotros de actuar con rapidez

Al final, lo importante era tener ojos en todos los rincones de la aldea, para poder ver el peligro y actuar.

—Bien. Estamos. ¿No vendrán ya, o sí? No es ni mediodía. No sé si quiero que haya gente pasando el día en mi huerto sin hacer nada…

— No, todavía no. También tengo que hablar con ellos en privado, ya saben, cosas de ninjas

La reunión estaba acabada. Su objetivo había sido cumplido y ahora el pueblo estaba unido y remaba en la misma dirección para plantar cara a los agresores. Pronto se vería si sería suficiente para terminar con su amenaza e forma definitiva o no.

Sora echó una mirada a Ranko y luego a mí.

— ¿Me siguen, muchachos?

— Oh, claro, claro

— ¡Como no!

—Va. Nos veremos al ocaso, entonces. —Kitate hizo un gesto con la mano y dio media vuelta para regresar a su huerto.

Matara le dedicó una reverencia al grupo, y Soijō lo imitó.

—Muchas gracias, Sora-san. Confiamos en ustedes.

—Esperemos que todo salga a pedir de boca. Gracias y nos veremos al final del día.

Ambos imitaron a la mujer y regresaron a sus respectivos terrenos. El último granjero que quedó, Sairō, no tardó en hacer lo mismo.

—No saben lo agradecido que estoy. ¡En verdad! Ahora tengo también unas cosas de las qué encargarme en mi huerto… ¡Los dejaré con lo suyo! Sora-san. Ranko-san. Yota-san. Con permiso. —Y con una reverencia, se alejó para entrar en su casa.

La jōnin pelirrosa les indicó que la siguieran.

—Por supuesto, Sora-sensei. —La de la trenza seguiría a la mujer y a sus compañeros humano y arácnido a donde se moviera, y estaría atenta a sus indicaciones. La chica tenía una actitud positiva, y estaba convencida de que podrían atrapar a los bandidos aquella noche.

Los ninjas se retiraron entre reverencias y saludos a modo de despedida del domicilio de Tamanegiya Sairō bajo la guía de la jōnin y sensei Hana Sora. La cuestión era encontrar un lugar en el que poder tener privacidad, pues la pelirosa quería charlar en privado con sus pupilos. Aquella noche sería muy importante para el futuro de los tres.

Finalmente encontraron un banco en una calle que les daría el necesario cobijo.

— Bien, tomad asiento, por favor

— Está bien

Acaté sin rechistar. Tampoco es que tuviera motivos para hacerlo, así que simplemente me senté. Sora esperaría a que Ranko hiciera la propio.

— No quiero preocuparos, ¿vale? Sigue siendo una misión de bajo rango, pero si queréis que formemos este equipo que tanta ilusión me hace formar, debemos hacer un buen trabajo. La información de la que disponemos es muy escasa; no sabemos contra quién nos enfrentamos, ni siquiera de si dispone de conocimientos ninja, si es alguien curtido en las artes marciales o se trata de samurais que han recurrido a los actos vandálicos o si sencillamente son malhechores de poca monta. Tampoco sabemos cuando van a atacar. En resumidas cuentas, vamos a tener que estar muy atentos y tener los ojos bien abiertos y cuando ataquen, debemos ser eficaces

Mostré la determinación en mi rostro.

— No fallaremos, Sora-sensei. Así podremos hacer realidad este gran equipo ninja — dije alzando el puño.

La pelirrosa los llevó a caminar hasta separarlos lo suficiente de los huertos como para hablar en privado. Ranko se sentó al lado del rubio. La jōnin confirmó que, en realidad, no tenían mucha información al respecto, y posiblemente sería una misión más peligrosa de lo que pensaban. No sabían ni quién, ni por qué, ni cuándo ni dónde. Pero tenían que montar guardia para proteger el estilo de vida de los granjeros. Era su deber ninja.

Yota añadió que se no fallarían, en pos de reforzar aquel equipo ninja. Ranko asintió con muchas ganas y su tono pasó a ser de lo más alegre.

—¡A-así es, Sora-sensei! ¡N-no dejaré escapar a ningún bandido! ¡L-lograremos llevar la primera d-de muchas misiones con éxito! A-aunque la vigilancia y e-el rastreo no es mi fuerte… ¡Los inmovilizaré y l-los llevaré a la justicia!

Ranko terminó su mini discurso golpeando su palma izquierda con el puño derecho. Estaba tan animada ahora que Yota había traído a colación lo del equipo shinobi. Su primer equipo shinobi. Nada podría quitarle las ganas.

"¿Deberíamos pensar en un nombre para nuestro equipo? Tal vez… ¡Lo consultaremos luego, con un té!"