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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Finalmente lo logró. El animal estaba empezando a cesar y la presión que ejercían sus mandíbulas eran cada vez menores. La técnica de Juro surtió efecto y la mujer logró calmar al animal para que dejase de atacarme. Más vale tarde que nunca, pero eso no era excusa para no enviarla al puto chucho una última mirada asesina.

Desafortunadamente, el muy cabrón había dejado en mí una buena marca en forma de herida que sangraba a buen ritmo. De hecho todavía dolía. Pude comprobarlo simplemente posando mi mano sobre la herida como acto reflejo para tratar de hacer que sangrase. En su lugar noté una punzada y eso se reflejo en mi rostro. Mientras tanto, la vieja trataba de explicar que sentía lo sucedido e incluso se interesó por la herida.


A Yomi le asustan los ruidos fuertes, los toma como una amenaza, ¿sabeis? —dijo—. Chico, ¿estás bien? ¿Quieres que te lleve a que te curen esa herida?

»Lo siento mucho, es por culpa de su entrenamiento. Es un perro de guardia, y tiene un trabajo muy importante.


— En realidad no. Lo que quiero es ir a comer y a dormir. No necesito nada más. Comer y dormir — indiqué ya con cierta irritación.

Rápidamente, sin embargo, Juro estaba tratando de realizar algún tipo de vendaje en la herida.

— Lo siento, no actué con la suficiente rapidez

«Vaya, no me digas» pense para mis adentros mientras le escuchaba.

No creo que ese bicho te haya contagiado nada, pero tenemos que curar esta herida cuanto antes.

— Y dale con la puta herida. Estoy bien, ¿vale? lo que quiero es comer.

— Necesitamos tratamiento para la herida, por favor — dijo el jounin que parecía no escucharme —. Llevenos a dónde puedan hacerlo.

— Tierra llamando a Jurete, ¿estás ahí? Comer y dormir. Eso es lo que necesitamos. Mañana tenemos cosas que hacer y tenemos que descansar. No sé tu, pero yo estoy cansado. La puta herida cicatrizará — entonces repare en algo, girando mi cabeza velozmente hasta entablar contacto visual con la vieja — porque... está vacunado de la rabia, ¿verdad?
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#47
¿Desde cuándo los ninja se han vuelto tan maleducados? —despreció la mujer, mirando a Yota por encima del hombro—. Y más un genin ante su superior. Madre mía. ¡Pues claro que está vacunado, botarate! ¡Es el perro del Señor Feudal! ¡Disfruta de los mejores cuidados!

»Y ahora, si me acompañáis, os llevaré a la enfermería de palacio, claro que no mereces tal tratamiento.

La señora se dio la vuelta y caminó cruzando el puente que quedaba justo enfrente.
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#48
Juro se quedó practicamente en shock ante la respuesta Yota. Sabía que su compañero tendía bastante al enfado irracional (y supuso que se pondría a soltar maldiciones o algo parecido) pero no esperaba que le diera semejante trato. Supo que el deber de un superior era castigar tales casos, pero en ese mismo momento, no se vio capaz.

Aun así, la anciana pareció hacerlo por él: sin pelos en la lengua, reprendió a Yota por sus modales y su comportamiento. Juro solo pudo tragar saliva, sin saber que hacer.

« Joder Yota, que no estan dificil tener un mínimo respeto » — pensó, para sí. Pues claro que le encantaba estar con su amigo, pero el problema principal era ese, que al ser tan amigos, era dificil que se tomara en serio su rango. Eso no era del todo bueno.

Aun así, algo captó su atención inmediatamente: la mujer mencionó al señor feudal. El perro era el del señor feudal. Juro abrió los ojos al instante, incrédulo de que hubieran tenido tanta suerte. Esa mujer era la vía principal hacia el palacio. De esa forma, puede que les dejaran hasta dormir ahí y comer, con suerte.

»Y ahora, si me acompañáis, os llevaré a la enfermería de palacio, claro que no mereces tal tratamiento.

Juro le dirigió una mirada fulminante a Yota.

— Discúlpate ahora mismo — le exigió, en voz baja, para que la anciana no le escuchara —. Me da igual tus modales o tus motivos, la necesitamos para la misión. Vamos a ir a que te curen esa maldita herida, y con suerte, podremos quedarnos ahí y nos ahorraremos el buscar lugar.

Era la primera vez que le daba una orden directa a su amigo, y no es que disfrutara precisamente haciéndolo. Pero creía realmente en lo que estaba haciendo en ese momento.

Él, por su lado, se limitó a asentir y agradecer a la mujer que les llevara. Comenzó a seguirla junto a su compañero, tratando de no quedarse atras. Si la perdían, ya podían despedirse de todo.
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#49
¿Desde cuándo los ninja se han vuelto tan maleducados? —despreció la mujer, mirando a Yota por encima del hombro—. Y más un genin ante su superior. Madre mía. ¡Pues claro que está vacunado, botarate! ¡Es el perro del Señor Feudal! ¡Disfruta de los mejores cuidados!

«¿El perro del puto Daimyo? ¡Anda, no me jodas!»

La cosa iba mejorando por momentos. Tanto buscar un puto sitio en el que comer y poder pasar la noche y lo que teníamos que hacer era dejar que ese chucho apestoso me mordiera para obtener nuestro pase a palacio...

»Y ahora, si me acompañáis, os llevaré a la enfermería de palacio, claro que no mereces tal tratamiento.

— Discúlpate ahora mismo — le exigió, en voz baja, para que la anciana no le escuchara —. Me da igual tus modales o tus motivos, la necesitamos para la misión. Vamos a ir a que te curen esa maldita herida, y con suerte, podremos quedarnos ahí y nos ahorraremos el buscar lugar.[/sub]

El discursito del jounin vino precedido por una mirada fulminante y si tuviera jutsus oculares como los que podían tener los Uchiha con el sharingan ese, hubiese caído ahí muerto, pero no era el caso. Lo de Jurete eran las marionetas. Pero bueno, supongo que en aquella situación seria necesario algo especial para que me disculpase.

— Lo siento pero no, Jurete. Si te apetece ir, vamos, pero no pienso pedir perdón cuando el agredido he sido yo. El día que te muerda el perro a ti, puedes pedirle perdón — respondí, también con un susurro.

Así que bueno, supongo que la decisión estaba tomada. Jurete ya se había puesto a seguir a la mujer que, por su parte hacia gala de la gran educación que supuestamente yo no tenía sin esperar a que estuviéramos listos para seguirla. Así pues, tuve que levantarme rápidamente y seguir los pasos de ambos.


— Oiga, ¿cómo dice que se llama el perro?

No todos los días uno tenía el discutible privilegio de ser mordido por el perro más importante de todo Kusa no Kuni y estaría bien saber cuál era su nombre para poder contar la batallita en el futuro.
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#50
Entre intrigas palaciegas, se aprendía mucho. Una nunca sabía cuando alguien iba a darle una puñalada por la espalda. Por eso era mejor mantener los ojos bien abiertos y aprender a leer los labios. Por eso era mejor afinar bien el oído, para que nadie pudiera tramar nada a tus espaldas... o justo enfrente tuya.

Está bien, chico. Buena suerte con esa herida. Ya he oído suficiente.

El contacto que podía llevarles dentro de Palacio de forma adelantada acababa por darles la espalda y negarles la buena voluntad que hasta ahora les había ofrecido.

Lo peor de todo, sin duda: la herida de Yota. Pese a lo confiado que se mostró ante su superior —aunque nadie diría que lo era—, estaba comenzando a marearse por la pérdida de sangre, y la dentellada del animal dolía, dolía un montón (Resistencia 30), (Voluntad 30).


Yota, pon tu PV. Sufres 30 PV de daño por la dentellada. Sufres 20 PV por turno debido a la hemorragia. Sufres una penalizaciónd el 50% a Fuerza y Destreza. Sufres una penalización de 10 puntos a Agilidad.
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#51
Juro palideció al darse cuenta de que la anciana les había escuchado. Maldita sea. Ahora no solo había quedado claro la imbecilidad de su compañero, sino su falta de autoridad. No solo estaban causando una mala imágen delante de esa mujer, sino delante de todo el palacio del señor feudal, al que seguro que informaría de lo que había pasado.

Le temblaban las manos, de pura rabia. Todo estaba saliendo horriblemente mal.

« Es su culpa » — pensó, mirando a Yota. Sí, puede que el perro le hubiese mordido. Sí, puede que él no quisiera disculparse con ella. Juro lo conocía y lo sabía. Lo entendía. Pero Yota tenía que tener cerebro, y tenía que entender lo mucho que la necesitaban en ese momento.

Su compañero se había pasado de la ralla en el mismo instante en que había desobedecido una orden directa de él.

No era la primera vez que cuestionaba su autoridad, claro. En ese momento no le había prestado importancia (aunque debería haberlo hecho, pensó más tarde, arrepentido), puesto que había pensado que en un momento clavo el chico no lo haría. Pero ahí estaba. Un momento muy importante, dónde incluso la vida de su compañero corría peligro (a pequeña escala, pero una herida era una herida). Y otra vez, le acababa de desobeceder.

— Yota — repitió, claramente molesto. Clavó sus ojos en el chico. Aunque Juro no lo supiera, debía de empezar a sentirse mareado por la herida. Los ojos de Juro no podían mostrar un mayor cabreo en ese momento —. Eso no era una sugerencia, ni un consejo de amigo. Era una orden que te he dado como superior. Me dan igual tus motivos. Por mí como si te tragas todo tu maldito orgullo. Si te mando una orden es porque es importante y tienes que hacerlo. Vas a disculparte ante esa mujer antes de que se marche.

» ¿O es que vas a cometer insubordinación?
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#52
Está bien, chico. Buena suerte con esa herida. Ya he oído suficiente.

Al parecer alguien había aprendido a leer los labios en los ratos muertos. Tenía ciertas dudas de que una vieja de aquel calibre tuviese un oído lo suficientemente refinado como para escuchar los susurros entre Jurete y yo.

Fuese del modo que fuese, la mujer y aquel chucho del demonio se empezaron a largar.


— Yota

Pude sentir el afilado filo de la responsabilidad de todo un señor jounin apuntando a mi gaznate, pero no, solo eran sus ojos. Empezó a surtir efecto aquella mirada asesina. Había empezado a marearme y la herida del puto perro de mierda empezaba a doler de verdad. El vendaje que había practicado Juro hacia unos instantes no había paliado absolutamente nada. Bueno sí, que no dejase el suelo encharcado de sangre, solo manchado.

Me llevé la mano a la sien y cerré los ojos para tratar de superar el mareo.


Eso no era una sugerencia, ni un consejo de amigo. Era una orden que te he dado como superior. Me dan igual tus motivos. Por mí como si te tragas todo tu maldito orgullo. Si te mando una orden es porque es importante y tienes que hacerlo. Vas a disculparte ante esa mujer antes de que se marche.

» ¿O es que vas a cometer insubordinación?


Oh, bueno, habíamos pasado ya directamente a las amenazas. Supongo que no tenía mucha opción. Y a eso se le añadía a que me empezaba a urgir alguna pastillita para echarme una buena siesta hasta el día siguiente y encontrarme mejor.

Ni siquiera miré a Juro, ni un "vale, tienes razón". No, sencillamente me acerqué a la mujer.


— Oiga, esto... — No sabía muy bien qué palabras escoger — siento el follón de antes... es solo que soy muy temperamental y perdí los estribos cuando me mordió el perro. Siento haber sido tan grosero

La sensación de mareo no ayudaba en absoluto. De hecho tuve que apoyar mi rodilla en el suelo para no trastabillarme.

— Parece que no estoy tan bien como me pareció

• PV:

120/170

-30
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#53
La encargada de pasear a Yomi se dio la vuelta y le miró con los ojos entrecerrados. El perro estaba alerta: movía la cola muy rápido y no le quitaba los ojos de encima al muchacho. La anciana suspiró y les indicó le que le siguieran con la mano.

Caminaron todo lo rápido que pudieron. El vendaje que Juro había practicado, aunque inexperto, resultó suficiente para salvar la consciencia de Yota, no sin dificultades. Gravemente mareado, apenas podía ya distinguir los rostros de los dos guardias mientras la mujer explicaba la situación. Por la relación con ellos, quedaba claro que la señora no era una cualquiera, al fin y al cabo, nadie entraba así porque sí en el palacio de un Daimyo con dos desconocidos, fueran cuales fueran los símbolos en la placa de sus bandanas.

Les recibió una entradita con amplias escaleras ambos lados, que subían rodeando las paredes de la burbuja que era el palacio. Al lado de cada escalera, un pasillo hacía lo propio, pero bordeando circularmente una pared blanca con decoraciones de bambú. Justo enfrente, una puerta grande de dos hojas de madera barnizada. La cuidadora de Yomi les señaló el pasillo de la derecha. Ante la mirada de curiosos guardias, caminaron hasta la enfermería, donde dejaron a Yota al cuidado de dos médicos del hogar del noble.

La anciana le comunicó a Juro que ella había sido una de las sirvientas más fieles del Señor Feudal durante muchísimos años, que el Señor, quien confiaba en ella más que en nadie, le seguía ofreciendo un hogar a cambio de cuidar de su perro y de hacerle de confidente de todos los cotilleos de los que pudiera enterarse.

De hecho, eso acababa de decírselo justo cuando cerraba la puerta de una sala inquietantemente vacía, en la que sólo había una mesilla con un par de asientos.

Toma asiento, por favor —dijo, en un tono que daba a entender que no se trataba de una sugerencia. Inmediatamente, ella hizo lo mismo. Y le quitó la correa de seguridad al enorme perrazo—. Bien. ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis en Tane-Shigai?

El perro se acercó a Juro y se sentó cerca de él, observándole atentamente.


· · ·


A Yota le habían tumbado en una camilla y le habían tratado con Ninjutsu médico. Extremadamente agotado, los responsables del tratamiento le dejaron dormir tranquilo, si es que eso es lo que deseaba. Estaba en una sala con paredes de madera y habían varias camillas dispuestas en horizontal, separadas por unos biombos. Hubo una tos húmeda que provino de la última camilla.

Por favor, no pué uno ni resfriarse un poquillo pa' que t'ol castillo se vuelva loco. Coññññño —masculló en voz alta cuando los médicos abandonaron la habitación.
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#54
Juro y Yota, en ese momento, echaron un pulso mental. Juro ganó el pulso. Por una vez, su autoridad fue más fuerte que cualquier clase de amistad que ambos tuvieran. Juro se sintió feliz, y asustado, porque supo que Yota no iba a olvidarlo fácilmente.

« Supongo que me estoy convirtiendo en lo que debo ser » — pensó, con cierta amargura.

La mujer, aunque anciana y algo terca, parecía bondadosa. Aun mostrando algo de incomodidad, aceptó las disculpas, y por tanto, decidió ayudarles. Juro ayudó a Yota durante el camino y le dejó apoyarse en su hombro, puesto que, aunque no iba a perder la consciencia, sí que parecía mareado y a punto de caer.

El marionetista observó, en silencio, como llegaban al palacio. La mujer habló con los dos guardias, y pudieron entrar. El chico lo observó con asombro, pues no esperaba tanto respeto hacia la mujer.

« No es una cualquiera aquí dentro » — A pesar de sentirse algo mal por la orden, se alegró mucho de haber obligado a su compañero a disculparse. Estaba claro que tenerla de su lado iba a ayudarles en muchos aspectos.

El ninja se admiró por la decoración del palacio. La burbuja, desde fuera, era asombrosa, pero por dentro, las paredes blancas y las decoraciones de bambú le parecieron preciosas. Se dijo, para sí mismo, que la oportunidad de ver por dentro el palacio del señor feudal era única, y que a pesar de la situación, debería sentirse privilegiado de poder disfrutarla.

Dejaron a Yota en lo que parecía ser la enfermería. Aunque el chico hubiera preferido quedarse con su compañero, la mujer parecía tener planes para él, así que la siguió. Ahí le informó de su identidad.

« El perro es el del señor feudal, y ella parece ser su confidente » — Eso era una sorpresa. ¿El señor feudal estaba tan interesado en los cotilleos? ¿O es que se refería a otra clase de cosas? No lo supo, pero Juro entendió que todo lo que le contara, y todo lo que hablaran delante de ella, probablemente, iría a parar a sus manos, así que tenía que tener mucho cuidado con sus palabras. Su compañero ya lo había arruinado bastante, así que tenía que ser él quien reparase sus errores.

Entraron en una sala vacía, con un par de sillas. Al jounin le recordó a una sala de interrogatorios. Asintió ante las palabras de la mujer y se sentó, con su enorme perro inquietantemente al lado.

. ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis en Tane-Shigai?— Juro se acomodó en su asiento, lentamente. Con un perro así de grande, no quería hacer movimientos bruscos. Entonces, miró a la mujer a los ojos, e intentó no sentirse incomodado por el sentimiento de ser interrogado, o de tener a un perro enorme que podría morderle a la altura de su culo.

— Mi nombre es Eikyuu Juro. Soy Jonin de Kusagakure. El nombre de mi compañero es Sasagani Yota, y es un genin — le informó a la mujer —. Hemos venido desde nuestra aldea para cumplir una misión. Estamos encargados de un combate de exhibición que se realizará para el cumpleaños del Señor Feudal. Nuestro Kage nos informó de que debiamos reunirnos con un tal Yamauchi-san, pero lo cierto es que llegamos antes de lo previsto, y la noche nos sorprendió en mitad de la ciudad. Por eso estabamos buscando un lugar para alojarnos, puesto que no pensamos que se nos permitiera entrar al palacio en mitad de la noche y antes de tiempo.

» Espere. Tengo pruebas que lo demuestran — Juro rebuscó y sacó el pergamino. Aunque sabía que estas cosas no se enseñaban a civiles, recordó que su Kage, en mitad del enfado que se llevó por Yota, les dijo que ese pergamino serviría como acreditación. Era ahora o nunca.

Le enseñó dicho pergamino, que afortunadamente, seguía guardando para sí. Esperó que se lo diera nada más verlo, puesto que lo necesitaban. No lo perdió de vista.

— Nuevamente, quería agradecerle sus servicios y la ayuda que nos ha dado. Lamento mucho el espectáculo causado — repitió Juro, y le dedicó una sonrisa a la mujer. Después, le dedicó otra al perro, puesto que no quería ser desagradable con el animal, y le daba lastima haber tenido que aplicar una técnica sobre él.
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#55
Y la mujer aceptó mis disculpas. De un modo u otro aquel era como mi día de suerte y desgracia a partes iguales. Pero afortunadamente, la jornada acabaría bien salvo que en el castillo el karma volviese a dar por culo con alguna jugarreta extra.

De alguna manera llegamos hasta el palacio del Daimyo y allí nos separaron. Juro se fue con la vieja hasta yo qué sé donde. A mi me llevaron a la enfermería, obviamente. Tras el tratamiento, estaba extenuado y pocas cosas me apetecían más que echar una cabezadita, pero... la misión y... ¿Juro?

«¿dónde diantres se habrá metido ese hijo de su madre?»

Para cuando quise darme cuenta los médicos ya se las habían pirado y, en su lugar, percibí una tos molesta.


Por favor, no pué uno ni resfriarse un poquillo pa' que t'ol castillo se vuelva loco. Coññññño

Aquello debía ser la llamada del karma. Algo tenía que torcerse, el día no estaba finiquitado. Y yo empezaba a cagarme en los muerttos de todo dios. A trompicones me levanté de la camilla en la que me habían postrado.

— ¿Quién ha dicho eso y qué pasa en este castillo?
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#56
La señora escuchó atentamente todo el relato de Juro, sin mostrar signo alguno de sorpresa, de curiosidad... tan sólo aquella sonrisa amable, que como bien sabía el jounin —por su experiencia con Kenzou— estaba tan entrenada como una cara de póquer. Registró con los ojillos el pergamino que le tendió él y asintió complacida.

Tengo una buena noticia para ti, chico —dijo—. Yo soy Yamauchi. Hiroto Yamauchi. Encantada, Eikyuu Juro.


· · ·


¡OY!

Otra tos. Al parecer, al señor le había asustado la presencia de Yota. Luego, unos pasos arrastrándose. Y de pronto...

Una mano apartó la cortinilla del biombo que separaba las camas de golpe.

¡EEEEEEEEEY! Ahí estás. —gritó en un sobresalto—. Oye. ¡Yo a ti nunca te visto, eh! —dijo, inspeccionándole.

Era un señor mayor, de avanzada edad. Tenía el pelo repeinado, un bigote muy cuidado y unas cejas que casi parecían un segundo y un tercer bigote. Unos ojos sinceramente bonitos le observaban tras los arrugados párpados, desiguales. Iba encorvado, y tenía mal aspecto. El aspecto de alguien enfermo.

Le tosió en la cara.

Ay, perdona mozo —se excusó, sentándose en la cama de enfrente—. Uhhhh, qué herida tan fea. ¿Cómo te las hecho?
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#57
La mujer escuchó a Juro, sin dejar entrever nada. Absolutamente ninguna emoción. El marionetista se quedó más que sorprendido: desde que la mujer había escuchado sus cuchicheos, se había dado cuenta de que ella no era normal. Pero ahora lo podía comprobar: era una mujer a la que tenía que tener en cuenta si quería durar en aquel lugar.

Y lo reconoció en cuando vio la misma sonrisa que su Kage usaba siempre. Se dio cuenta entonces de que era una perfecta cara de póquer. No dejaba entrever nada.

« Me pregunto si te la enseñan en algún sitio. Ya sabes, "Academia de la sonrisa falsa" » — Igualmente, esa sonrisa le ponía los pelos de punta. Era amable, y a la vez, el chico había aprendido a intentar imaginar lo que había detrás. Como no podía verlo, era mejor pensar para mal, y cuidarse del susto.

Afortunadamente, observó el pergamino y asintió.

Tengo una buena noticia para ti, chico. Yo soy Yamauchi. Hiroto Yamauchi. Encantada, Eikyuu Juro. — Juro casi se atragantó. ¡Yamauchi era una mujer! Habría jurado que era un hombre cuando lo había escuchado de los labios de su Kage.

Otra vez, agradeció haber tomado las riendas de esa misión. Si hubieran cabreado a Yamauchi, se habría acabado todo.

— Encantado, Yamauchi-san — dijo Juro, realizando una lenta reverencia. Extremadamente lenta. Aún se acordaba del perro —. Me alegra de haberla podido encontrar. Esperaba que usted nos pudiera dar más detalles acerca del papel que tenemos que desempeñar en el cumpleaños del Señor Feudal.

» Aun así, entiendo que estas quizá no son las mejores condiciones para mantener esta conversación. Hemos tenido mucha emoción esta noche. — dijo, refiriéndose claramente a que su compañero estaba herido en un lugar del palacio, y que eran las tantas de la noche—. Dígame, ¿Se nos permitirán permanecer en palacio hasta que llegue el momento de la actuación?
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#58
¡OY!

Se volvió a oír una tos. Esta vez acompañada de unos pasos. Pero unos pasos como si alguien estuviera arrastrándose o algo parecido. No tenía buena pinta el asunto.

— Oye, tío, ¿estás bien?

¡EEEEEEEEEY! Ahí estás. dijo un tipo, destapando la cortina del biombo [sub]Oye. ¡Yo a ti nunca te visto, eh!

No suficiente se acercó lo suficiente como para inspeccionarme, como si fuera un bicho raro de esos de los que no te fías. al final iba a conseguir pegarme su puto resfriado. Trate de separarlo un poco empujandole el pecho en dirección contrario. Sin brusquedad.

— Oye, tío, no te acerques tanto o me vas a pegar...

Demasiado tarde. Aquel viejales acababa de toserme encima, probablemente catapultando sus microbios hacia mi persona. Era la hora de rezarle a la diosa fortuna.

Ay, perdona mozo —se excusó, sentándose en la cama de enfrente—. Uhhhh, qué herida tan fea. ¿Cómo te las hecho?

— Digamos que tuve un desafortunado encuentro con Yomi. Ya sabes... ¿lo conoces, verdad? Pareces ser uno de los fijos de este castillo, no como yo que estoy aquí por una cosa puntual

Tenía la sensación de que quizás estaba hablando más de la cuenta. Pero me importaba ya una mierda. Parecía buena gente.
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#59
Hiroto asintió.

El cumpleaños de Daimyo-sama es dentro de dos días, en Hikariyoubi —explicó, aunque eso Juro ya lo sabía—. Ese día tendréis que luchar entre vosotros en un gran dojo interior que hemos preparado en palacio. Un combate de exhibición. No debería de ser tarea difícil, y más entre compañeros. Aunque veo que el otro tiene bastante genio...


· · ·


¿¡Yomi-kun!? ¿¡Yomi-kun, mi perrito bonito!? ¿¡Qué le has hecho para que él te haya mordido, si es un trozo de pan, un bollito de canela, una cosita mona que no le haría nada a nadie!? —Uh, oh. Parecía ser que sí: aquél viejo era uno de los fijos de ese castillo.

El más fijo de todos.

El Señor Feudal del País del Bosque. Ese mismo.

Mientras escribo estas palabras, obvio que ese Señor estaba ya prácticamente encima de Yota, golpeándolo —sin efecto alguno, dada su escasa fuerza— con el puño cerrado en el hombro repetidamente.

¡Guardiaaaaas, han atentado contra mi perro!
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#60
Juro suspiró, aliviado. A pesar de su mal comienzo y las dificultades, habían conseguido la entrada en el palacio. Ahí estarían seguros, no se perderían, y podrían planear bien el espectáculo.

El cumpleaños de Daimyo-sama es dentro de dos días, en Hikariyoubi. Ese día tendréis que luchar entre vosotros en un gran dojo interior que hemos preparado en palacio. Un combate de exhibición. No debería de ser tarea difícil, y más entre compañeros. Aunque veo que el otro tiene bastante genio...

— De acuerdo — asintió Juro, agradeciendo con otra sonrisa la información —. No tiene que preocuparse. Yota-kun es bastante temperamental, pero trabajará bien. Nos encargaremos de que la exhibición sea un éxito.

Hablando de Yota, Juro se acordó de que probablemente estaba en alguna parte del castillo, solo, siendo tratado. Entendía la necesidad de aquella mujer de interrogarle, pero, ahora que sabía quienes eran y por qué estaban ahí, Juro ya no sintió la necesidad de estar ahí solo, respondiendo al interrogatorio.

Se aclaró la garganta. Tampoco sabía cómo prolongar aquella conversación. Supuso que si se lo pedía, no ofendería a la mujer.

— Yamauchi-san. Si no es molestia, cuando termine nuestra conversación me gustaría visitar a mi compañero en la enfermería, para ver como se encuentra.
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